La real puerta por la que el siglo XIX entró en Sevilla

Metrópolis | Calle Alfonso XII

Señorial. Calle de palacios, en uno de ellos se levantó en 1967 El Corte Inglés. Acoge el Colegio de Farmacéuticos, la Escuela de Estudios Hispano-Americanos y tres cofradías: el Silencio en los impares, Santo Entierro en los pares y el Museo

Casas número 27 y 29 de la calle Alfonso XII, ambas obras modernistas de Aníbal González.
Casas número 27 y 29 de la calle Alfonso XII, ambas obras modernistas de Aníbal González. / Víctor Rodríguez

LA Biblioteca Pública de esta calle lleva dos décadas cerrada. Sólo hay un chino en el solar y en la puerta se turnan los mendigos con el vino peleón y los enseres de la indigencia. Cuando estaba abierta, en una mesa redonda, Antonio Cascales proclamó que “el siglo XIX entró en Sevilla por la calle Alfonso XII”. Otros siglos también. Dice la leyenda que fue la primera calle por la que entró en Sevilla Fernando III después de conquistarla; y los libros de Historia que por ella accedió Felipe II en su visita a la ciudad.

Desde el siglo XIII se llamó calle de Armas. No prosperó el intento de ponerle calle Once de Junio para conmemorar la fecha de la proclamación de la efímera Primera República. Se llama Alfonso XII desde 1883, dos años antes de que falleciera con 27 años el rey titular de la calle, el de la película con Vicente Parra y Paquita Rico. España llevaba medio milenio sin otro Alfonso con corona, desde aquel Alfonso XI (1311-1350), padre de Pedro el Cruel o el Justiciero, a gusto del consumidor. Pasaron tres lustros y dos Repúblicas para que llegara y se fuera otro Alfonso.

Alfonso XII es un brazo de historia y de casas señoriales que va del Duque hasta la Puerta Real, de la estatua de Velázquez a la de Murillo. La Plaza del Duque de la Victoria debe su nombre a uno de los títulos del general Espartero, otro fragmento del siglo XIX. El 8 de marzo de 1967 abrió sus puertas El Corte Inglés en el antiguo palacio de Sánchez Dalp. El Bar Duque es más antiguo. Lo fundaron montañeses. Muy frecuentado por el personal de los grandes almacenes, tiene 24 tipos diferentes de bocadillos, doce de platos combinados y unos camareros diligentes con manos de croupier y voces de tenor.

Es una calle con cofradías de solera y devoción. En los pares, el Santo Entierro. En los impares, el Silencio, que tuvo de hermano mayor a Mateo Alemán, autor del Guzmán de Alfarache. En el Diccionario Histórico de las calles de Sevilla, Rogelio Reyes cuenta que esta calle aparece en otros dos clásicos de la picaresca, El diablo cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, y Vida de Marcos de Obregón, de Vicente Espinel.

La calle arranca en La Campana con una tienda de Zara y Seguros Ocaso. Frente al bar Duque está la tienda de ropa Punto Roma, que fue Sevilla Rock. Estuvo el hotel Venecia y el tiempo preservó una leyenda: “Tienes más mala cara que los pollos de Simago”. Simago fue después Mark & Spencer. “A mí me encantaba, porque tenía ropa de mi talla”, dice Rafael Valero, guía de esta calle. “Cuando lo cerraron, tuve que ir a comprarla a Gibraltar”.

La capilla de Jesús Nazareno, sede de la hermandad del Silencio, comparte espacio con la iglesia del antiguo hospital de San Antonio Abad, siempre llena de devotos de San Judas Tadeo, Santa Rita de Casia y San Cayetano. La iglesia de San Gregorio, sede parroquial del Santo Entierro, fue conocida también como iglesia de los Ingleses. Pertenece a una orden de monjes mercedarios. Uno de ellos, gallego, con quinquenios de misionero en Brasil, se dispone a oficiar la misa de diez y media en un altar presidido por el Cristo Yacente de Juan de Mesa. Frente a San Gregorio, el Mesón del Serranito, el primero que abrió este influencer taurino que recoge firmas para que José Tomás toree en Sevilla y no sólo en Aguascalientes.

El platino fue descubierto por el almirante Antonio de Ulloa, que nació en la calle perpendicular que lleva su nombre y une Alfonso XII con Monsalves, donde estuvo la presidencia de la Junta en tiempos de Borbolla. El platino es la medida simbólica de los 75 años que cumplió no hace mucho la Escuela de Estudios Hispano-Americanos. En la entrada, una estatua de Elio Antonio de Nebrija. Su Gramática sale el mismo año 1492 que capitula Granada y Colón descubre América. La Escuela la dirige Salvador Bernabeu, especialista en el viaje y tornaviaje de Magallanes y Elcano. De ese escenario trata uno de sus libros, que está en la sala de exposiciones: Un océano de seda y plata: el universo económico del Galeón de Manila.

En la Escuela estuvo la redacción de El Noticiero Sevillano, el periódico que fundó y dirigió Peris Mencheta. El jardín es lo primero que se ve desde la casa de Rosanna, vecina de Alfonso XII esquina con Santa Vicenta María. Extremeña de cuna, invita a sus amigos a ver las cofradías que pasan por la calle. Amiga de los cineastas sevillanos, hizo un papel de noble holandesa en La peste, de Alberto Rodríguez, y otra aparición en ¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo en la que también sale Andrés Iniesta.

