El sector del mueble en Écija y Pilas, la otra cara de la ‘vuelta’ al hogar por el Covid
Empresas
Los fabricantes de sofás y colchonería están creciendo y creando empleo durante la pandemia
La demanda se multiplicó por dos tras el confinamiento duro, a partir del mes de mayo
Las pymes dedicadas al mobiliario de oficina intentan adaptarse con innovación y diseño
La pandemia ha forzado un cambio de hábitos que está perjudicando u obligando a muchos sectores económicos –hostelería, turismo, cultura...– a modificar el enfoque de sus negocios para poder sobrevivir. Pero tiene otra cara: la de empresas que se dedican a la fabricación de muebles para el hogar, sofás y colchonería, cuya demanda se ha disparado durante esta crisis.
Esa actividad tiene en Sevilla dos polos principales, en Pilas y en la comarca Écija. Se recuperó en tiempo récord del cese de actividad por el primer estado de alarma, rescatando a la práctica totalidad del personal al que se tuvo que enviar a ERTE. La demanda se mantiene por el momento en un nivel muy superior a la de 2019 por estas fechas. Incluso, han generado empleo, con momentos de dificultad puntuales para encontrar mano de obra cualificada. Aún así, los pequeños y medianos empresarios que están al frente de esta industria son prudentes con las previsiones, a la espera de lo que pueda ocurrir si los datos sanitarios no mejoran y empeora la economía y el consumo.
En la localidad aljarafeña de Pilas, hay hasta 25 empresas que se dedican a la fabricación de sofás y tapizados, que generan unos 600 empleos directos sin contar con las de carpintería, herrajes, embalajes o transformación de gomaespuma, que las proveen. En su conjunto, es el sector que concentra y genera más mano de obra en el municipio de 14.000 habitantes, con la salvedad de la campaña del verdeo.
En Écija son bastantes más de 40 empresas, aunque más diversificadas, ya que tienen peso, además, la fabricación del mueble de madera y el de oficinas (con una evolución distinta por razones obvias, aunque lucha por adaptarse). El aumento de la demanda se ha disparado igualmente en las que se dedican al sofá, tapizados y a la colchonería. En su conjunto, generan más de mil empleos directos en esa zona, que se multiplican con las auxiliares. Alrededor del 15% de su producción se exporta.
Hay varios factores que, según los representantes del sector, explican lo que está ocurriendo. Por una parte, los ciudadanos han pasado más tiempo en casa y hay elementos han sufrido desgaste, que se están renovando. El confinamiento ha servido además para evaluar las necesidades del hogar y pensar en cómo hacerlo más confortable y útil en las nuevas circunstancias.
A ello se están destinando unos ahorros que no han ido a vacaciones, eventos o a esa vida en la calle, tan limitada ahora. En el caso de la colchonería, el crecimiento está relacionado no sólo con el hogar, sino con las necesidades sanitarias.
Conscientes de que es probable que este boom no se mantenga o no con la misma intensidad por mucho tiempo, los empresarios son prudentes al plantearse inversiones. Pero sí están ampliando plantillas para aprovechar el tirón y no dilatar plazos de entrega, que aún así han aumentado. “Nuestro sector va muy paralelo al PIB (Producto de Interior Bruto)”, apuntan desde la Asociación de Empresas de la Madera y el Mueble de la Comarca de Écija (Aemmce), donde estiman que la demanda caerá algo el año que viene.
Un 120% más demanda tras el confinamiento
Raúl Gerena, gerente adjunto de Torresol –empresa con 25 años de trayectoria en la fabricación de sofás en Écija– explica que antes del Covid-19 ya venían creciendo. En su caso, tienen 90 trabajadores. Indirectamente, hay otros 25 de empresas que les suministran armazones o el transformado de la gomaespuma que también viven de su actividad.
El estado de alarma, con el cierre de toda actividad no esencial, sembró el desconcierto: cerraron los puntos de venta que, sin sitio de almacenaje, rechazaban las entregas. La fábrica paró y todo el personal se fue a ERTE, salvo al algunos administrativos. Volvieron el 11 de mayo, al 50%.
“A finales de mes nos dimos cuenta de que las ventas subían cada vez más”. Una cifra lo dice todo: un 120% más de pedidos que el mismo mes de 2019. Cada mes estimaban que se frenaría, pero en septiembre la demanda “sigue arriba”, según Gerena. Torresol incorporó a toda la plantilla, que ha aumentado con 19 trabajadores: siete tapiceros, cinco costureras y otros para preparado, enfundado y embalaje. Han alquilado otra nave para almacenaje y fabricación junto a sus instalaciones en el polígono La Lagunilla.
Esa demanda ha implicado que tengan que aumentar los plazos de entrega –aunque se van acortando tras los refuerzos de plantilla– para mantener la calidad. El oficio del tapizado es cualificado y hay que formar a los que se incorporan. No ha habido problemas con la costura, porque en Écija tiene peso la confección de trajes de flamenca y para eventos, otro de los sectores damnificados con esta crisis. El aumento de la demanda ha implicado también algunos problemas de suministro de tejidos y el encarecimiento de materiales, como la gomaespuma, que lo ha hecho entre un 30 y 40%.
