La Torre de Babel como valor añadido

Algunos centros educativos de Andalucía reúnen en sus aulas a alumnos de hasta 14 nacionalidades.

Clase de lengua, cultura y civilización rumana en un colegio de Huelva.
Clase de lengua, cultura y civilización rumana en un colegio de Huelva.
D. J. G.

11 de noviembre 2013 - 05:03

La diversidad como valor añadido a la enseñanza. Convivir con compañeros de otra nacionalidad logra que un niño vea con total normalidad compartir espacio y estudios con personas de distinta raza o procedentes de otro país. Cuanto antes se produzca dicha integración, más natural será luego aceptar al inmigrante como uno más en el ámbito social en el que coincidan. Esta máxima la tienen clara en diversos colegios andaluces donde existe un elevado número de inmigrantes. Así ocurre en el CEIP Adriano del Valle y el IES Diamantino García Acosta, ambos en la barriada sevillana de la Plata.

En el primero de ellos los extranjeros representan el 25% del alumnado del colegio. Candelaria Peña, jefa de estudios, aclara que "la definición de extranjero ha cambiado mucho a lo largo de los años, ya que el niño de padres inmigrantes que haya nacido en suelo español no se considera como tal, a lo que hay que sumar los hijos de parejas mixtas". En este colegio, a diferencia de los de otras zonas de la ciudad como la Macarena o el Cerezo donde abundan los estudiantes marroquíes y sudamericanos, existe una auténtica Torre de Babel al acoger a niños rumanos, chinos, marroquíes, argelinos, saharauis, nigerianos, senegaleses, ecuatorianos y españoles.

El Adriano del Valle lleva recibiendo a alumnos inmigrantes desde hace 15 años, cuando empezaron a llegar los primeros al barrio. Esta situación les obligó a desarrollar un proyecto intercultural asumido por toda la comunidad educativa. A este logro ha contribuido la integración de las familias con el colegio y la relación entre ellas "sin tener en cuenta la raza o el país de origen", afirma la jefa de estudios, quien añade que "el principal handicap con el que se encuentran estos estudiantes es la lengua, aunque este obstáculo llega a ser inexistente para los más pequeños, que asimilan el español en pocos meses".

Este colegio cuenta con apoyo al alumnado inmigrante dentro del aula, por lo que el niño se inserta directamente en la comunidad educativa sin necesidad de contar con recursos en horario extraescolar. Pese a ello, dichos servicios están presentes por la tarde en el centro con un aula de adaptación lingüística (ATAL), una atención personalizada a estos estudiantes y clases de lengua y cultura árabe y rumana.

Uno de los requisitos para lograr que la diversidad cultural se convierta en valor añadido en la enseñanza es la estabilidad de la plantilla docente. "El grueso de los maestros llevan muchos años trabajando aquí, por lo que tienen asumido plenamente la integración de culturas y razas en el aula", añade Candela Peña.

En el IES Diamantino García Acosta los inmigrantes también suponen el 25% de su alumnado. A lo largo de estos años se ha comprobado cómo este colectivo ha dejado de aumentar por los efectos de la crisis. "El número de extranjeros ha crecido bastante durante muchos años, pero ahora se mantiene estable", aseguran desde la dirección de dicho instituto en el que estudian alumnos de España, Argelia, Argentina, Bolivia, Brasil, Camerún, China, Colombia, Marruecos, El Salvador, Francia, Nicaragua, Paraguay y Rumanía.

Uno de los programas recientes que aprobó la Junta fue el de la lengua, cultura y civilización rumanas ante la cada vez más elevada presencia de niños de este país en las aulas andaluzas. Para impartirlo, este curso se ha contratado a seis maestras nativas a través de un acuerdo con el Gobierno del citado país europeo. Mihaela Neagoe es una de ellas. Imparte las clases en cinco pueblos onubenses: Lepe, Cartaya, Rociana del Condado, Almonte y Lucena del Puerto. En total, atiende a 150 alumnos. Estas enseñanzas no sólo están dirigidas a niños que procedan de Rumanía o cuyos padres nacieron allí, sino a todos los alumnos que les guste conocer la lengua y las tradiciones de aquel país.

Para cada grupo dedica dos horas semanales por la tarde. Los tiene organizados por edades: de 3 a 6 años, de 7 a 10 y de 11 a 14. "La finalidad es que no pierdan el vínculo con el país de su familia, ya que la mayoría de los padres piensan regresar a Rumanía cuando hayan logrado suficientes ingresos aquí, por este motivo no quieren que a la vuelta a sus hijos les parezca un país extraño", afirma Neagoe, quien detalla que las enseñanzas se centran en la gramática, historia, literatura, geografía y costumbres rumanas. Para esta maestra, los niños rumanos se integran bien con el resto de alumnos en clase y su adaptación es "fácil". Sólo lamenta que otros muchos no puedan asistir a dichas clases porque sus padres trabajan en el campo por la tarde y les resulta imposible llevarlos al centro.

stats