Betis

El Reale Arena y la otra dimensión del Betis

  • Pellegrini reforzó su mensaje al vestuario con la apuesta copera ante la Real cuando dejó fuera a los sudamericanos

Pellegrini dialoga con Rui Silva, clave en el Reale Arena.

Pellegrini dialoga con Rui Silva, clave en el Reale Arena. / Efe

El Betis regresa mañana al Reale Arena, un escenario clave en el devenir de la temporada y en el que Manuel Pellegrini reforzó su figura. Tras eliminar al Sevilla en los octavos de final de la Copa del Rey, el bombo deparó a la Real Sociedad en los cuartos en una eliminatoria a partido único, en un duelo que llegaba emboscado tras una pausa por los compromisos de las selecciones. Entonces, el preparador chileno realizó una apuesta contra el criterio de casi todos con respecto a los jugadores internacionales que le valió para reforzar su mensaje de cara al vestuario.

Mientras en el club verdiblanco –también en el entorno– se hablaba de Guido Rodríguez, de su positivo por Covid-19, su veloz recuperación y su citación de última hora con Argentina que complicaba su presencia en ese duelo copero, el técnico decidió no contar con los internacionales sudamericanos –Bravo, el propio Guido y Pezzella– para ese compromiso ante la Real para el que hubieran llegado casi sin descanso.

Los dirigentes y empleados de la entidad se afanaban en buscar combinaciones para que los tres jugadores llegasen a tiempo de entrar en la convocatoria para el partido en Anoeta, colocado en jueves por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para que hubiera tiempo de que regresaran, pero Pellegrini ordenó que todos volasen hacia Sevilla para descansar y preparar el siguiente encuentro liguero.

La idea del técnico pasaba por contar con los jugadores que habían estado entrenándose esos diez días previos al compromiso copero, en una muestra de confianza hacia la plantilla. Si desde el principio de temporada, Pellegrini había dejado claro a sus jugadores que todos serían importantes a lo largo del año, el duelo ante la Real Sociedad ofrecía una oportunidad para demostrar que las rotaciones no sólo eran palabras sino que también se traducían en hechos llegado el momento.

Canales protege el balón ante Aritz, en el Betis-Real Sociedad. Canales protege el balón ante Aritz, en el Betis-Real Sociedad.

Canales protege el balón ante Aritz, en el Betis-Real Sociedad. / Antonio Pizarro

En la portería, el chileno le dio confianza a Rui Silva, hasta ese momento casi en segundo plano cuando había estado disponible Claudio Bravo; en la zaga, Víctor Ruiz acompañó a Bartra, después de que Pellegrini decidiera que Édgar ejercería la función de pivote para escoltar a William Carvalho. Sin Guido ni Guardado –los mexicanos tenían imposible regresar a tiempo de su selección al jugar en jueves los últimos partidos de su Confederación– y con Paul lesionado, el preparador verdiblanco le dio galones al joven catalán en la medular, la posición en la que saltó al primer equipo de la mano de Rubi.

El resultado acabó reforzando a Pellegrini. Desde el inicio del encuentro ya se vislumbró que la decisión había sido acertada, con un equipo cohesionado y dispuesto a dar un golpe en la mesa. El 0-4 final dejó claro que el Betis quería ir a por todas en la Copa del Rey y para el técnico chileno fue una demostración de auctoritas, ese concepto superior al de la autoridad con el que maneja los vestuarios.

El triunfo no sólo supuso el pase a las semifinales coperas, sino que catapultó al Betis hacia los éxitos de las semanas siguientes. Pellegrini, el gran líder del proyecto deportivo, había vuelto a imponer su criterio para no sólo ganarse al vestuario sino para conseguir resultados positivos. El éxito de la política de rotaciones ha permitido al equipo llegar a estas alturas de la temporada con una final de Copa del Rey a la vuelta de la esquina y un compromiso en el Reale Arena en el que se juega asegurar la quinta plaza y seguir optando a la Liga de Campeones. Una dimensión distinta para el Betis de la mano del técnico chileno.

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