La Pastora de San Antonio recorre triunfalmente el barrio de San Lorenzo
Glorias
La imagen hizo estación en la Parroquia de San Lorenzo antes de iniciar el itinerario de regreso
Estuvo acompañada musicalmente por la Banda de Música de Lora del Río
La Pastora de San Antonio se suma a las rogativas por la lluvia en su salida procesional
Coincido plenamente con algunas conclusiones de buenos amigos cofradieros: si no devolver, al menos revitalizar el esplendor que antaño las Glorias asumieron en la ciudad de Sevilla. Durante los siglos XVII y XVIII, las corporaciones letíficas irrumpieron con fuera en el panorama religioso local, donde alcanzaron una amplia nómina de hermanos, labraron un patrimonio material de primer orden y vertebraron la vida de nuestros barrios.
Especialmente significativo es el caso de la devoción a la Divina Pastora, advocación puramente sevillana que nuestra ciudad legó a la Iglesia. En la tarde de este sábado procesionó, por las calles de San Loreno, la Pastora del convento de San Antonio, una de las más antiguas que se veneran en la capital andaluza (se funda en 1730) y, por ende, en la geografía cristiana. En nuestra mano reside el impulso definitivo que requieren estas cofradías, por pura justicia para con nuestra propia historia y nuestro presente. La Virgen, delicadísima obra del XVIII atribuida a José Montes de Oca, salió en torno a las siete de la tarde de su sede canónica, portando manto bordado sobre terciopelo azul y acompañada de un exorno floral festivo a la par que elegante.
En el vídeo podemos observar su discurrir por la calle Santa Clara, con la torre de San Lorenzo al fondo, antes de girar hacia Santa Ana y acompañada por la Banda de Lora, que se estrenaba para la ocasión y ofreció buenas impresiones. Obsérvese con detenimiento varios detalles: la mariposa en uno de los corchos, un cesto en la trasera del paso con numerosas frutas o los extraordinarios respiraderos del XIX que fueron ampliados hace unos años para adaptarse a las dimensiones de la nueva parihuela. Y, por supuesto, la belleza recogida de la imagen, con su particular giro de cabeza que conecta, directamente, con el Divino Pastorcito y todos los fieles.
Una ocasión ineludible para saborear, en todo su contexto y plenitud, una devoción que se ha superpuesto a la propia historia y resiste en lo más íntimo de la religiosidad popular de Sevilla.
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