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Cuentan antiguas leyendas medievales que Marco Polo trajo a Venecia el llamado árbol de Júpiter tras su largo viaje en el s. XIII a la corte del emperador chino Kublai Kan. La realidad histórica constatable es que Carlos Linneo le atribuyó el nombre científico de Lagerstroemia indica en honor a su amigo y compatriota Magnus von Lagerström, Director de la Compañía Sueca de las Indias Orientales, quien lo había importado a Europa en el s. XVIII desde China y la India junto a otras especies exóticas. Si callejeamos por Sevilla en esta época, encontraremos en algunos de sus preciados rincones este arbolito multitallo con troncos delgados que nos cautiva con sus flores rosadas o blancas. Su nombre común hace referencia a Júpiter, el rey de los planetas del Sistema Solar y uno de los dioses clásicos de las floraciones y la fertilidad. Recibe otras denominaciones: lila de las Indias, y crespón por el rizado espectacular de sus pétalos. Los árboles de Júpiter, las acacias de Constantinopla, las sóforas, las tipuanas, los aligustres y algún que otro más ayudan con la viveza de sus flores a transitar mejor el tórrido periodo estival de nuestras tierras del sur.
El árbol de Júpiter no es muy frecuente en Sevilla, siendo sensible al ataque parasitario de cochinillas y pulgones, los cuales forman una melaza característica que favorece la aparición del invasivo hongo oídio. Unas adecuadas fumigaciones solucionan el problema y permiten a estos fantásticos arbolillos, que parecen extraídos de cuentos orientales, florecer en todo su esplendor y mantener sanas sus hojitas ovaladas.
Después de dichos tratamientos, los seis rosados árboles de Júpiter plantados en 1924 en el Jardín de la Lonja (Glorieta Americanista Luis Navarro García), delante del Archivo de Indias, han recuperado su explosiva floración y vuelven a sorprendernos como lo hacían hace años. Los mismos cuidados fitosanitarios serían necesarios para los diez ejemplares que se encuentran en deficiente estado en los parterres que rodean la Plaza Nueva, así como para los presentes en las plazas del Cristo de Burgos, del Museo y del Duque.
Podemos observar otros especímenes de esta asombrosa planta, algunas de flores blancas, en el Paseo Catalina de Ribera, Jardines del Parlamento y de las Delicias, Plaza Padre Jerónimo Córdoba, en parques... Este árbol se muestra hermoso en cualquier estación anual: con las tonalidades cobrizas de sus primitivos brotes primaverales; con las impresionantes inflorescencias rosas, blancas o malvas en verano; con sus hojas amarillas-anaranjadas en otoño, antes de caer al suelo; con su artístico aspecto invernal de desnudez y unas delicadas cortezas troncales color café que se van exfoliando en capas, dejando ver un interior lacado en crema y creando un maravilloso mosaico claroscuro. Cuidemos los que poseemos y plantemos más, pues, aparte de los beneficios propios de cualquier vegetal, nos ofrecen su arte natural y su permanente belleza.
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