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Sara Águeda. Arpista

"Cuando tocas en público estás interpretando un personaje"

  • La intérprete presenta su primer disco como solista en el sello Enchiriadis, 'Un viaje a Nápoles', paseo por la música española e italiana de los siglos XVI y XVII.

Viaje a Nápoles. Sara Águeda, arpa. Enchiriadis (Sémele)

Su nombre se ha hecho habitual en la nómina de los mejores conjuntos españoles de música antigua, aunque ni siquiera ella está segura de por qué le dio un día, siendo muy niña, por estudiar arpa. "En mi familia no había ningún músico, pero un día le dije a mis padres que quería aprender a tocar el arpa. Me buscaron una academia cercana a casa, y hasta aquí", comenta Sara Águeda, como si la cosa fuera así de fácil.

-Hay un momento en que decide dejar el arpa moderna y dedicarse a investigar y trabajar con arpas históricas. ¿Qué la llevó a tomar esa decisión?

-A los 20 años entré a trabajar en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) y allí coincidí con Alicia Lázaro, que me insistió mucho para que me atreviera a dar el paso. Yo estudiaba arpa moderna en Zaragoza, y para dar el continuo venía Nuria Llopis, una de las pioneras de las arpas históricas en España. Conectamos muy bien desde el principio. Estuve un año dando clases con Nuria y compaginando las dos arpas. Pero las antiguas cada vez me gustaban más. Así que no tenía más remedio que ir a estudiar con Mara Galassi a la Esmuc (Escuela Superior de Música de Cataluña).

-¿Y el cambio fue fácil?

-En absoluto. Mara me tuvo dos meses haciendo escalas con un dedo. Es cierto que luego progresas muy rápido, porque en esencia la técnica es la misma, pero cambian otras muchas cosas: las condiciones, las digitaciones, la tensión de las cuerdas… En muchos sentidos es como empezar de cero.

-¿Por qué ha tardado tanto en incorporarse el arpa al historicismo musical, especialmente en España?

-Se conservan unas once arpas históricas en España, pero están deterioradísimas. Ninguna se pude tocar. Como punto de partida no era fácil, porque no había instrumentos que desvelaran su sonoridad. Después está la dificultad de pasar a este tipo de instrumentos. Y luego tenemos los aspectos económicos: necesitamos un arpa diferente para cada repertorio. Yo ahora tengo dos de cada, una afinada a 415 y otra a 440, y un modelo de viaje, porque hay veces que tienes que viajar. Así que ahora mismo tengo diez arpas. Gracias a que con 20 años entré en la CNTC y pasé allí ocho años. Esa fue mi beca. Sin eso, no podría haber afrontado este gasto.

-¿En qué consiste este viaje a Nápoles de su primer disco en solitario?

-Es una especie de fantasía histórica, un viaje a Nápoles en un barco en el que suben compositores españoles. Cuando llegan a Nápoles se juntan los de uno y otro lado y lo celebran con una Festa a ballo. Uno de mis objetivos era tocar en dos arpas distintas, pues hay poca gente que lo hace.

-El arpa de dos órdenes y el arpa doppia no son entonces el mismo instrumento con nombres diferentes.

-No. El arpa de dos órdenes se llama así porque tiene dos filas de cuerdas, y funcionaría como un piano. La fila del centro serían teclas blancas y las que se cruzan serían las negras. El segundo orden surge por la progresiva cromatización de la música. Es el arpa que se usa en toda la península Ibérica. El arpa doppia es el equivalente italiano pero es diferente: empieza con dos filas paralelas de cuerdas, pero acaba teniendo tres, con los cromatismos en la central. Para el continuo es impresionante porque puedes doblar los sonidos, lo que le da gran volumen. Es el instrumento que mejor acompaña a la polifonía porque es capaz de entrar con cada una de las voces y hacer dinámicas con cada una de las voces. En Italia hay como siete libros escritos expresamente para arpas.

-¿Qué importancia tuvo en España el instrumento en los siglos XVI y XVII?

-Estaba en todos los sitios. Era protagonista esencial en el marco religioso: lamentaciones, vísperas, misas… Pero también era fundamental en el teatro: está documentado que arpistas y músicos hacían papeles en las obras, e incluso a los arpistas se les solía otorgar el rol de gracioso segundo. Se conservan nada menos que diez libros en tablatura para arpa sola, lo que lo convierte en uno de los instrumentos con más repertorio de la época. Así y todo, su papel básico era el de acompañar, tanto monodia como polifonía. El arpa es un instrumento de cuerda polifónico que puede hacer todo tipo de dinámicas, posibilidad que no tenían órgano y clave. Un órgano y un clave pueden tocar mucho más rápido, pero nosotros tenemos el poder dinámico.

-En el disco participan también el tenor Víctor Sordo y la gambista Calia Álvarez, con quienes forma el grupo Luz y Norte, ¿quiso con ello mostrar esas posibilidades del arpa como instrumento de acompañamiento?

-En efecto. Me parecía fundamental mostrar ese perfil del arpa y su papel en el teatro. En el repertorio italiano muchas de estas piezas se hacían a cinco voces, con un cantante y el arpa disminuyendo el resto de las voces.

-¿Qué le ha aportado la experiencia teatral a la hora de afrontar los conciertos?

-Un concierto es un espectáculo. Hay que tener una actitud escénica siempre. Es una de las cosas que más reivindico y que más aprendí del teatro. El tiempo que el actor pasa en el camerino, mientras se viste, es un tiempo que usa para meterse en el personaje. Y los músicos tenemos que hacer lo mismo. Cuando tocas en público estás interpretando un personaje. Me molesta mucho la actitud de esos músicos que no sienten que mientras están en escena participan de un espectáculo, que no tienen en cuenta que es fundamental la comunicación y el feedback con el público, lo mismo cuando están tocando que cuando no.

-¿Qué opciones tiene hoy quien quiera aprender a tocar estas arpas en España?

-Los cursos de Daroca, que es una semana con Nuria Llopis, y la Esmuc. Mara Galassi es un músico enorme, increíble, conoce todos los tratados posibles, y su generosidad a la hora de enseñar es maravillosa. Pero ella no toca el arpa de dos órdenes. No hay un solo centro superior en España en el que se pueda estudiar el arpa de dos órdenes. Y hay lutieres que construyen arpas españolas a su manera. Al menos conseguí que en la Esmuc se comprara una. Pero me da pena que siendo España el único sitio donde podemos reivindicar este tipo de arpa, nos encontremos todavía así. Espero que la situación cambie en breve.

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