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La microbiota intestinal es un componente esencial para el bienestar general y cuando se altera puede tener efectos amplios en la salud digestiva, mental e inmunológica. Detectar una disbiosis a tiempo y adoptar las medidas preventivas con las que poder restaurar el equilibrio intestinal contribuye a aliviar múltiples problemas de salud.
La dieta rica en fibra y prebióticos, el uso controlado de probióticos y un estilo de vida que gestione el estrés son algunas de las mejores maneras de asegurar un microbioma intestinal saludable.
Los microorganismos que habitan en el tracto gastrointestinal humano que, son principalmente bacterias, pero también virus, hongos y otros, viven en relación directa con el cuerpo y cumplen múltiples funciones esenciales para la salud tales como la digestión de alimentos no absorbibles, la producción de vitaminas (como la vitamina K y algunas del grupo B), la modulación del sistema inmunológico y la protección contra patógenos.
Además, influyen en el estado de ánimo y en el metabolismo, ya que tienen un rol activo en la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro. Así que un desequilibrio en la microbiota intestinal, conocido como disbiosis, puede tener repercusiones negativas para la salud, por lo que debemos prestar atención a los síntomas para poder identificar si la microbiota está "rota" o dañada y así prevenir ciertas enfermedades.
Algunos síntomas comunes que pueden indicarnos que nuestra microbiota intestinal está alterada están relacionado con problemas digestivos persistentes, como hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento los cuales nos están indicando que las bacterias intestinales no están cumpliendo adecuadamente sus funciones en el proceso digestivo.
Por otra parte, el desequilibrio en la microbiota puede provocar sensibilidad o intolerancia a ciertos alimentos, ya que la disbiosis afecta a la capacidad que tiene el intestino para digerir y absorber ciertos nutrientes. Otro indicador es el mal aliento o la halitosis, resultado de desequilibrios bacterianos que generan compuestos sulfurados y otros subproductos.
Cuando nuestra microbiota está dañada, tiene una repercusión en nuestro estado de ánimo y en la salud mental en general debido a que influye en la producción de neurotransmisores como la serotonina y el GABA, que son fundamentales para el bienestar emocional, por lo que si la microbiota está desequilibrada puede provocarnos síntomas de ansiedad, depresión o incluso a problemas de concentración y memoria.
"La combinación de prebióticos y probióticos, conocida como simbióticos, ayuda a la restauración de la microbiota"
Esta conexión es respaldada por el eje intestino-cerebro, que se refiere a la comunicación continua que hay entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico en el intestino. Estudios han demostrado que pacientes con disbiosis presentan mayores niveles de estrés y ansiedad, y algunos han identificado que la disbiosis intestinal puede preceder o empeorar los síntomas de trastornos como el síndrome de intestino irritable.
Además, el sistema inmunológico también se ve comprometido por una microbiota dañada, lo cual se manifiesta en una mayor susceptibilidad a infecciones o en la aparición de enfermedades autoinmunes. La microbiota actúa como una barrera y entrena al sistema inmunológico para identificar patógenos y tolerar bacterias beneficiosas. Sin esta "educación" constante, el sistema inmunológico puede reaccionar de forma exagerada o inadecuada, aumentando el riesgo de alergias, intolerancias y enfermedades autoinmunes.
Recuperar la salud de la microbiota intestinal es posible, y requiere cambios en la dieta y el estilo de vida, así como una posible intervención con suplementos. Una alimentación rica en fibra es esencial, ya que las fibras prebióticas son el principal sustrato para la fermentación bacteriana en el colon. Estas fibras, presentes en alimentos como frutas, verduras, legumbres y granos enteros, nutren a las bacterias benéficas y ayudan a restablecer su equilibrio. Un estudio publicado en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology sugiere que dietas altas en fibra están asociadas con una mayor diversidad bacteriana y con una reducción en los marcadores inflamatorios, lo que indica un entorno intestinal saludable.
"El estrés crónico es un factor que contribuye significativamente a la disbiosis"
Los probióticos, que son suplementos o alimentos que contienen microorganismos vivos beneficiosos, también han demostrado ser efectivos en la restauración de la microbiota. Los estudios indican que cepas como Lactobacillus y Bifidobacterium pueden ayudar a reducir los síntomas de disbiosis y mejorar la digestión y la función inmunológica.
Sin embargo, no todos los probióticos tienen los mismos efectos, por lo que es importante elegir los productos adecuados o consultar a un especialista para seleccionar el probiótico más beneficioso para cada caso. En algunos estudios clínicos la combinación de prebióticos y probióticos, conocida como simbióticos, ha mostrado beneficios adicionales al actuar de forma sinérgica en la restauración de la microbiota.
Otro aspecto fundamental es reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y azúcares añadidos, ya que estos pueden alimentar bacterias patógenas y favorecer la disbiosis. Los azúcares simples se absorben rápidamente en el intestino delgado, lo que deja menos nutrientes disponibles para las bacterias beneficiosas en el colon.
Además, el estrés crónico es un factor que contribuye significativamente a la disbiosis, ya que el aumento de cortisol altera el ambiente intestinal y promueve el crecimiento de bacterias patógenas. Técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el ejercicio regular y el sueño adecuado, también son importantes para mantener un ambiente intestinal saludable.
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