La tercera hermandad de la calle es el Museo, vinculada al convento de la Merced y al Museo de Bellas Artes. La calle Alfonso XII cuenta con la segunda pinacoteca española. Está en un compás de espera entre los centenarios de Murillo y de Valdés Leal. Calle con palacios como el de Casa Galindo, que reformó Rafael Manzano, o el de Cavaleri. Alfonso XII tiene tres casas de Aníbal González de su etapa modernista: los números 21, 27 y 29. En una de ellas vivió y murió en julio de 1936 el pintor sueco Jovinge que protagoniza la novela de Nicolás Salas Morir en Sevilla.

La vida tiene miga. Es la contraseña de Piquis Labis, nuevo local que ha abierto en los pares, esquina con Jesús de la Vera-Cruz, y en los impares, con Almirante Ulloa, el ilustrado del Platino. Dicen que en tiempos en esta calle hubo hasta carreras de caballos. Con otras carreras, las de Pineda, se movían los socios de la Peña Hípica El Búcaro, que tuvo su sede en esta calle. Muy cerca del local de la CGT (Confederación General de Trabajadores), la tercera vía al bipartidismo sindical, con sendas pancartas del 1 de mayo y del 8 de marzo convocando una huelga feminista.

El Colegio de Farmacéuticos de Sevilla se crea en 1916, pero sus precedentes se remontan a la Congregación de Boticarios, que desde marzo de 1591 tendrán sus Ordenanzas. La sede actual la inauguró el presidente Chaves el 1 de diciembre de 1999. Castrillo firma los retratos de los presidentes desde hace siete décadas. Entre 1975 y 1982, de la muerte de Franco a la llegada de los socialistas, presidió el Colegio Rafael Álvarez-Colunga, protagonista de la Transición como empresario y ciudadano. Los tres hitos del Colegio de Farmacéuticos fueron la Facultad de Farmacia, la Fundación Avenzoar y la Fundación Mehuer (Medicamentos Huérfanos y Enfermedades Raras).

Richard Ford recomendaba a los turistas ingleses que llegaban a Sevilla en invierno que buscaran acomodo en la calle de Armas. “Esta calle era un barrio”, dice José Luis Brenes, más de medio siglo despachando fruta en Alfonso XII. La frutería la abrió su padre, Antonio Brenes. Entre tomates y naranjas, los colores de su bandera frutal, hace una radiografía de lo que fue la calle por la que pasaba el tranvía de la Puerta Real. En el estanco que ahora regenta Sergio Paluzo en cuarta generación estuvo el primer Quitapesares de Pepe Peregil. La tienda de comestibles eran unos futbolines. La Pescadería Huelva la regentaba Pichardo, pescadero de Rociana. La tienda El Cuadro era el bar Portilla. El bar Caliche era una tienda de comestibles de Paco Cruz, que se casó con una mujer que cosía remiendos y carreras de las medias. La lista es tan larga como su memoria: Manolo el carnicero; Román y Julián, los barberos; la churrería; la tienda de chucherías... La frutería estaba al principio en los impares, junto a la capilla de las Mercedes. Ahora está en los pares, junto a la papelería-copistería Alfonso XII donde despacha Juan Carlos Lobo, barcelonés de cuna, cónsul de la Tabarnia de Boadella en Sevilla.

El mismo día que el rey Juan Carlos I, bisnieto de Alfonso XII, anunció su retirada de la vida pública, Aurelio y Julia ponían fin a casi medio siglo al frente del bar La Gallega, el primero de la Puerta Real, que es como la popa de esa proa que sería la primera en la Campana. Juan Jesús López, joven empresario del bar Caliche, entre Gravina y Bailén, las calles de las pensiones, se ha hecho cargo de La Gallega para aumentar la oferta sin abandonar la zona. En Caliche se reúne una clientela heterogénea: Sandra, pintora, o Jorge Rolleston, a quien el vecindario conoce como el inglés de la Puerta Real. “Mi padre era marino de la Royal Navy, atracó en Sevilla y se enamoró de una sevillana”. Vive en la Pensión Bailén, donde trabaja de recepcionista.

Del Alfonso XII a Felipe VI, del tranvía a los autobuses turísticos

Los dos últimos años de vida de Alfonso XII coinciden con los dos primeros de esta calle con su nombre. En 1931, el año que la República obligó al destierro a su hijo Alfonso XIII, pasó a llamarse calle Catorce de Abril. En 1936 recupera la anterior denominación. La casa 63 es de Juan Talavera. Enfrente, la casa más antigua, con el cartel de calle de Armas. Ya no pasa el tranvía. Lo que más se le parece son los dos autobuses turísticos. Nuevos tiempos en la España de Felipe VI, el tataranieto del rey de la película de 1958 que dirigió Luis César Amadori. ¿Dónde vas, Alfonso XII? Con el por delante, del Duque a Torneo, del casco al río. Muchos oficios en la calle y una Oficina de Empleo en la esquina con García y Ramos. Otro pintor.

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