La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Mina es una mina de felicidad en las tabernas de Sevilla
NUNCA he estado en América, ni en la española ni en la anglo. Y bien que lo siento. Es uno de esos sueños de juventud incumplido. Como tantos. Me gustaría haber paseado por la Habana de Cabrera Infante, el Miraflores de Vargas Llosa, el DF de Bolaño, el Buenos Aires de Bioy... Pero la biografía de cada uno es como es, tozuda e inapelable. Me contento con leer sobre aquellas sierras y aquellos valles con la misma curiosidad con que un hidalgo de pueblo del siglo XVI devoraría la Historia verdadera de la conquista de Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, fundador de la literatura hispanoamericana cuando todavía quedaban por delante tres siglos de virreinato en México.
Nunca he estado en América, pero a cambio , como muchos bajoandaluces, disfruto de la suerte de vivir en una ciudad que tiene mucho de criolla y de frecuentar un archipiélago donde se habla un español con musicalidad caribeña. Imagino que son muchos los españoles que tienen la misma carencia viajera, pese al boom del turismo y a los hoteles de pulserita. Por eso no entiendo la obsesión de López Obrador, Gustavo Petro, Nicolás Maduro y todos los badanas del populismo americano con que les pidamos perdón por la conquista de un continente que ni siquiera hemos pisado. ¿Responsabilidad histórica? Como nos metamos en esa selva, todos los países, empezando por los supuestamente ofendidos, tendríamos que formar una interminable procesión de disciplinantes alrededor del ancho mundo.
Cada vez que escucho a alguno de estos próceres de la neorrevolución recuerdo la canción del gran Nacho Camino. Se titula, fíjense por donde, Nunca he estado en América. Nunca he estado en América.Le muestro algunas perlas: “yo no he matado a tu familia, güey,/ debes de tomarme por otro/ llevo más de 500 años bebiendo en la bodega de la calle Adriano”; “yo no me encamé con la Malinche, güey”; “fueron los de tu estirpe, no los de mi sangre, los que te partieron la madre, güey./ Nunca he estado en América...”. Etcétera. No se la pierdan, está en Youtube.
Es sorprendente ver cómo los populistas americanos, tras doscientos años de independencia, se siguen ocultando tras la pantalla de humo de la conquista española para tapar sus fracasos nacionales. Y como algunos, en España, les hacen el trenecito dentro de esa suerte de neocolonialismo que es el turismo revolucionario, al que nuestra izquierda ha sido tan aficionada en las últimas décadas (siempre a cuenta del tesoro público, claro).
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