César Romero

Los Trinches

La tribuna

El Trinche es el futbolista que aspira a hacer una gran jugada en un partidillo cualquiera

14 de marzo 2023 - 14:47

Hay un estupendo Informe Robinson sobre él. Lo pillas, zapeando, en alguna reposición y ya no puedes desengancharte. No porque trate de un futbolista retirado y el fútbol siempre traiga esa recuperación temporal de la infancia que tan certeramente definiera Javier Marías. No por el melifluo acento argentino de cuantos en el reportaje trazan el perfil de un mago del balón apenas visto, esa verbosidad que atribuías a Valdano hasta que descubres que cualquier argentino, de César Luis Menotti a Darío Grandinetti, todos excepto el protagonista, es capaz de narrar con elocuencia las hazañas de aquel pelotero (hasta hacerte desconfiar un poco: cuentan tan fabulosamente que es inevitable pensar si no lo estarán magnificando, como sólo los argentinos de pura cepa saben magnificarlo todo). No. Es el raro enigma de un tipo que teniendo tal genio para triunfar sea un casi absoluto desconocido, el misterio que envuelve a aquel que, poseyendo un arte semejante al de los nombres más señeros de su disciplina, pasa por ella con más pena que gloria, dejando contadas muestras de sus dones. Pero ¡qué muestras!

El Trinche Carlovich no es el paradigma del artista con mala suerte, ese gambeteador al que una lesión malogra. Ni el del adelantado que nació a destiempo, como aquel Bejarano, recordado por mi señor padre, que miraba nostálgico al Maradona último hacer diabluras en el Sánchez-Pizjuán y comentaba que así también las hacía él, medio siglo, ay, atrás. El Trinche es el futbolista que aspira a hacer una gran jugada, a resolver un partido, no en la final de la Copa del Mundo, sino en el campito junto a su casa, en un partidillo cualquiera. Es el tipo sobradamente dotado para algo que no se preocupa de proclamar ese algo único que lleva dentro, se limita a dejarlo salir, cuando sale, sin parar mientes en la parafernalia que envuelve al arte, es más, rehuyéndola como de la peste.

Viendo al Trinche en su reportaje, tan parco en palabras, ya envejecido, rodeado de amigos que preparan un asado, uno piensa en tantos pintores, músicos, toreros, cantantes, escritores, etcétera, artistas de talento simpar de los que ignoramos casi todo, que son meras notas a pie de página en la Historia de sus artes, o ni siquiera eso. Y en cuántos excepcionales genios que jamás pretendieron sentar cátedra ni integrar un canon son desconocidos. Y en sí sus logros quizá no fueron de mayor perfección o enjundia que los de quienes aún tenemos por canónicos. Es uno de tantos misterios del género humano, tan propenso a reglarlo todo, incapaz de encajar a estos espíritus indómitos que pasan por la vida sin pretensión de dejar huella, aunque dejen el raro encanto de sus obras pasajeras, pero que corre a contarlas, maravillado, una y otra vez, a quienes no vieron lo que sus ojos, hasta que de tan admirables obras sólo va quedando ese relato. O el relato del relato: la leyenda. Y a veces, ni eso.

stats