DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Tribuna Económica

Rogelio Velasco

Salir lento, salir rápido

Mientras Juncker y Schulz urgen a Reino Unido a dejar la UE cuanto antes. Merkel no quiere estresar al Gobierno británico.

EL presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, ha pedido al gobierno del Reino Unido que acelere al máximo los procedimientos para salir cuanto antes de la Unión Europea (UE). Lo ha solicitado también el presidente del Parlamento, Martin Schulz.

Sin embargo, Angela Merkel sólo le ha pedido a Cameron que comunique oficialmente el resultado del referéndum y el inicio del proceso de separación, y ha hecho también público que no quiere estresar el proceso para que el gobierno británico pueda tomar las decisiones de una manera reflexiva y sin prisas. Es una forma de transmitir que no desea que la salida sea humillante para la isla; que el orgullo británico no resulte herido. Es comprensible la posición de Merkel; algunos rescoldos de la II Guerra Mundial están todavía calientes.

Por la imprevisión y la sorpresa del resultado del referéndum, el gobierno británico no tiene preparado un plan de desconexión con la UE. Sin embargo, los tiempos que el ejecutivo de Cameron parece querer tomar no son los más aconsejables en las actuales circunstancias.

De entrada, el congreso para elegir nuevo líder conservador se celebrará en octubre. Cuatro meses, en las actuales circunstancias, es una eternidad. No sólo hay que elegir a un nuevo líder; hay que formar un nuevo gobierno que, con mayor probabilidad, es posible salga de unas nuevas elecciones. Más meses por delante. Ni siquiera la oposición puede ayudar en algo. Casi todos los ministros en la sombra del líder laborista, Jeremy Corbyn, han dimitido.

En estas circunstancias, la Comisión Europea y el Parlamento deberían exigir al gobierno británico -con la diplomacia que exige el caso- que acelere en todo lo posible la transición y la desconexión política final con la UE.

Esta aceleración, iría en su propio beneficio. Los efectos negativos sobre la economía británica van a ser inmediatos. Cientos de inversiones se han paralizado a la espera de que se aclare el panorama. Los consumidores, presos de la confusión y de un panorama incierto, van a pisar el freno sobre el consumo. La libra esterlina ya se ha desplomado, reduciendo drásticamente la capacidad de compra de los ciudadanos británicos.

Pero no se trata sólo del efecto sobre la economía de las islas. Se están también generando sobre la UE lo que los economistas llamamos externalidades negativas. El Íbex y las restantes bolsas del continente han destruido enormes cantidades de valor durante los días pasados. Los tipos de interés se han elevado como reacción ante el mayor riesgo. Hay muchas dudas sobre el valor de las empresas europeas que operan en las islas. Es muy posible que se produzca un incremento del desempleo como consecuencia de la actual situación.

Reino Unido es un gran país que ha aportado cosas extraordinarias a lo largo de la historia. Ha sido, y es, un país europeo, lo quieran o no los euroescépticos. Pero hay que exigirles una ruta clara y estable porque los efectos no se limitan a la isla, sino que están afectando a toda Europa.

El país se está adentrando en una tormenta muy fuerte y no hay nadie al mando del barco.

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