NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
Porque el 14 de marzo se cumplirá un siglo del nacimiento de José María Javierre le cedo la palabra para que sea él quien les hable del Señor del Gran Poder en su día grande de Epifanía, ofreciéndoles este fragmento de su mal comprendido y quizás olvidado pregón de 1993 que incluye uno de los más hermosos y emocionantes textos que sobre el Señor se hayan escrito:
“Me ocurrió a pocos años de vivir en Sevilla. Un mi amigo, hijo de cierto luchador sindicalista importante de los años de la República, vino a verme: ‘Mi padre sabe que somos amigos, quiere verte; está moribundo’. Líder obrero de calidad, luchó cuando joven y soportó las derrotas. Encarcelado, huido, exiliado; de nuevo a la cárcel. Recuperó la libertad ya gastado, vencido. ‘No pienses que va a pedirte los sacramentos, pero quiere hablar contigo’. Moribundo lo encontré. Apenas podía hablar. Lo acompañé un rato, le apreté la mano. Hizo un esfuerzo: ‘Padre, coja usted la cartera esa de la mesilla y ábrala, por favor’. Sin dineros ya ni papeles, tenía con el carnet de identidad una estampa de Jesús del Gran Poder: consumida, sucia, absolutamente gastada, casi no se reconocía la imagen de tan deteriorada. La besé. Quiso él besarla: ‘Padre, yo hace muchos años que no piso una iglesia; tengo fe, siempre la tuve; pero caí del lado obrero y luché por los míos; he estado al otro lado, en oposición con la Iglesia...’. Le apreté la mano, yo conocía su historia. Siguió, jadeante: ‘Desde los años treinta viví alejado de prácticas religiosas, ni pisar una iglesia... Pero esa estampa de mi Cristo del Gran Poder ha venido siempre conmigo, toda la vida, en mi cartera; en Francia y en la cárcel, en mi casa, siempre la he puesto a mi lado antes de dormirme. Ahora que me voy a morir, quiero pedirle a usted un favor’. A punto de lágrimas, qué podía yo hacer más que apretarle la mano. ‘Yo le tengo prometido a mi Jesús del Gran Poder que cuando fuera a morirme le haría una visita para rezar un padrenuestro y decirle que me espere, que ya voy para allá... No puedo hacer la visita, a usted le pido si quiere ir a rezarle mi padrenuestro; y dígale al Señor que ya voy, que me espere’. Aquella tarde comprendí del todo por qué nuestro hermano Jesús del Gran Poder tiene título de Padre nuestro y Señor de Sevilla”.
Este es el don que Dios hizo y hace a Sevilla con el Gran Poder. De esto va, no se olvide, nuestra Semana Santa.
También te puede interesar
Lo último