La corona de la Virgen del Rocío de Sevilla: 500 piezas en las que el diseño y la ingeniería van de la mano
La nueva presea une dos sagas de orfebres: José Delgado en el dibujo y Jesús Domínguez en la ejecución
Se han empleado cinco kilos de plata y en ella han trabajado siete personas
Del Rocío a la Redención: el camino hacia la coronación con sus hermanos mayores
Una corona que une dos sagas de orfebres sevillanos: los Delgado y los Domínguez. La presea con la que será coronada el próximo sábado 5 de julio en Sevilla la Virgen del Rocío es una muestra de cómo el diseño y la ingeniería se dan la mano para lograr un resultado que no ha dejado indiferente a quienes estos días la han contemplado. Una obra que, pese a la gran cantidad de piezas que la conforman (más de 500), no resulta pesada a la vista de los devotos gracias al doble resplandor que contiene, sin duda, una de las características que la distingue desde lejos.
Al taller de Jesús Domínguez el encargo llegó hace un año aproximadamente. Se trata de una corona cuyo diseño obedece a otro orfebre de prestigio, José Delgado. Su estilo resulta inconfudible para quienes están acostumbrados a seguir los trabajos que salen del corralón de la calle Goles. Pese a la envergadura de su dibujo, Delgado ha sabido distribuir el elevado número de elementos que componen la corona para que no se convierta en un masacote, sino que tenga aire, transparencia y armonía.
"Es la corona con más piezas que he realizado", explica Jesús Domínguez en su taller, situado a escasos metros del monasterio de San Clemente. Un récord personal que no la hace pesada, todo lo contrario. "Es una obra etérea gracias al doble resplandor que ha introducido Pepe en su diseño", refiere el orfebre en referencia al compañero de oficio. Este proyecto ha supuesto nueve meses de trabajo, en el que han participado siete personas en su ejecución.
La relación de los Domínguez con la Hermandad de la Redención se remonta prácticamente a los orígenes de la corporación del Lunes Santo, cuando se la conocía con el nombre de El Rocío. Esta advocación marismeña y su vinculación con la Venida del Espíritu Santo es la que protagoniza el desarrollo iconográfico de la corona, en la que Pentecostés asume un papel fundamental.
A Jesús Domínguez padre obedecen los respiraderos y varales del paso que aún conserva el paso de la dolorosa de Santiago. "Mi padre siempre tuvo mucha vinculación con esta cofradía", recuerda su hijo. Relación ahora refrendada con este importante encargo, para el que se han empleado cinco kilos de plata sobredorada. El oro de ley -obtenido mediante donaciones de hermanos- se ha usado en el aro inferior que toca las sienes de la Virgen y en las alas de los ángeles corpóreos, realizados en Madrid con hueso tallado. Los paños de pureza de estas figuras están cubiertos con pan de oro de 24 kilates, obra de Emilio López.
A dos caras
Llevar la corona del papel al metal ha supuesto, en palabras de Jesús Domínguez, "un trabajo de gran ingeniería", especialmente a la hora de unir tal cantidad de piezas y de introducir el eje de grandes dimensiones que la atraviesa verticalmente para darle sustento. "Traspasa la cruz del remate, el resplandor grande, el resplandor medio, la paloma del Espíritu Santo, la bola del mundo y los imperiales", detalla.
Es una corona realizada a dos caras, lo que supone duplicar el trabajo. En la delantera, las cartelas del resplandor grande contienen el apostado. Por detrás aparecen las letanías marianas. Las puntas de las estrellas están rematadas por flores de lis.
Además de plata y oro, se emplean otros materiales, como las amatistas de la cruz, las 200 aguamarinas del anagrama de María, brillantes, el lapilázul del globo terráqueo y perlas cultivadas. La acertada distribución de estos elementos logra un resultado elegante, no atiborrado en su decoración, aportando toques de luz a la presea.
En su ejecución -además de Jesús Domínguez- han participado los tres profesioniales que trabajan en su taller: Manuel López, Francisca Montaño y Agustín Donoso. Han colaborado, de igual modo, Manuel Rueda a la hora de engastar las piedras preciosas, y David Martín Martínez ha contribuido con el modelado.
Una corona que pesa más de cinco kilos, con un diámetro en el canasto de 18 centímetros, una altura de 53 y una anchura máxima de 64. Cifras para una portentosa obra de diseño e ingeniería que a partir del próximo sábado cumplirá su cometido, cubrir las sienes de la dolorosa de Santiago. La maestría artesanal al servicio de la Virgen del Rocío.
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