Doce meses al ralentí
Balance del año
La falta de liquidez y colaboración entre administraciones frustra los proyectos de Ikea y la Gavidia y deja vacías las Atarazanas · Zoido se enreda en su partido y se aferra a lo cotidiano para no perder fuelle
Sevilla despide hoy el año con la sensación de que poco o nada se ha avanzado en los últimos doce meses. La percepción se recoge en algunos sondeos de opinión en unos porcentajes que no se corresponden con el desgaste que debería tener el alcalde de la ciudad a estas alturas. A pocos meses del ecuador del mandato, en la memoria de los sevillanos no hay grandes novedades con el cuño del gobierno de Juan Ignacio Zoido. Sólo proyectos bloqueados y algunas puestas de largo de obras con la firma de Alfredo Sánchez Monteseirín, como el nuevo Fibes o el Muelle de Nueva York, que el PP intentará convertir en suyos en los próximos años a base de mejoras e innovaciones en las que ya está trabajando.
El único destello claro que ha cegado a los sevillanos es el de las luces de Navidad y el mapping que ha repetido con éxito de crítica y público. Qué frivolidad, piensan algunos. Una crítica que el gobierno local intenta rebatir argumentando que todo ello forma parte de una estrategia más global: vender la marca Sevilla en el exterior y conseguir que las inversiones y los inversores -desde grandes empresas a turistas- vengan a la ciudad y generen riqueza. Un arte que se está llevando a cabo en estos momentos con pocos recursos económicos, prácticamente con el único coste económico de la imaginación de los técnicos municipales y el denominado marketing de emboscada. La idea es vincular Sevilla a eventos deportivos, al cine, a la música... sin invertir en ello un solo euro. Un ejemplo: el karaoke de la Plaza de San Francisco ha sido visto ya en internet por más de 20.000 personas de más de 70 países. Eso dicen.
El turismo encierra las mayores oportunidades de crecimiento para Sevilla en estos momentos, pero no conviene olvidar que es un sector también en retroceso y que, en cualquier caso, convertir a Sevilla en turismo navideño, por poner un ejemplo, llevará más de un mandato.
La creación de empleo y la activación de la economía, a corto plazo, está en proyectos como Ikea o Decathlon, que ya se cansó de esperar. Ya hay alguno en marcha, como el centro comercial del Higuerón Sur, pero también se está hablando de años para que florezcan sus brotes verdes en la economía local. El urbanismo se ha usado en este año como arma arrojadiza entre administraciones en un curso de congresos políticos que ha estado marcado también por los intereses partidistas y que ha favorecido la dispersión. Solo el mercado gourmet de las Naves del Barranco se ha vendido como un avance -y todavía están por empezar las obras- y ya se piensa en otro similar.
Sevilla ha vivido doce meses al ralentí, tal vez porque no había tampoco gasolina suficiente para acelerar. El combustible se ha buscado fuera y dentro de la ciudad. El gobierno de Zoido asegura que no tiene otro remedio, pero lo cierto es que ha subido los impuestos y ajustado las condiciones de sus empleados en contra de lo que mantuvo nada más llegar a la Alcaldía. Donde dije digo ahora miro, veo las cuentas y digo diego. Zoido está convencido de que seguirán saliendo facturas por pagar del baúl de los recuerdos de Monteseirín y Torrijos y, de hecho, ha reservado en el presupuesto para 2013 una partida para esos imprevistos.
La situación no es fácil y quizás por ello la estrategia del actual Ayuntamiento está siendo huir de la confrontación. Dos no confrontan si uno no quiere y Zoido asegura que quien quiere es siempre Griñán y sus consejeros. Cierto es que podría haber adoptado una postura más dura tras el carpetazo que la Junta ha dado al Metro de Sevilla, por ejemplo. O ante los impagos de las ayudas a la dependencia o a programas de empleo como Redes. Mucho más motivo habría en ello que en haberse enredado durante meses en la rehabilitación de Santa Catalina. Nadie dice que alguno de estos asuntos acabe en los tribunales. Tiempo al tiempo. Pero, antes, lo sensato sería buscar otras soluciones, pues todavía están algunos esperando que Zoido cumpla su palabra y les devuelva la fianza de los parkings paralizados. Y no sólo de podas y parches de asfalto en la calle puede vivir un gobierno local.
O sí. A Zoido la micropolítica en la que se ha hecho un experto le está salvando los muebles. Al ciudadano medio le importa poco, incluso nada, la polémica originada tras el traslado del Caixafórum de las Atarazanas a la Torre Pelli. Incluso el rascacielos indultado por la Unesco tras la mediación del alcalde, que se trasladó en persona a San Petersburgo para defender el proyecto y evitar que Sevilla entrase en la lista negra. A la mayoría le llega más que los operarios de Parques y Jardines lleguen un día a La Negrilla y poden una hilera de árboles que jamás conocieron las tijeras. Por eso la descentralización de los distritos, en la práctica, será una herramienta excelente al servicio del gobierno de Zoido, que conoce ya perfectamente qué quiere cada vecino y qué se le puede dar, que cueste poco dinero. Sólo es cuestión de establecer prioridades y casi todos contentos.
El principal objetivo para 2013 es limpiar la ciudad a base de zafarranchos y batidas con grúa y coches ponemultas, que eso además reporta beneficios a las arcas municipales. Y, sobre todo, mantener la paz social y a Sevilla libre de escándalos. Y en eso el gobierno municipal acaba el curso con un aprobado.
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