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Jornadas sobre el futuro del agua

  • Los expertos que participaron en el encuentro organizado por Emasesa abogan por un pacto nacional con el que afrontar los periodos de sequía y los efectos del cambio climático

Un recurso limitado que requiere la implicación de todos. La sequía y el cambio climático protagonizaron ayer la jornada sobre El Futuro del Agua que organizó Emasesa. Sobre estos dos fenómenos meteorológicos hablaron los especialistas que intervinieron en las distintas ponencias. Todos coincidieron en la necesidad de que las administraciones públicas y la sociedad en general se pongan de acuerdo a la hora de crear pautas comunes sobre la gestión y el abastecimiento de este bien natural, de ahí que ya se hayan dado los primeros pasos para la elaboración de un plan del agua a nivel nacional. Ejemplo de esta implicación conjunta fue el protocolo de colaboración firmado en el transcurso de dicha jornada –celebrada en el restaurante Abades Triana– entre el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Antonio Carlos Ramón.

El regidor hispalense fue uno de los primeros en tomar la palabra. Lo hizo en el acto de apertura, junto al consejero de Medio Ambiente, José Fiscal. Espadas recordó los años en los que desempeñó distintas responsabilidades en la Consejería de Medio Ambiente, en concreto, la época que coincidió con la sequía más grave que ha vivido la capital andaluza en el último cuarto de siglo, aquélla que se desarrolló en los años posteriores a la Expo 92. Un periodo al que harían referencia diversos ponentes. El alcalde detalló que en 1994 el sistema de abastecimiento de Sevilla sólo contaba con un 8%de su capacidad de embalse. Hubo que establecer severas restricciones. Las medidas que se tomaron entonces y la manera de gestionar la sequía se convirtieron –en palabras de Espadas– en “un referente a nivel mundial”. Esta misma expresión fue utilizada por la directora general del Agua en el Ministerio de Medio Ambiente, Liana Ardiles, quien hizo hincapié en “el punto de inflexión” que han supuesto los últimos periodos de sequía vividos en España para elaborar planes con los que estar prevenidos para épocas de escasez de lluvias. “Los primeros planes especiales de sequía se aprobaron hace diez años. Ahora estamos en proceso de renovación para mejorarlos y, sobre todo, para analizar qué hacemos en un escenario marcado por el cambio climático”, refirió Ardiles. En este punto, destacó la necesidad de contar con un Plan Nacional por el Agua, “que ha de construirse desde el consenso y dotarlo de un carácter de permanencia”.

Este plan se convierte en un proyecto “esencial” en un país “árido”, marcado por una “irregularidad hídrica”. “España se caracteriza por dos fenómenos meteorológicos extremos: las sequías y las inundaciones”, aclaró esta especialista, quien puntualizó que las medidas que se tomen para ambos “sólo mitigan sus efectos, pues no hay una solución que proporcione el riesgo cero”. Dentro de este ámbito hay que diferenciar entre sequía coyuntural y estructural. La primera hace referencia a los periodos de escasa pluviometría, mientras que la segunda concierne a la falta de recursos hídricos. “Se puede sufrir una sequía meteorológica, pero tener agua suficiente para garantizar, al menos, el consumo humano”, señaló la representante del Ministerio de Medio Ambiente. Para intentar tener una importante reserva de agua resulta fundamental tomar varias medidas básicas, que han de venir precedidas del conocimiento del clima y del territorio donde se gestiona dicho recurso natural. Una de esas medidas consiste en el imprescindible desarrollo de la campaña que conciencie a los ciudadanos de la necesidad de ahorrar en el consumo de este bien escaso. “Cada gota de agua cuenta. El agua sólo se sustituye con agua, no ocurre como con otros recursos”, aseveró Adiles. Los últimos años se han aprobadom tres decretos para desarrollar planes contra la sequía en las cuencas del Segura, el Júcar y el Duero. Actualmente se está tramitando la del Guadalquivir. El presidente de esta última confederación hidrográfica, Antonio Carlos Ramón, también se refirió en su intervención al periodo de sequía vivido en la década de los 90. Recordó que en 1995 sólo se contaba con 268 hectómetros cúbicos en los embalses de la cuenca del Guadalquivir. Una situación de crisis que provocó la introducción de una serie de mejoras que han servido para estar prevenidos ante nuevos periodos en los que las lluvias resultan escasas. “A partir de entonces entraron en servicio varios embalses que a día de hoy aportan el 40% del suministro”, puntualizó el presidente de la CHG, quien hizo un llamamiento para “seguir buscando recursos hídricos”, comolas aguas subterráneas, la depuración de las residuales y las desaladoras, a lo que hay que añadir “un mejor control en la distribución del agua y evitar pérdidas en el abastecimiento”.

