Valor y precio: un thriller pictórico

The Sleeper. El Caravaggio perdido | Crítica

Una imagen del documental de Álvaro Longoria.
Una imagen del documental de Álvaro Longoria.

La ficha

*** 'The sleeper. El Caravaggio perdido'. Documental, España-Italia, 2025, 75 min. Dirección: Álvaro Longoria. Guion: Ana Barcos Artacho, Marisa Lafuente. Fotografía: Hernán Pérez, Fiorela Gianuzzi.

Llega hoy a la cartelera un entretenido y trepidante documental sobre el periplo del Ecce Homo (1605) atribuido a Caravaggio aparecido en 2021 en un piso del madrileño barrio de Salamanca, pronto en caza y captura por todos los marchantes y anticuarios del mundo, restaurado por los mejores especialistas, confirmado como auténtico por varios historiadores internacionales, declarado BIC por el Ministerio de Cultura, vendido a un comprador anónimo por una cantidad oficial de 36 millones de euros (se estima que en el mercado libre podría superar los 300) y finalmente exhibido en el Museo del Prado desde el pasado junio de 2024.

Álvaro Longoria (The propaganda game, Dos Cataluñas, Tequila: sexo, drogas y rock’n’roll) despliega su documental de testimonios, seguimiento y reconstrucción como si de un thriller se tratara, acompañando a los distintos actores de la historia o recreando sus movimientos, de la familia propietaria del cuadro anónimo que se contentaba con venderlo por apenas 1.500 euros, a los marchantes español, italiano y británico que toman la iniciativa de intermediar en la operación una vez descubierto, esta vez online, uno de esos sleepers que sólo aparecen en el mercado cada 100 años.

Porque el mercado es aquí lo esencial, un mercado que dicta sus reglas, sus estrategias, sus opacidades y sus plazos, los matices entre valor y precio o, como ocurre en última instancia, ese punto intermedio entre el deseo de la familia, las leyes de la oferta y la demanda, la certificación de la autenticidad y la intervención de las instituciones públicas en aras de convertir en objeto de disfrute público una pieza que, como tantas otras, se movería en el circuito privado del dinero, el prestigio y el poder.

Son en todo caso los marchantes los protagonistas y la voz de la conciencia de un relato que, en su despliegue narrativo, termina dejando en el aire las incógnitas que forman parte del juego del mercado del arte, y es a través de su discurso, que no deja de ser el del dinero, desde donde se articula este documental que tiene la virtud de convertir en asunto de interés general las cuitas y tejemanejes de un pequeño y elitista sector de la alta cultura.

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