NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
AMariano Rajoy no le gusta correr, lo suyo es andar. Rápido. "Es mi manera de alcanzar los objetivos. Cuando no corres, tienes menos posibilidades de tropezar". Palabra del presidente en funciones, tal como rezaba en el vídeo de la segunda campaña electoral en danza y primera, si no última, del año en curso con el que el PP nos sonrojó a los gimnastas de barra de bar.
Pero la secuencia completa del maratoniano no es precisamente trepidante: cuando el Rey le encargó que formara Gobierno tras las elecciones generales del 20 de diciembre, no es que se lo tomara con calma, es que ni siquiera cogió el testigo. Andábamos por el 23 de enero y, raudo, se limitó a agradecer el "ofrecimiento" de Felipe VI de designarle a él para acudir el primero a un pleno de investidura y declinó "la deferencia" al constatar que carecía de los votos necesarios. Luego se sentó, dejó que corriera el tiempo y que todos sus rivales se fueran estrellando: a Pedro Sánchez y a Albert Rivera se les derritieron las alas de su pomposo acuerdo al sol que más les calentaba (el uno al otro) mientras Pablo Iglesias se la pegaba ebrio de ambición.
A Rajoy también le gusta el ciclismo y lo ha practicado con frenesí a golpe de pedal en esa especie de bicicleta estática en la que se instaló hasta los comicios del 26 de junio, en los que se afianzó como el rey de la marcha hacia el poder. Los demás perdieron el resuello y él siguió dale que te pego, tan pancho, sin prisa, sin pausa, como mandan los cánones, como si los multimillonarios recortes en sanidad y educación, la amnistía fiscal, la reforma laboral, la ley mordaza o la corrupción rampante no fueran con él ni en su mochila.
Amante de las fechitas, llegó al poder en las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011 y ahora ha dispuesto macabramente el día de Navidad por si algún otro osado tratara de desbancarlo. Y está tan pletórico que dice tan fresco que a lo peor seguimos sin Gobierno en los Juegos Olímpicos de Tokio, en 2020. Todo se andará, pero los que sudaremos la gota gorda seremos los de siempre, por muchas vueltas que nos den.
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