El Palquillo

Así está la Virgen de la Amargura en la Capilla Sacramental de San Juan de la Palma

La Amargura en la Capilla Sacramental de San Juan de la Palma

La Amargura en la Capilla Sacramental de San Juan de la Palma / Fran Santiago

Durante estos días en los que la Hermandad de la Amargura ha celebrado sus cultos al Señor del Silencio (una relevación de otros tiempos cuando sube al altar mayor), la imagen de la Virgen abandona su camarín y se ubica en una de las hornacinas de la Capilla Sacramental de San Juan de la Palma. Esta zona del templo se postula como uno de los pocos enclaves que conserva la primitiva factura mudéjar, posiblemente de finales del siglo XIV y o principios del XV. De este modo, no son pocos los cofrades que acuden a la capilla para observar, de cerca y pausadamente, a la Virgen de la Amargura, cuyo gesto imponderable se pierde por el mismo vacío de su hornacina y traspasa las fronteras de la iglesia y de nosotros mismos. 

La Amargura de Sevilla La Amargura de Sevilla

La Amargura de Sevilla / Fran Santiago

La Amargura y San Juan La Amargura y San Juan

La Amargura y San Juan / Fran Santiago

En estas soberbias fotografías del bueno de Fran Santiago, la Amargura y San Juan mantienen su particular e intransferible diálogo, una conversación con retazos de ausencia y volátiles pensamientos. Todo esfuma a cada instante, nada permanece más que el propio estar indefinible de la Virgen. De aquel telón que cayó en noviembre solo queda una de sus bambalinas: el septenario de la Amargura, que regresará a su altar mayor para, desde las alturas, divisar el horizonte de un nuevo Domingo de Ramos. 

La capilla

Esta capilla se remodeló entre 1934 y 1935 bajo la dirección del arquitecto Manuel Gómez y fue entonces cuando se colocó la actual decoración de yeserías y techo abovedado con casetones del segundo tramo. Acoge el Sagrario del Santísimo Sacramento y el culto principal de la Hermandad de la Amargura. A ambos lados del retablo permanecen las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, de finales del siglo XVIII.

La Inmaculada que recibe culto en el retablo de los pies de la capilla pertenecía al retablo mayor y con la remodelación de este para adecuarlo al culto de la Virgen de la Amargura, la imagen fue transformada como bulto redondo en 1960 por Francisco Buiza. Desde entonces permanece en esta ubicación.

La capilla guarda interesantes pinturas: la mejor de todas ellas es La caída del maná, atribuida a Lucas Valdés, c.1700. Además de esta, hay una copia de La apoteosis de la Eucaristía de Herrera el Mozo y de la Última Cena de Murillo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios