"Me pusieron dos escoltas, cambié de casa y de coche"

plaza nueva · Felipe José Pareja Collantes

El asesinato de su amigo Rafael Padura es el peor recuerdo de un magnífico balance como concejal entre 1983 y 1987, tres años con el PDP, uno más en el grupo Mixto cuando Fraga dejó de rimar con Alzaga.

Felipe Pareja.
Felipe Pareja. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Correal

25 de noviembre 2016 - 23:00

Nunca ejerció de abogado, pero con el Derecho que le enseñaron Clavero, Lojendio y Pelsmaeker, Felipe Pareja (Sevilla, 1937) tumbó el Plan Centro del Ayuntamiento socialista de Manuel del Valle en los ochenta. Su apellido es enseña de Francos.

–¿Hubo más de uno?, preguntó una vez Eduardo Galeano al ver el nombre de la calle...

–¡Menudo susto se llevó Manolo del Valle cuando le dije que la asociación de comerciantes se llamaría Francos-Gallegos-Salvador.

–¿Lo busca la política o la busca usted?

–Me llamó Pedro Albert. Mi familia no quería que me metiera en líos, busqué un sustituto, Ricardo Roldán, pero la mujer también le había dicho que no.

–¿Tenía experiencia política?

–Participé con Clavero en Unidad Andaluza hasta que Benjumea nos cortó la financiación.

–¿Cómo nace Lanas Pareja?

–La tienda la abre mi padre el 8 de julio de 1936 y el 18 la tuvo que cerrar. Era apolítico y un coronel le dijo que tenía que colaborar. Le dio un salvoconducto para ir a por lana a Béjar y se puso a hacer chalecos para el ejército del Sur. A treinta céntimos por chaleco, los hacían cuarenta mujeres que trabajaban en la fábrica.

–Usted nace un año después...

–Tres hermanos nacieron en la República y la pequeña en la posguerra. Yo soy niño de la guerra.

–¿A los socialistas los conoce en la Facultad de Derecho?

–Felipe González iba con una camisa a cuadros, unos pantalones vaqueros; se sentaba en los pasillos y no hablaba con nadie.

–Fue concejal de 1983 a 1987. El esplendor del PSOE...

–Estaban sobrados. Nos decían: si no queréis venir, no vengáis. Yo iba todas las mañanas y por las tardes a la tienda. Un día, en verano, no había nadie en el Ayuntamiento y llegué a ser alcalde de Sevilla diez minutos. Tuvieron que llamar a un concejal socialista que estaba malo en la cama.

–¿Les tumbó el Plan Centro?

–Conseguimos quitar la ORA, precedente de la zona azul. Guillermo Gutiérrez decía que él acababa con el tráfico en el centro poniendo cuatro guardias.

–¿La relación fue buena?

–Buena no, magnífica. Mi padre perdió el control de la cabeza y empezó a mejorar con unas pastillas que me recetó el concejal comunista Fernando Villamil. Mi suegro murió en el Vigil de Quiñones, había huelga general y un piquete en la Venta Ruiz. Guillermo Gutiérrez dio orden de que me permitieran llegar al hospital.

–Su hijo también fue concejal...

–José María, el segundo de los cinco. Con quince años me lo llevaba a los plenos. Es mejor que yo de aquí a Perú. Preparadísimo. Lo dejó porque frenaba su carrera.

–¿Sigue recordando a Padura?

–Eso no lo olvidaré jamás. La máxima ilusión de Rafael Padura era presidir la patronal sevillana y a los cuatro meses lo mataron. El Grapo quería dar el golpe en cinco ciudades. En Sevilla tenían tres blancos: Manuel Otero Luna, director del hotel Inglaterra, Rafael Padura y yo. Lo eligieron a él porque su taller en la calle Oriente les hacía más fácil la huida.

–¿Lo amenazaron?

–Me mandaron varias cartas. Me pedían diez millones de pesetas, decían que era una cantidad muy pequeña para lo que explotaba a los trabajadores. Alfonso Guerra llamó a Manolo del Valle para que me pusiera dos municipales de escolta. Cambié de casa y de coche. Pusieron pintadas amenazantes en El Siglo Sevillano. La hermana de Padura me dijo que dejara la política, pero eso a mí me parecía una incongruencia.

–¿Sigue Lanas Pareja?

–Lo vendimos. Las mujeres no hacen punto. Las chicas cuando se echaban novio lo primero que le hacían era un chaleco. La puntilla fueron los grandes almacenes.

–Francos es calle muy cofrade.

–Con 17 años dejé de salir de nazareno. Tengo caseta propia, pero no me gusta nada la Feria.

–¿Qué se llevó del Consistorio?

–La amistad de mis adversarios y la de casi todos mis compañeros.

–¿Le benefició ser cuñado de Nicolás Salas, que dirigía el ‘Abc’?

–Está casado con mi hermana Antonia. Jamás le pedí un favor.

–¿Por qué Felipe?

–Por mi abuela Felipa, montañesa. Me traumatizó no conocer a ninguno de mis abuelos. Tengo cinco hijos y diez nietos. He hecho las bodas de oro con Rosario.

–¿Sus mejores maestros?

–Los libros y los viajes.

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