Las instalaciones en hoteles, paradas del todo
Otro testimonio que ilustra lo que está ocurriendo con este sector es el de Francisco Solís, vicepresidente de la Asociación de Empresarios de Pilas e industrial al frente de dos empresas de tapizados (Tapizados Solís y Tapizados Gomars) y otra de transformación de gomaespuma.
Entre junio y julio recuperaron todas las pérdidas que supuso el parón por el confinamiento. Aunque el boom de pedidos “se ha tranquilizado ya”, se está todavía en el doble de las cifras del año pasado en hogar. La mayoría de las empresas de Pilas han tenido que contratar a nuevo personal o aumentar los plazos de entrega de los pedidos, señala.
A diferencia de otros repuntes de esta industria (en los años 90 y a partir del año 2000, de la mano del sector inmobiliario), Solís explica que el aumento de la demanda ha sido de golpe ahora, “a muy corto plazo”. Tal vez por lo que pasó antes, también son conscientes de que responde a una coyuntura muy concreta y no echan campanas al vuelo. El reto sigue siendo consolidar clientes, mantener la calidad en el producto que entregan y captar a otros nuevos.
Aunque el 80% del negocio de este empresario del tapizado es el hogar, también trabaja con una de sus marcas –una empresa de líneas clásicas que adquirió de su padre– con instalaciones específicas para hoteles, en las que tiene proyectos aprobados que no ha podido sacar porque la actividad se ha parado. Hay otras empresas de Pilas que se dedican también en parte a esa línea, con interioristas, decoradores y encargos específicos, que se están reenfocando al hogar.
Como empresario, Solís señala que no hay que minimizar la pandemia y la necesidad de ser precavidos frente a la enfermedad, pero también cree que hace falta lanzar un mensaje positivo, porque la actividad no puede detenerse. Hay que adaptarse, subraya.
Innovación en el mueble de oficina
En Écija tiene su empresa Víctor Zayas, Andaluza de Oficinas, creada en 2012 por un grupo de profesionales con experiencia en el sector del mueble que apostaron por especializarse. Desde 2020 comercializan sus productos con la nueva marca Emobok. Mantienen su plantilla de 25 trabajadores, que también pasaron por el ERTE, y están ligeramente por debajo de la caída de la demanda en esta línea concreta, que FAMO (Asociación de Fabricantes de Mobiliario y Equipamiento General de Oficina y Colectividades) estima que será de un 30% al final de año.
Apunta dos claves para su resistencia: la apuesta que ya estaban haciendo antes del Covid-19 por el diseño y la internacionalización de sus productos. Entre el 20 y el 30% de su producción la exportan.
También les ha permitido reaccionar, porque han sacado al mercado un diseño específico pensado para el Covid-19 de una mesa de trabajo individual, plegable y apilable, ligera, para usar en espacios amplios, en principio no previstos como oficina, con elementos para colgar mochila o dejar una botella de agua, que ha tenido “bastante aceptación”: la Emo-table.
“Hay que innovar y adaptarse a la pandemia”, señala. Zayas considera además que el hecho de ser una pyme tiene cosas negativas, pero entre las positivas está una mayor flexibilidad para adaptarse a nuevas circunstancias.
Sobre su sector, este empresario destaca que la inversión se suele frenar rápido en periodos de incertidumbre, como el de ahora, incluso aunque las perspectivas eran buenas para este año. La administración, principal cliente, tampoco está respondiendo esta vez. Aunque las oficinas se estén trasladando en mucho casos a los hogares, Zayas afirma que ese cliente no tiene todavía en cuenta los aspectos ergonómicos del mueble de oficina, con un estándares mucho más exigentes, y está tirando del mueble juvenil.
La resistencia de los emprendedores de Pilas
Aunque sorprenda por su población, Pilas acumula un importantísimo número de empresas y es un referente en su zona para muchos servicios. Según explica Manoli Diago, presidenta de la Asociación Empresarial de Pilas, la crisis derivada de la Covid-19 está afectando, especialmente, al comercio, debido al importante número de negocios dedicados la venta de trajes para la Romería del Rocío, ferias, bodas y comuniones. Aún así, señala que casi todos los empresarios están intentando “resistir y aguantar”. Hay “muchas empresas consolidadas, con una trayectoria de muchos años. No veo mucho espíritu de rendición”, destaca Diago, en un mensaje alentador entre tantos malos augurios. Para intentar alentar el consumo local, se ha ideado una Feria Outlet, que se celebrará en diciembre, a la que se han adherido ya 110 establecimientos, de todo tipo. En colaboración con el Ayuntamiento se ha sacado el denominado BonoPilas 15+15, por el que el cliente pone ese dinero y el Consistorio y la Asociación de Empresarios lo duplican. Se van a sacar 1.200. Ya después de confinamiento hubo una iniciativa similar, de bonos 10+10.
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