Un mundo a la altura de los niños

13 de julio 2025 - 03:10

Alessandro Gisotti, del Dicasterio Vaticano para la Comunicación, ha titulado El papa León y un mundo a la altura de los niños su crónica sobre las reuniones mantenidas por León XIV con 600 niños, unos ucranianos acogidos por Cáritas Italia y otros del programa Estate Ragazzi in Vaticano. Es una acertada y simple interpretación de dos conocidos pasajes de san Mateo: “Si no os convertís y hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos… El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí” y “No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos”.

El artículo se ilustra con una foto en la que se ve a León XIV agachado para ponerse a la altura de una niña que le muestra un dibujo. “Un gesto sencillo –escribe Gisotti– que, sin embargo, lleva un mensaje de gran valor: para construir un mundo mejor, hay que ponerse a la altura de los niños”. ¿Qué significa esto? Pensar y actuar por y para ellos en el sentido evangélico y en el humano. No contaminar el mundo –tanto en lo medioambiental como en lo económico o lo social– que algún día será el suyo y hoy maltrata y mata a tantos.

Hay razones para ser optimistas. Según Unicef hoy sobreviven más niños menores de cinco años que nunca, reduciéndose la tasa mundial de mortalidad en un 51% desde el año 2000. Pero no se puede olvidar que cada seis segundos muere un niño en el mundo, en la mayoría de los casos por causas prevenibles como la pobreza, los conflictos, el acceso limitado a servicios de salud o las carencias en la nutrición. Y que hay zonas, como el África subsahariana y el sur de Asia, en las que las tasas de mortalidad infantil son mucho más elevadas. Luchar con determinación contra esto es construir un mundo a la altura de los niños.

En El mundo salvado por los niños la gran Elsa Morante dio voz a los niños: “Esta tierra no es en absoluto cosa vuestra. Hace siglos y milenios / que tratamos de hacéroslo entender. / Nuestra madre no nos ha hecho para servir a vuestros usos. / No nos hizo los ojos para mirar vuestras tristes caras. / No nos hizo los oídos para escuchar vuestras tristes charlas. / Vuestra guerra no es la nuestra. / Nosotros estamos de parte de la alegría / y la gracia, o sea la felicidad. / Nos habéis definitivamente, objetivamente, hartado”.

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