Asistentes a las Jornadas sobre el agua. Asistentes a las Jornadas sobre el agua.

Asistentes a las Jornadas sobre el agua.

También intervino el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Miguel Ángel Ródenas, quien detalló las características de una cuenca que sufre actualmente una dura sequía y que aporta agua a una extensión de terreno que supone el 30% de los regadíos del país, de los que salen al año cinco millones de toneladas de frutas y hortalizas. “Aquí se evidencia la necesidad de un plan nacional para mantener esa producción agrícola”, incidió Ródenas. Esta circunstancia motivó el polémico trasvase de agua desde el Tajo y que se hayan puesto en marcha medidas adicionales para la aportación de recursos hídricos, como la regeneración de aguas residuales y las plantas desaladoras. También tuvo su especial importancia la mesa coloquio sobre la gestión urbana sostenible del agua. Destacó en este apartado la ponencia de Jaime Palop, consejero delegado de Emasesa, quien partió de la base de afrontar la sequía como un “fenómeno normal” dentro del clima mediterráneo. “Hay que cambiar la forma de gestionarla”, destacó Palop, quien añadió que de este tipo de periodo “no se sabe cuándo empieza ni cuándo termina”. “Cada época ha tenido su sequía. La diferencia entre una y otra es la intensidad y los efectos”, refirió el consejero delegado de Emasesa, que también subrayó la que los sevillanos padecieron en la década de los 90. “Hubo cortes de hasta 14 horas y se metió agua no potable en las redes”, recordó este especialista, para quien el punto de atención no debe ponerse en la forma de gestionar el agua, sino “en la regulación”. “Hay que cambiar el énfasis. En lugar de aplicarlo a la gestión, centrarlo en regular la demanda”, recalcó Palop.

Junto a este control en el consumo, el representante de la empresa metropolitana de abastecimiento de agua puso también el acento en la merma financiera. “Ya no hay dinero público para afrontar infraestructuras nuevas o para su reposición. Las administraciones no lo ponen. Ahora estos proyectos los deben pagar las empresas que suministran el agua a través de las tarifas que pagan los ciudadanos”. Destacó que este precio se encuentra por debajo del de otros países europeos, donde se llega abonar entre seis y nueve euros por el metro cúbico de agua. La reducción del gasto público también se evidencia en la inversión para “obras de emergencia”.

“En 2004 se destinaban 900 millones de euros, ahora sólo 80”. En este sentido, trajo a la memoria la construcción del embalse de Melonares, gestionado en la sequía de los 90 y gracias al cual se garantiza un año más de agua para Sevilla en caso de que no lloviese.

Palop también se refirió a la necesidad que tienen las empresas de abastecimiento de adaptarse a los cambios sociales. “La sociedad actual es más madura y más culta, por lo que reclama su parte en la toma de decisiones”. Una afirmación que le sirvió para solicitar que las entidades encargadas del suministro del agua cuenten con órganos de participación

ciudadana. Para acreditar esta petición, lanzó una pregunta a los presentes: “¿Alguien puede aplicar hoy una restricción de 14 horas al día sin contar con la opinión de los ciudadanos? Sería imposible. Por ello hay que integrar a la sociedad en la toma de las decisiones”.

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