Velázquez y Murillo, los 'capataces' del Museo

contrapunto

lunes santo. Un paseo por la línea divisoria entre las Sevillas de los dos pintores que definieron la luz

Velázquez y Murillo, los 'capataces' del Museo
Velázquez y Murillo, los 'capataces' del Museo

No imaginaba Jürgen Maier, el arquitecto alemán que diseñó las Setas de la Encarnación (el Metropol Parasol), que estaba trazando en la ciudad una línea divisoria y trascendental entre dos Sevillas: la de Velázquez y la de Murillo. Con edades de maestro y discípulo, las estelas de estos dos capataces del Museo se cruzan por todos sitios. Sus estatuas en el Duque y en la plaza del Museo, obras respectivas de Antonio Susillo y Sabino Medina, están unidas por la calle Alfonso XII. O'Donnell y la plaza de la Magdalena unen la calle Murillo con la calle Velázquez. Diego Velázquez (1599-1660) fue bautizado en la parroquia de san Pedro. Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682) en el antiguo convento de san Pablo, actual parroquia de la Magdalena. Dan nombre a sendos institutos de Educación Secundaria, a dos salas de la Fundación Cajasol. Le pondrán Velázquez, el pintor de san Pedro, al aeropuerto de san Pablo. Serán suyos los aviones, pero los cielos, como reza en la lápida junto a su pila bautismal, son de Murillo, que también da nombre a una barriada del Polígono Sur que pueblan los herederos de los personajes que retrató en sus cuadros.

Velázquez nace un año después de la Armada Invencible. Cuando nace Murillo acaba de morirse Cervantes. Al Siglo de Oro de las Letras le sigue el de las Artes: un año antes que Velázquez nace Zurbarán; cuatro años después de Murillo, Valdés Leal. El pintor de san Pedro acoge en su casa de Madrid al pintor de san Pablo, encuentro que retrata Eva Díaz Pérez en su novela El color de los ángeles. Velázquez le regala una petaca de tabaco y le da un consejo de amigo: "Pintad el aire, querido amigo. Pintad el instante. Pintad el silencio".

Sevilla tiene una Casa Velázquez y una Casa Murillo. Diego Velázquez nació en el número 4 de la calle Padre Luis María Llop, donde estuvo el M-11, una especie de galería al modo de la Factoría de Andy Warhol, y fue taller de Vittorio y Lucchino. La Casa Murillo está en el barrio de Santa Cruz, donde falleció el pintor.

Allí se reunían todos los lunes los profesores de la Menéndez Pelayo en tiempos del rector Santiago Roldán, con Perico Romero de Solís y Antonio García Baquero como grandes animadores de esa Venecia sevillana de los ochenta. Las cenizas del pintor dicen que están en la plaza de Santa Cruz, donde ya no está el restaurante La Albahaca ni el Consulado francés ni vive Morales Padrón. Sólo queda el Tablao Los Gallos.

La iglesia de la Anunciación marca la frontera entre las Sevillas de Velázquez y Murillo, según el profesor Fernando Gabardón de la Banda. Son los dominios de Juan de Roelas, que con Juan del Castillo, el maestro de Murillo, van a romper con el modelo de Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez. Gonzalo Pérez de Ayala es hermano mayor del Valle, una hermandad con una curiosa tradición pictórica. Desde que en 1980 empezó Maireles, tienen ya una colección de 44 paños de la Verónica, con firmas como Carmen Laffón o Manuel Salinas.

En la fachada de san Pedro hay una cifra: 1624. El año que se inauguró este frontispicio. El 1 de marzo de ese año llega a Sevilla el rey Felipe IV, para quien Velázquez trabaja desde 1622 en la Corte como aposentador real y maestro de ceremonias. El pintor le habrá hablado de su ciudad natal al monarca, que nunca antes la había pisado. En aquel viaje, que relata el hispanista Alain Hugon en su libro Felipe IV y la España de su tiempo (con el subtítulo El siglo de Velázquez), al rey le acompañó Quevedo y viajaron hasta Doñana.

San Pedro es la sede parroquial del Cristo de Burgos, obra de Juan Bautista Vázquez el Viejo. "Dicen que es el Cristo al que le rezó Velázquez", comenta Ernesto Martín, teniente de hermano mayor de esta hermandad. Allí bautizaron al pintor. La pila está en una capilla neogótica. De la Sevilla de Velázquez a la de Murillo hay que pasar por la que fue Casa Profesa de los Jesuitas, símbolo de un poder que superó al de dominicos y franciscanos "hasta su expulsión por Carlos III".

En la fachada de la Anunciación hay una Madonna italiana, obra de Juan Bautista Vázquez el Viejo. Esta iglesia superó la tradición gótico-mudéjar, "son las Setas de finales del siglo XVI", dice Gabardón. En la calle Velázquez ya está Murillo, que pintó para los agustinos de San Acacio, hoy sede de los Labradores. En los veladores del hotel Radison de la plaza de la Magdalena estuvo el taller de Martínez Montañés. La actual iglesia de la Magdalena era el convento de san Pablo. Entre las calles Bailén y Murillo debió estar la casa donde nació el pintor de las Inmaculadas.

La Magdalena es templo parroquial de dos hermandades, la Quinta Angustia y el Calvario. Nicodemo y José de Arimatea esperaban la semana pasada al Cristo en besapiés, obra de Pedro Roldán, que con Murillo trabajará para Mañara en la Caridad. Los dos artistas que configurarán la iconografía de San Fernando, como se deja constancia en la exposición Santo Entierro, Santo Rey. José Soto, hermano mayor de la Quinta Angustia, explicaque su hermandad es más deudora de Valdés Leal que de Murillo, pues de aquél son los cuadros que pintó para san Benito de Calatrava. Sus primeras Reglas son de 1518, un siglo antes de que nazca Murillo, el año que salen las naves para las Molucas. Murillo fue bautizado en este templo, fue hermano del Rosario, que tiene su capilla. La Magdalena es una pinacoteca excepcional donde tienen obra Martínez Montañés, Juan de Mesa y Pedro Roldán y hay un Cristo de la Fiebre de Juan Bautista Vázquez el Viejo. Este artista salmantino tiene obra en las dos iglesias donde fueron bautizados Velázquez y Murillo. El Cristo del Calvario es obra de Francisco de Ocampo. Se lo encargan en 1611. Velázquez es un chaval, Murillo no ha nacido.

Un viaje por la Sevilla de Velázquez y Murillo. "Uno en el retrato profano y otro en el religioso hacen lo mismo", dice Gabardón, "ya no es una pintura de taller, como la de Pacheco; su pintura es de calle, trabajan con modelos vivos, tanto Murillo con sus Inmaculadas como Velázquez con el Aguador de Sevilla o La vieja friendo huevos. Eso es lo grandioso de los dos". El cuadro del Aguador se lo ofreció Velázquez al canónigo de la catedral de Sevilla Juan de Fonseca y Figueroa. Murillo es bautizado en la iglesia donde hicieron a Bartolomé de las Casas obispo de Chiapas y muere en la Sevilla de la efímera presencia de Teresa de Jesús. De los indios a la mística.

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