"En el Museo salí con cruz para aprobar una asignatura"

Le hizo a su padre una casa en la calle Cuna donde viven sus nietos Eva y Santiago. Javier Queraltó (Sevilla, 1943), historia viva de la arquitectura y el municipalismo. Aprende Inglés Coloquial.

-¿Por si le sale un proyecto con Norman Foster?

-Puedo hablar italiano, portugués, francés, inglés, los chapurreo. Hace dos años empecé a estudiar alemán y no aprendí nada.

-¿Va a Alemania porque Berlín es la capital de la arquitectura?

-Tenía muchas ganas de ir a Rotterdam y a Basilea. En esta última vi la intervención que hicieron los Monchi en la estación. Les di clase de ayudante de Proyectos a Antonio Cruz y Antonio Ortiz. Aprendí más de ellos que ellos de mí.

-¿De qué promoción es?

-De la segunda, que hemos cumplido cincuenta años. Han construido muy pocos. Luis Fernando Gómez Estern, en Otaysa. Gerardo Delgado es pintor, yo me he dedicado a la política.

-¿Cómo define a Sevilla?

-Es una ciudad compacta. A la muralla almohade le salen San Bernardo y Triana y es un pedazo de ciudad, con el arrabal de la Macarena. Todo eso lo conocí muy bien cuando fui director del área de rehabilitación de San Luis.

-¿El Moscú sevillano?

-Hablé mucho con los outsiders a la izquierda de IU y no votaban ni nada. Podemos ha conseguido que vote la gente que no votaba.

-¿Cuando entra en el PSOE?

-En 1975. Mis padrinos fueron Ana María Ruiz-Tacgle y Manuel del Valle, que se retrasó y cuando salí de Capitán Vigueras me habían robado el coche en la explanada de Menéndez Pelayo.

-¿Qué alcalde sabía más arquitectura, Uruñuela o Del Valle?

-Uruñuela fue muy receptivo con las opiniones de los cuatro arquitectos, decían que éramos el quinto partido. Manuel del Valle continuó esa política. En su etapa se crea la Gerencia de Urbanismo. Los dos alcaldes y Monteseirín fueron a mi despedida en la Empresa Pública del Suelo.

-El delegado ahora es de Hábitat Urbano...

-Estoy muy preocupado con el cambio del adoquín tradicional de Gerena. En una carta, le dije a Antonio Muñoz que hay que retocar la estructura de gestión de la Gerencia de Urbanismo. En vez de ingenieros, deben llevarla arquitectos. Para un ingeniero, una calle es una carretera y genéticamente piensan en asfalto.

-¿En qué obras se reconoce?

-Hice un parque en Utrera, un grupo de viviendas en Écija y la pavimentación de San Bartolomé.

-Dejó para la modernidad el quiosco tipo lápiz de labios...

-El diseño era de Rafael Vioque y Juan Miguel Salado.

-¿Le gusta la arquitectura en versión original?

-Cada año hacemos un viaje de unos quince días. En Japón coincidimos con el terremoto.

-¿Cómo surge su vocación?

-Creo que fue una decisión de mi madre aceptada por mí. Siempre pensó que yo dibujaba muy bien.

-Se hizo arquitecto por el Dastis, el apellido materno y el del ministro de Asuntos Exteriores...

-Mi madre y su padre son hermanos. Le mandé un mensaje a mis amigos de Podemos en el que les decía que Pablo Iglesias se cargó esa entente con Pedro Sánchez y Ciudadanos que con Errejón habría salido. Rajoy, Cospedal y Rafael Hernando estarían en la empresa privada, pero yo no tendría un primo ministro. Estuvo en Sevilla y lo llevamos al bar Entrecárceles y a la bodega Salazar.

-¿Por qué Mister Adoquín?

-Organicé una exposición en la Plaza de San Francisco sobre adoquines. Antonio Burgos, compañero en el Portaceli, me apoyaba.

-¿Aprueba en tradiciones?

-Tengo una caseta de Feria con Bernardo Bueno y otros amigos. Salí cuatro veces de nazareno en el Museo, una de ellas con cruz para aprobar una asignatura. Representé al Ayuntamiento en la Candelaria, rodeado de cuatro guardias con plumero y tragándome el incienso que iba para la Virgen.

-¿Qué cambios destaca?

-La peatonalización, el carril-bici o la Alameda, que si no hubiera estado Izquierda Unida no se hacen.

-¿De qué tiene nostalgia?

-Tengo saudade de los edificios de los colegios de antes: Maristas, Jesuitas, Irlandesas. De Casa Marciano, La Llave, los corrales; de Diego Valor y Antonio Machín.

tolerancia.San Sebastián, 1986. Queraltó con Eduardo Chillida junto al boceto del monumento a la Tolerancia. A su lado, Juana de Aizpuru, Bartolomé Ruiz y la esposa del escultor.