Las virtudes del tele-teatro

Alfonso Crespo

12 de noviembre 2011 - 05:00

Dirección: Javier Veiga. Diseño de escenografía: Elisa Sanz. Diseño de vestuario: Nazareth Colomina. Intérpretes: Fele Martínez, Marta Hazas, Javier Veiga. Lugar: Teatro Quintero. Fecha: 11 de noviembre de 2011. Aforo: Casi lleno.

Que la esencia de Amigos hasta la muerte es más televisiva (con todos los respetos) que teatral se descubre nada más sube el telón. Al compás del Where everybody knows your name de Cheers nos situamos frente a un bar donde los actores parecen sentirse más cómodos hablándole al público que haciéndolo entre ellos.

Quizás nos traicione la inevitable asociación de Javier Veiga con los monólogos y la stand-up comedy, pero es que incluso si obviáramos los no pocos apartes en los que los actores se dirigen directamente a la platea, buscando sin recato su complicidad, es palpable que la estructura de la obra y la mayoría de los mejores gags vienen de esa tradición en la que un actor en soledad tira de verborrea, gracia y elocuencia para transmitirnos su opinión y visión del mundo, crónicas costumbristas que se van calentando o enfriando según el público dé o no alas con su risa. De esta manera, en Amigos hasta la muerte, vodevil tragicómico que pasea por el amor y la muerte, la única puerta se abre al final, y la dinámica de entradas y salidas de cuerpos pesa menos que el flujo de la palabra proyectada hacia delante, habida cuenta de que la cuarta pared ha sido abolida. En esta escena fragmentaria, donde se entrecruzan dos peterpanes y una mujer, demiurgo de los vaivenes de la obra, al público se le habla, se le canta, se le hace depositario de casi toda la información, y éste la aprovecha para reírse bastante, y eso es sano. Los temas son los propios del enredo de infidelidades y traiciones (los intemporales cuernos lo precipitan todo), con una subtrama escatológica para dar profundidad al asunto y que el respetable también pueda soltar estrés a costa de la parca.

La dimámica de la obra favorece el humor de Veiga desde el principio, Martínez y Hazas le van a la zaga y le alcanzan al final, para solaz de la audiencia, que salió encantada de la experiencia.

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