Sevilla

Fernando de Parias Merry y las Transiciones

En los Reales Alcázares, el Rey preside en 1976 un Consejo de Ministros, con Fernando de Parias a la derecha.

En los Reales Alcázares, el Rey preside en 1976 un Consejo de Ministros, con Fernando de Parias a la derecha. / D. S.

En estos tiempos de crispación social; de desmadres ideológicos y personales; de primacía de los afanes personales sobre la búsqueda de una vida armónica entre ciudadanos iguales en derechos y obligaciones; y de una visión de la política cotidiana como un ejercicio de condena y eliminación de los adversarios o contrincantes, quizás convenga hacer una mínima reflexión sobre las transiciones ocurridas entre 1975 y 1978. Porque no hubo una única Transición… Se produjeron varias Transiciones. Y en todas ellas tuvo un cierto y meritorio lugar Fernando de Parias.

En primer lugar, hubo una propuesta de Pacto entre la Corona y los distintos territorios o antiguos Reinos de España. El 22 de noviembre de 1975 –sólo dos días después de muerto el dictador Franco-, Juan Carlos I –en su discurso de toma de posesión como Rey y ante las Cortes procedentes del régimen anterior– llegó a decir: “Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del Reino y del Estado las peculiaridades regionales como expresión de la diversidad de pueblos que constituyen la sagrada realidad de España. El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición”. En esa Sesión estaba Fernando de Parias, como Procurador en Cortes.

En segundo lugar, y después de que el Rey hubiera sustituido a Arias Navarro por Adolfo Suárez, en 1976, el pueblo español votó en referéndum la Ley de Reforma Política, la cual –se esté de acuerdo o no– fue el instrumento legal clave para llegar a la convocatoria de elecciones libres en 1977 y para abrir el proceso que dio origen a la Constitución Española de 1978. Pues bien, Fernando Parias, como procurador en Cortes, –y como Miguel Primo de Rivera y Urquijo, por ejemplo–, fue uno de los votantes favorables a la apertura de dicho proceso, en contra de los que querían perpetuar el franquismo.

En tercer lugar, desde el Ayuntamiento de Sevilla hubo que generar un proceso que permitiera la transición ordenada y educada entre el viejo y el nuevo orden político. Fernando de Parias contribuyó a ello en gran medida, con su gestión pública y con su estilo personal, como último alcalde de Sevilla procedente del régimen anterior. Hizo realidad con su política y con su manera de actuar un nuevo período de conciliación y de diálogo entre quienes parecían condenados a enfrentarse permanentemente.

Pero hubo unas Transiciones más profundas: la transición del odio y el rencor a la voluntad de construir juntos un mundo más habitable para todos los ciudadanos; la Transición de la supremacía de los intereses sagrados de las clases dominantes a la búsqueda de la mejora cotidiana de la condición de vida de unos y otros; la transición del desprecio hacia los inferiores a la mirada social y compasiva para todos; la transición del estilo del “ordeno y mando” a la práctica de la actitud de “vamos a ver cómo arreglamos los problemas en común”… Pues bien, en estas últimas y profundas transiciones, desde mi punto de vista y por mis experiencias personales, Fernando de Parias fue también un ejemplo de estilo.

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