Del Rocío a la Redención: el camino hacia la coronación con sus hermanos mayores
Coronación
Reunimos a los tres hermanos mayores vivos en una fotografía para el recuerdo de toda una hermandad
Comparten impresiones y experiencias acerca de la evolución de esta cofradía
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La iglesia de Santiago, por un momento, queda en silencio y en calma queda. Parece un día cualquiera, pero todo se aleja de la más plena normalidad. En la atmósfera se respira una honda sensación de responsabilidad entremezclada con júbilo y expectación. Acaban de cerrarse los renovados portones del templo y la Virgen del Rocío, sola e inmensa, colmada de gracia y de hermosura, espera la última despedida ante el Señor de la Redención en vísperas de su coronación canónica.
En la nave central, contemplando a la dolorosa, viendo en Ella toda su vida y sus recuerdos, tres hermanos conversan sobre temas dispares, dejando atrás siquiera por unos instantes el fragor de un acontecimiento de tanta envergadura. Charlan de fútbol, del día a día, de sus familias... Y de todo cuanto han recorrido juntos hasta llegar hasta aquí. Son los tres últimos hermanos mayores, los últimos testimonios vivos que han ocupado este cargo. Por sus labios se desprenden otros nombres que, en este camino, han aportado su esencial grano de arena, desde los orígenes hasta la actualidad: Manuel Yruela, Fernando Baquero... Un legado que han heredado estos tres hombres: José Carretero, José Antonio Moncayo y Manuel del Cuvillo.
El actual hermano mayor, que ha acaba de atender junto a sus compañeros el programa especial que la hermandad, en colaboración con Blogosur TV ha realizado para la ocasión, devuelve en sus ojos un brillo incomparable, sabedor de tanta trascendencia. "La coronación es un gozo y una alegría, y no solo personalmente, que también... Lo es todo, cada vez que miro el reflejo de mis hermanos, en sus miradas. La coronación es la vida de los hermanos del Rocío. Me acuerdo de los que estamos presentes, pero también hay sentimientos encontrados. Entra esa pequeña nostalgia de acordarte de las personas que no están, aunque sabemos que están ahí arriba. No fueron momentos fáciles cuando se lanzó esa inquietud de aquellos primeros hermanos que trajeron ese trozo de marisma, donde el cielo y la tierra se juntan. Apostaron porque Sevilla tuviese esa advocación. Fueron años convulsos, la ciudad respiraba de manera distinta... No encajaba muy bien en la Semana Santa, pero con esa fe en la esperanza y en María... Aquí estamos. Sevilla la corona".
Para Cuvillo, este acontecimiento era impensable. Jamás en su vida habría imaginado ser hermano mayor en este momento, y recuerda cómo acompañaba a su padre, eterno fiscal de cruz de guía, cuando apenas la cofradía reunía ochenta o noventa nazarenos. "Hay mucha ilusión, y todo lo que conlleva. Poner a punto y echar a rodar esta máquina necesita muchas conversaciones... Pero tenemos una hermandad con esas manos abiertas que nos enseñó don Eugenio Hernández Bastos, para que nunca se nos olvidara que todo es fácil, aunque las responsabilidades existan. No es un sinvivir, es un sin parar. Yo me siento orgulloso de ser hermano del Rocío". Y, por supuesto, lo más importante: escuchar a todos y cada uno de los hermanos para que se sientan partícipes de su hermandad, una cuestión clave para la evolución que la misma ha experimentado en estas últimas décadas. Cuvillo afronta sus últimos compases como hermano mayor, cargo del que se despedirá tras las elecciones del próximo mes de septiembre. Un broche de oro inmejorable y con una iglesia en perfecto estado.
Carretero y Moncayo
Sus antecesores también recuerdan, en estas conversaciones, el devenir de la cofradía. En su momento ostentaron otras obligaciones y responsabilidades, otros proyectos de igual trascendencia y atendiendo a los contextos de entonces. José Carretero (2003-2011), actual secretario del Consejo de Hermandades, asumió de primera mano el crecimiento exponencial de la cofradía, que culmina en esta coronación. Una coronación cuya materialización sí imaginaba. "Teníamos ese gran sueño de que la Virgen fuera coronada. Ya en 2007, al inicio de mi segundo mandato, se hablaba en el programa electoral de iniciar los trámites... Nos sonaba como algo extraño, sobre todo para una hermandad como nosotros. La tentativa existía, y ya el 5 de julio se cumplirá ese sueño. Y yo aún no me lo creo. ¿Esto va a ser verdad? ¿Todo este esfuerzo de veinticinco años? Pues sí. Dios quiera que sí".
Por su parte, en el mandato de José Antonio Moncayo (2011-2017) cristalizó este crecimiento imparable de una cofradía que ya rebasa los cinco mil hermanos. Además, entre otros proyectos, se estrenó el manto de salida actual de la Virgen del Rocío. Moncayo, que creció en la junta de Carretero, señala igualmente que aquella posibilidad de la coronación se antojaba remota, pero existía. "Junto a ese crecimiento uno empieza a creer que es posible, y así ha sucedido. La vida activa de la hermandad es total, no es solo la cofradía que resulta vistosa en la calle. Es la acogida que se le brinda a todos los hermanos para que participen, le damos la alegría de poder trabajar. El cariño incluso hasta a los no hermanos, que terminan convirtiéndose. E incluso tenemos connotaciones negativas, como la zona en la que nos encontramos, rodeados de hermandades y sin barrio como tal. Pero ahí estamos". Habla con la ilusión de un niño porque, precisamente, "la ilusión tiene que seguir intacta aunque cumplamos años, en cualquier faceta de la vida. Y en este hecho... Tampoco me lo creo, y me hace volver a mi niñez".
Además, ambos señalan una cuestión esencial: "Aquí vamos todos a una, ni rencillas, ni nada por el estilo. Nuestra época de hermanos mayores pasó y ahora, en la retaguardia, nos encontramos a plena disposición de la hermandad y de la junta de gobierno. Eso es lo importante. La unión". Acabada la conversación, los tres se marchan para continuar con sus labores. Se acerca la medianoche. Otro día de reparto de papeletas, de invitaciones, de imprevistos de última hora... Pero un día más de unión, de hermandad. De camino juntos. De Rocío hacia Redención. Del pasado a un presente que augura un futuro brillante.
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