Chabolas con aire acondicionado
El suministro eléctrico y de agua revoluciona la forma de vida en el Vacie, donde ahora se ven pantallas de plasma y piscinas portátiles. Los niños alertan de la presencia de ratas pero hay menos suciedad.
El termómetro de la glorieta de San Lázaro marca 42 grados a la una de la tarde. En la rotonda que da acceso al asentamiento chabolista del Vacie juegan unos niños. Van descalzos o en chanclas, pese a que el suelo está lleno de cristales. Dos pequeños que casi no saben andar todavía intentan encaramarse en lo que queda de una bañera. A unos metros otro llena una piscina portátil de plástico con una manguera.
Ni a simple vista ni según la opinión de los vecinos se percibe que el poblado haya menguado y que el número de habitantes haya descendido casi un 40% en los últimos tres años. "Cuidado, señor, no se vaya a asustar si ve alguna rata. Las hay bien gordas", advierte un adolescente de 14 años que ejerce de guía improvisado por el interior del barrio. Cuesta encontrar a alguien que quiera hablar de cómo es el Vacie, de cómo se vive allí. Y menos si hay una cámara de fotos de por medio. Hace años había una persona que ejercía de portavoz y denunciaba los problemas del poblado, pero fue realojado en otra zona de la ciudad. Quien le suplió en sus funciones está ahora en Galicia y su hija se niega a hablar.
"Quizás allí", dice, y señala una casa en la que vive una mujer que lleva más de 34 años en el Vacie. "Lo siento, estoy muy cansada de vivir aquí, he denunciado muchas veces lo que ocurre y no ha servido de nada", explica. Es cierto que vive entre cartones en un sitio insalubre, en el que las temperaturas en verano son extremas, pero también lo es que las condiciones de vida en el Vacie han mejorado mucho en los últimos años.
El Ayuntamiento ha dotado su casa, como las del resto del poblado, de luz eléctrica. En la chabola hay un aire acondicionado tipo split y una pantalla plana de 40 pulgadas, entre otros electrodomésticos que hace unos años serían impensables en una chabola, sobre todo sus inquilinos sólo podían conseguir electricidad robándola de las farolas. En julio de 2011, Urbanismo abrió caminos en el poblado para sustituir cuadros eléctricos e instaló farolas nuevas.
Otro de los servicios facilitados por el Consistorio es el agua corriente. Atrás quedan las imágenes de chabolistas cargados con garrafas de plástico en carros de la compra buscando fuentes para conseguir agua. Ahora tienen agua suficiente para llenar las piscinas portátiles con las que los más pequeños se refrescan ante las altas temperaturas de estos días. Y, pese a que los niños adviertan de la presencia de ratas, el asentamiento no está especialmente sucio. Al menos no tanto como a mediados de la década pasada.
En cuanto a la población, los propios habitantes creen que no ha variado mucho, pese a lo que reflejan los datos facilitados la semana pasada por el Ayuntamiento. "Es cierto que están sacando gente, pero lo están haciendo muy despacio. De vez en cuando sacan a dos o tres familias, pero por cada familia que sacan entran tres", dice el Tío Moisés mientras riñe a un niño que se tira a la piscina desde el techo de una casa cercana. "El problema es que pasan los años y seguimos aquí, y nuestros hijos se casan y ponen una chabola nueva al lado de la casa de sus padres. Hay generaciones enteras que se han criado aquí".
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Contenido ofrecido por el Ayuntamiento de Rota