Comedia de muertos vivientes

Un funeral de locos | Crítica

Gutiérrez, Silva, Alterio y De la Rosa en una imagen del filme.
Gutiérrez, Silva, Alterio y De la Rosa en una imagen del filme.

La ficha

** 'Un funeral de locos'. Comedia, España-México, 2025, 95 min. Dirección: Manuel Gómez Pereira. Guion: Yolanda García Serrano. Fotografía: Aitor Mantxola. Música: María Vertiz. Intérpretes: Quim Gutiérrez, Ernesto Alterio, Secun de la Rosa, Arturo Valls, Inma Cuesta, Belén Rueda, Hugo Silva, Antonio Resines, Gorka Otxoa.

A poco que uno mire la letra pequeña detrás de esta multipromocionada comedia española para la Semana Santa, encontrará entre los créditos a la productora de Santiago Segura, especialista en levantar películas sobre la vieja dinámica de la co-producción (aquí con México) y a partir del remedo maquillado de algún éxito previo, aquí la exitosa cinta británica que dirigiera el bueno de Frank Oz en 2007 titulada Un funeral de muerte y que ya tuvo otro remake norteamericano dirigido por Neil LaBute.

La operación incluye a una guionista de prestigio omo Yolanda García Serrano que traduzca al contexto nacional (aquí la alta burguesía vasca) el esquema original y un director de no menos larga trayectoria en el género, Manuel Gómez Pereira, cuyos mejores tiempos (Salsa rosa, Todos los hombres sois iguales, Boca a boca) en la industria ya pasaron.

El resultado es un filme bastante aseado e impersonal, sin la mordiente e incorrección del original, cuyo principal mérito inicial es reunir a un all-star nacional, ahí tienen a Gutiérrez, Alterio, Cuesta, Rueda, Resines, Silva, Valls, Otxoa o De la Rosa, en torno a un funeral (distópico) con sorpresa, pastillas, lendakari, aurresku interruptus y chaparrito extorsionador que arranca ya mal con el gag (¿?) del ataúd equivocado para discurrir luego por los previsibles y rutinarios senderos del enredo escaleras arriba y abajo al que se le ven siempre la trazada y los apartes entre un ritmo achacoso que no juega precisamente a su favor.

Tampoco consigue Gómez Pereira sacar punta, vitriolo o matices a un elenco de campanillas donde, a excepción de Ernesto Alterio, que da la sensación de ir siempre por libre, todos parecen estar desaprovechados o muy por debajo de sus prestaciones.

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