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Alguna vez han coincidido los dos en diferentes eventos literarios. Esperanza Alcaide, la librera de El Gusanito Lector, los convocó como jurados del premio de microrrelatos de la librería. Sevilla es una ciudad tan literaria que casi se puede vivir en sus libros, en los que escribieron aquellos que la convirtieron en el sueño de lo que fue, en la pesadilla de lo que es, sin necesidad de leerlos. La ciudad es un pictograma de autores desparramados por su intrahistoria.
El doctor Francisco Gallardo, eminencia de la medicina deportiva y autor de cuatro novelas, que cumple años el mismo día que el príncipe Felipe VI y los cumplía Santa Ángela de la Cruz, va camino de sus quehaceres profesionales por la calle Conde de Barajas, donde nació Gustavo Adolfo Bécquer. Estos encuentros fortuitos siempre están llenos de enjundia: si sonara, llevaría música de Patti Smith y del rockero Silvio. El doctor Gallardo hace un viaje en el Nobel de Literatura desde Albert Camus, que lo ganó el año que nacimos Rafael Gordillo, Carolina de Mónaco, Zoido, Monteseirín y un servidor, hasta Bob Dylan. Tan extravagante como el de Churchill o el de Echegaray.
64 años sin Albert Camus y el mundo que nos rodea cada día hace su obra más actual. Bernardette Leclerc llegó a Sevilla desde Senegal el año de la Expo. Estudió Filología Francesa y es especialista en la obra de Camus. Es guía en la Catedral de Sevilla. Bob Dylan, que el próximo lunes cumple 80 años, podría cantar a Camus con voz de chansonnier, entre Moustaki y Jacques Brel.
El segundo encuentro tiene lugar en la plaza que unos llaman de Santa Marta y otros de San Andrés y que en realidad se llama plaza de Fernando de Herrera, el poeta y mecenas de justas poéticas en el Renacimiento. La iglesia en la que está enterrado Juan Valdés Leal, de quien el próximo año se conmemora el cuarto centenario de su nacimiento. El bautismo del pintor de Las Postrimerías. Pocas ciudades vieron nacer en un puñado de años a Zurbarán (sevillano adoptivo), Velázquez, Murillo y Valdés Leal. El siglo de Oro de la ciudad de la que se fue la Plata. La lista de pintores la hago casi al alimón con Eva Díaz Pérez, periodista y novelista, directora del Centro Andaluz de las Letras. Se suma a la improvisada charla Silvia Moreno; como Eva, cantera periodística del Polígono Calonge, donde la Giralda es la torre de Plomos Figueroa.
Eva Díaz Pérez, a caballo entre su casa de Sevilla (reportera de cuna en Rochelambert) y su oficina de Málaga, media geográfica del Caminito del Rey, busca materiales para una exposición sobre Emilio Prados, uno de los nombres menos conocidos de la Generación del 27. Fundó con el también malagueño Manuel Altolaguirre la revista Litoral. Como Luis Cernuda, está enterrado en México. Me fascina esa trenza de fechas. Los poetas que se reunieron en Sevilla en diciembre de 1927 deben ese guarismo a la conmemoración del tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora, que muere el mismo año que otro cordobés, el escultor Juan de Mesa. Ese año de 1627, el 3 de marzo, nace Miguel Mañara en una casa-palacio de san Bartolomé, en plena Judería. Les cuento a Eva y Silvia que en un hotel de esta plaza se alojó José Hierro, el poeta que estuvo preso en la cárcel del Dueso y ganó el premio Cervantes.
De Bécquer a Valdés Leal en apenas cinco calles y cinco minutos. En Radio 3, Juan Pablo Silvestre y Javier Lostalé le regalan a los oyentes una mañana de sensibilidad artística. Poesía y música que de pronto aparecen hermanadas en una voz reconocible. Es Benito Moreno que le da voz a poemas de Bécquer al ritmo de sevillanas. Dos sevillanos del desarraigo. El poeta murió en Madrid. El pintor y cantautor, juglar de noches de goles en el transistor, se doctoró en el mayo francés en Bretaña. Esas sevillanas las presentó hace cuatro décadas en La Carbonería, a dos pasos de la casa-palacio donde nació Mañara y siglos después fue un colegio por el que pasó Alfonso Guerra.
Todo está escrito en Sevilla. Y todo está por leer. Bécquer por Sevillanas y Bob Dylan por martinetes. El premio del cantante lo recogió en Estocolmo Patti Smith. A Emilio Prados le correspondió una parte alicuota del Nobel de Vicente Aleixandre en 1977 porque en realidad fue el reconocimiento a una generación de poetas en las bodas de oro de su puesta de largo. El autor de El rock de la calle Feria iba por Conde de Barajas, el territorio de su Cuaderno de San Lorenzo. Eva Díaz Pérez estaba en un lateral de la iglesia de San Andrés de donde sale Santa Marta. A la espalda del templo, desembocan las calles Quevedo y Cervantes.
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