CRÓNICA

La Candelaria: Cien años y un atardecer

La Candelaria por los Jardines de Murillo

La Candelaria por los Jardines de Murillo / José Ángel García

Más de 700 días después, tras dos años sin procesiones en Semana Santa, un paso de palio volvía a tomar las calles de Sevilla, justo cuando se cumplen 75 años de la inclusión del título de Mariana a la leyenda del escudo de la ciudad. Fue la Virgen de la Candelaria, este domingo, con motivo del centenario fundacional de su hermandad. 

La Banda de las Tres Caídas de Triana abría paso a la cruz de guía en una concurrida calle San José. La Virgen salía a las órdenes de uno de los auxiliares, puesto que su capataz titular, Jose Miguel Gallardo, dio positivo en Covid-19 tras realizarse una PCR el mismo día de la salida, sumándose a este positivo tres costaleros.

Pronto se produciría el emotivo encuentro con las hermanas del Convento de Madre de Dios, que cantaron a la Nuestra Señora de la Candelaria. En uno de los balcones de esta calle se encontraba asomado el compositor Manuel Marvizón, acompañado por su esposa Charo Padilla y su hija Sofía, pudiendo escuchar la marcha Candelaria, estrenada hace dos décadas para el Pregón de la Semana Santa Santa que pronunció Carlos Herrera, hermano de esta cofradía y pregonero del centenario, quien estuvo también presente pero en la delantera del paso.

Las fotos de la salida extraordinaria de la Candelaria Las fotos de la salida extraordinaria de la Candelaria

Las fotos de la salida extraordinaria de la Candelaria / José Ángel García

La Virgen, Patrona de Parques y Jardines, llegaba justamente a los Jardines de Murillo con las luces del atardecer. Un Martes Santo sin nazarenos y con algo más de frío. Todas las flores que le faltaban al invierno las llevaba la Candelaria en las jarras de su palio, llenas de rosas, flor de cera y flor de Astilbe, una especie nativa del este y sur de Asia. Parte de este exorno fue donado por el Cabildo Insular de Tenerife, que es hermano mayor honorario al compartir advocación con la Patrona de Canarias.

Parque es siempre sinónimo de familias con carritos y niños en los hombros. Las murallas de los Reales Alcázares eran el marco perfecto, una vez más, para este palio azul verdoso y plata que Juan Manuel Rodríguez Ojeda realizase en tu taller para la Señora de la Candelaria. No menos bello fue el discurrir por la calle San Fernando, donde fue recibida por la Hermandad de los Estudiantes, o por la Plaza del Triunfo, con la iluminación navideña encendida y la Giralda como testigo.

La Candelaria visita el Palacio Arzobispal y el Ayuntamiento de Sevilla La Candelaria visita el Palacio Arzobispal y el Ayuntamiento de Sevilla

La Candelaria visita el Palacio Arzobispal y el Ayuntamiento de Sevilla / José Ángel García

La primera recepción se producía a las puertas de Palacio Arzobispal, en la Plaza Virgen de los Reyes, donde la Virgen fue recibida por el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses y por el arzobispo emérito, Juan José Asenjo. La segunda, minutos más tarde, en la Plaza Nueva, donde la corporación municipal, con el alcalde Juan Espadas a la cabeza, esperaba a la Candelaria en el andén del Ayuntamiento.

Los costaleros cruzaban una enorme alfombra de sal, azul y blanca, en la que se dibujaban los escudos de la hermandad y del centenario. La Banda de la Cruz Roja, que no paró de sonar en toda la tarde-noche, interpretó Pasa la Virgen de la Candelaria, como en la salida, compuesta para la ocasión por Cristóbal López Gándara. Álex Ortiz dedicó una sentida saeta cuando la Virgen miraba al pueblo.

La Dolorosa, tallada por Manuel Galiano en 1924, llevaba en su pecho un puñal de oro regalado por las hermandades del Martes Santo, realizado por Orfebrería Domínguez, así como una cruz pectoral donada por su feligresía, en semejanza a la que porta San Nicolás de Bari. El hermano mayor de las Nieves había hecho también entrega de un pequeño broche de plata con el escudo de esta vecina hermandad con sede en Santa María la Blanca.

Todas las cuadrillas de la hermandad participaron en la procesión, llevando el palio con gracia y meciéndose en el sitio, levantando el aplauso de los miles de files que la acompañaron. Gran ambiente en los bares del entorno del Salvador y la Cuesta del Rosario, cuando daban las nueve de la noche. Brillante fue su discurrir por el entorno de la Alfalfa, antes de enfilar Muñoz y Pabón y regresar a su templo al filo de la medianoche. Sonaban de nuevo los cascabeles que abren la marcha del centenario, poniendo el broche perfecto a una jornada histórica para los hermanos de la Candelaria.

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