Maestro de la fina torería de la sintaxis

calle rioja

Paisanos. Antonio Crespo presentó en el Mercantil la quinta novela de Rafael Moreno. Paisanos de Estepa, cuando el primero regresó del Perú, le buscó editor y dibujo para la portada

Rafael Moreno firma un ejemplar de su libro. A su izquierda, Antonio Crespo.
Rafael Moreno firma un ejemplar de su libro. A su izquierda, Antonio Crespo. / M. G.

Un día después pasaría por esa calle el Heraldo y dos días más tarde la Cabalgata de Reyes Magos. Antonio Crespo había mandado un wasap a sus amigos en el que les decía que la cola del Mercantil era para el Belén, que la entrada para la presentación del libro de su amigo y paisano Rafael Moreno era libre y no había que guardar cola. Al final, acudiría tanta gente a este acto literario como la que se congregaba en hora punta en uno de los clásicos de la Navidad. En el Nacimiento de la primera planta, preparado por el propio Crespo, estaban Pilatos, Nicodemo, Caifás y san Juan. Sobre todo san Juan.

Su amigo el fraile(Punto Rojo Libros) es la quinta novela de Rafael Moreno Cereijo (Estepa, 1941). También es autor de una biografía del torero Juan Antonio Ruiz 'Espartaco', que acudió a la presentación de la obra de quien en tiempos llegó a ser su apoderado. El autor tiene cinco hijos (Rafael, Ramón, Trini, Ignacio y Borja), trece nietos y dos en camino, que son siempre los hipotéticos lectores para los que se dirige.

Fue apoderado y biógrafo de Espartaco, que estuvo en el Mercantil

Para que la novela tenga muchos más lectores (dejaron sin existencias a la editorial), hizo falta que Antonio Crespo, ostipense como él (gentilicio clásico de los de Estepa), regresara a España después de un periplo de más de treinta años por América (se marchó a Buenos Aires en diciembre de 1990, el año pasado volvió de Lima, Perú), comiera con su amigo y viejo colega del periodismo en la casa que Moreno tiene en Gines y se convirtiera en el benefactor de este proyecto literario. Antonio Crespo le buscó editor, su compañera, Asun, se encargó de la ilustración de la portada y él mismo se ocupó de presentar la novela con un protoensayo filosófico lleno de enjundia y de afecto y admiración hacia el autor.

Rafael y Antonio. Se llaman como Los del Río, aunque su cauce hidrográfico no sea el del Guadalquivir, sino el de las estribaciones del Genil que embellece de esa forma el acento de la gente de Estepa, de estos paisanos de la pionera de La Colchona, la firma que puso en el mundo los mantecados y polvorones de Estepa, y de su amigo común Rafael Escuredo, el abogado laboralista que en mayo de 1982 ganó con mayoría absoluta las elecciones a la Junta de Andalucía.

Dice Crespo que en las cinco palabras del Evangelio de san Juan con las que Moreno abre el libro está resumido lo que se cuenta en más de quinientas páginas: "La verdad os hará libres". El presentador paseó en su disertación por Antonio Machado, la verdad del poder en Agamenón, el poder de la verdad en su porquero; en cómo Unamuno veía en el error lo contrario de la verdad lógica y en la mentira lo contrario de la verdad moral. ¿Era yelmo de Mambrino o bacía de barbero? Disyuntiva de Quijote y Sancho con la que Cervantes, en palabras de Antonio Crespo, se adelantó algunos siglos al perspectivismo de Leibniz, Nietsche y Ortega. Que para uno de los maestros de la crítica taurina, no es un mal paseíllo.

Como ha vivido muchos años en Perú, Antonio Crespo cita con conocimiento de causa a Mario Vargas Llosa. En su discurso de aceptación del Nobel en Estocolmo, 10 de diciembre de 2010, dijo que "lo más importante que me ha pasado en la vida ha sido aprender a leer". Luego le han pasado muchas cosas, como saben incluso los millones de telespectadores que no han leído ninguno de sus libros. Aprendió a leer con el hermano Justiniano, en el colegio de La Salle de Cochabamba (Bolivia). Frase que recuerda lo que escribió otro premio Nobel, éste de 1962, John Steinbeck, que en las primeras líneas de Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros escribe: "Hay muchas personas que olvidan, cuando crecen, lo mucho que les costó aprender a leer". El presentador de la novela aprendió a leer en su Estepa natal con un fraile franciscano, el padre Martín Recio.

Antonio Crespo leyó el poema que Gerardo Diego dedicó a la media verónica y se lo dedicó a Rafael Moreno, a quien considera "maestro de la fina torería de la sintaxis". El poeta cántabro del 27 era amigo de Belmonte y está en la foto bautismal de esa generación, convocados por Ignacio Sánchez Mejías, el cuñado de Joselito. Curiosamente, el nombre que el autor elige para el protagonista de su historia. Una trama entre lorquiana y quinteriana con las cosas del campo de Muñoz Rojas.

Un mundo preindustrial donde a la ideología, esa palabra que ahora todo lo impregna, se le llamaba "maneras de pensar". Un estilo muy personal, de alguien que se deja llevar por su instinto de narrar lo que quiere contar, ajeno a las fórmulas de los profesionales de la literatura. No estamos ante un aficionado a la literatura. Rafael Moreno es un aficionado a la vida. El paisaje es un personaje más en esta historia que cuenta como un western andaluz, donde los primeros nombres propios son los de don Jerónimo y doña Consuelo, el médico del pueblo y la partera que asiste al nacimiento del protagonista. El segundo Nacimiento del Mercantil en la antevíspera de los Reyes Magos.

Estepa debió quedarse sin gente de todos los que fueron a la presentación del libro de su paisano. Su quinta novela después de Hijos del monte, La soledad del triunfo, Paca y En la piel del silencio. A la presentación acudieron compañeros periodista de los años de la Transición: María Esperanza Sánchez, Lola Cintado, Joaquín Petit, Mamen Otero. Y Gonzalo Crespo, hermano del presentador, que puede presumir de haber sido concejal socialista en los Ayuntamientos de Barcelona y de Sevilla. Artífice de la histórica entrevista que mantuvieron Tarradellas y Plácido Fernández-Viagas, predecesor de Escuredo en la presidencia de la Junta de Andalucía.

En Su amigo el fraile están en su salsa las "alcahuetas inconfesas" mientras el diablo mata moscas con el rabo. No busquen nada autobiográfico. El autor no es partidario de ese despelote literario. El comienzo promete: "Parecía un día como otro cualquiera, pero no lo era".

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