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Mañara, un santo sin canonizar

  • Leyenda. El vicepostulador de la causa de canonización del fundador de la Caridad, frenada desde hace treinta años, desmiente categóricamente las analogías con el Tenorio

EN la estatua de Antonio Susillo que está en uno de los laterales del palacio de San Telmo, escoltado por sus ilustres contemporáneos Velázquez y Martínez Montañés, se puede ver (fotografía inferior) a Miguel Mañara Vicentelo de Leca (1627-1679) llevando en brazos a un desvalido. Nació el año que murió Góngora y su generación del 27 es la que preside el hospital de la Caridad que fundó: "Los pobres, los míseros son mis señores".

Esas manos de la escultura de Susillo que revolucionan hasta la entrega más absoluta conceptos como caridad o misericordia mantienen su estela en las manos que proporcionan una silla de ruedas al náufrago subsahariano con hipotermia que ha llegado a Motril en una patera; que rescatan al superviviente del terremoto de Ecuador de los escombros de un edificio de Pedernales.

Nacido en el palacio de una familia acaudalada cuya estirpe estudió la americanista Enriqueta Vila, Miguel Mañara es uno de los grandes personajes de la ciudad. En 1985 se aportó al Vaticano el testimonio de sus "virtudes heroicas", pero tres décadas después su proceso de canonización sigue en un compás de espera. "El proceso no está muy avanzado", admitió ayer Ángel Antonio Faílde, vicario parroquial de la Magdalena y vicepostulador de la causa de canonización del fundador de la Caridad.

Faílde, un cura sevillano de padre gallego, estudió Derecho en la Pontificia de Salamanca y dedicó su tesis doctoral al tratado de Francisco José de Jaca y Epifanio de Moirán sobre la abolición de la esclavitud de los negros de África. Pero ahora todo su afán está en acelerar la causa de Mañara. Ayer animó a los sacerdotes sevillanos a hacerse eco en sus parroquias y destinos pastorales de la figura de un personaje muy popular distorsionado por la leyenda. Intervino invitado por la Universidad de Curas de Sevilla, la más antigua de la ciudad, fundada en 1250 por Fernando III.

"Su mayor experiencia de Dios le llevó a tener una mayor conciencia del pecado que le llevó a reconocerse como un terrible pecador". Esa premisa, en palabras de Faílde, llevó a "movimientos anticlericales, antieclesiales a asociar la figura de Mañara con don Juan Tenorio, con la leyenda del burlador de Sevilla. Una idea totalmente errónea. Pecador, sí. ¿Quién no tiene orgullo, vanidad o un poco de ira?".

Como el Tenorio, Mañara a los palacios subió y a las mazmorras bajó, pero ese descenso está en las antípodas de los tópicos que hacían las delicias de los viajeros románticos. "Su concepto de la misericordia tiene unas connotaciones corporales, físicas. En las reglas de la Caridad dice que hay que tocar al enfermo, al difunto. Y al más anciano de los acogidos hay que besarle las manos en señal de veneración porque en él está el rostro de Cristo".

"Fui forastero y me acogisteis". Esa cita del Evangelio podría figurar en todas las fronteras donde se frena y se humilla a los refugiados. "No tengo que estar al lado del necesitado, del miserable, del moribundo", dice Faílde haciendo suyo el testimonio de Mañara, "no al lado, sino del lado del necesitado, del moribundo". Mañara solicitó para sus últimos días de vida el estatus de los acogidos más menesterosos.

Para los sevillanos es un santo, como Ángela de la Cruz o Marcelo Spínola, que fue párroco de San Lorenzo como ahora lo es Francisco de los Reyes Rodríguez, el sacerdote que presentó al conferenciante en la Casa Sacerdotal de la calle Becas. Un santo sin canonizar. "El santo no nace de la nada, los hace el pueblo". Quien minimiza la palabra caridad encontrará en la vida de Mañara su justa medida. "Lo que no sea estar con los que nada tienen es un altruismo raro, una beatería ñoña. Si fuera un sentimiento pasajero, hace siglos que la Iglesia habría desaparecido".

Pronto volverán a la carga con la causa de Mañara. "Muchas veces los papeles se devuelven porque falta algo, te piden una instrucción supletoria. La invasión francesa hizo barbaridades, dicen que los papeles se enviaron a Roma y se pudieron perder en París. También hubo un poco de desidia y estuvieron demasiado tiempo en el baúl de los recuerdos. Roma no tiene sólo los papeles de Mañara y Sor Ángela de la Cruz, tiene miles y miles de procesos pendientes". Faílde fue párroco en La Corza, Castilleja del Campo y Carrión de los Condes.

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