DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Metrópolis | barriada Madre de Dios

Donde ensayan los costaleros del olvido

  • Abandono. Entre Los Pajaritos y la Candelaria, tríptico de los barrios más pobres de España, las primeras viviendas se empiezan a entregar en 1961, el año de la riada del Tamarguillo. La población envejeció en una barriada de pisos sin ascensor

Una vista de la barriada Madre de Dios, calle Grulla.

Una vista de la barriada Madre de Dios, calle Grulla. / Juan Carlos Vázquez

LA calle que atraviesa el 24 de Tussam es la misma pero cambia tres veces de nombre: Zorzal, Galaxia, Candelilla. Cada nombre corresponde a un barrio: Pajaritos, Madre de Dios, Candelaria, respectivamente. La barriada Madre de Dios no tuvo unos comienzos fáciles. Construida entre 1961 y 1962, una promoción de 1964 viviendas y doce locales comerciales, la llegada de sus primeros inquilinos coincidió con la riada del Tamarguillo de noviembre de 1961.

El bloque de Galaxia, 10, siete plantas, es el único con ascensor. También lo tienen otros dos bloques junto a la ronda del Tamarguillo, en el extremo opuesto. En este barrio, Beethoven compondría música de rap y Murillo pintaría guernicas de puro cabreo con la adversidad instalada como inercia y rutina. Aquí se cumple la doble teología que predicó Charo Padilla en su pregón: el barrio y la radio juntos. En el resto de la ciudad, el sonido de la radio ya no sale por los balcones. Aquí es el hilo musical, el medio que mitigó los estragos de la posguerra. Navío Argos es la calle Corrientes de Madre de Dios.

Juan Rosales Núñez se aplica a sí mismo el cambio climático. El 16 de abril cumplirá 60 años; ocho días después expira el plazo que le han dado para cumplimentar la orden de desahucio en su piso de la calle Pegaso. Era albañil, pero la rodilla le obligó a dejar el oficio. Cuando llega el frío, monta su puesto de castañas y se pone en la avenida, junto al puesto de aceitunas. Con la primavera, es el encargado de montar la mesa de dominó. “El empresario”, dice con guasa uno. El castañero no es de ninguna cofradía. “Creo en los Cristos y eso”.

Una de las parejas la forman dos hermanos, uno frutero, pescadero el otro, nacidos en San Julián, que llegaron muy niños.Los dos nacieron el día de la Inmaculada de años consecutivos. “No queremos ser controlados, que nosotros nos controlamos solos”. Manuel aparece con un timbrao, una modalidad de canario. Cuelga su jaula junto a otra en la que canta un bronce. Manuel llegó desde que entregaron las primeras viviendas. “Vivíamos en Árbol Gordo y se produjo la riada. Yo vi el accidente de la avioneta y me acuerdo de Bobby Deglané”.

Domingo de Ramos en Madre de Dios. Hay quien fue costalero de la Sed, la cofradía más cercana, que sale de la Gran Plaza, o quien ha sido aguador. Hay otro frutero. “Pero yo iba al campo a coger la fruta”. “Iba a la huerta del Jorobado, entraba vacío y salía cargado”. El costalero de la Sed se llama Juan José Quesada. Ha sido guarda de seguridad, cuponero y vende monedas antiguas en la plaza del Postigo.

¿Dónde termina Madre de Dios? “Habrá que preguntarle a Jesucristo”. El nombre de la barriada procede de subdividir el nombre de la advocación mariana: Candelaria Madre de Dios. Lo explica Salvador Muñiz, presidente de la Asociación de Vecinos Tres Barrios, fundada en 1967, con material para escribir siete Macondos del infortunio, pero sin perder nunca la sonrisa ni la esperanza. Madre de Dios no tiene ninguna iglesia, pero hay tres templos a mano: Blanca Paloma, la Candelaria y la iglesia de la Gran Plaza. Los que juegan la partida de dominó hablan maravillas del párroco de la Blanca Paloma. “El cura es el mejor del mundo. Le ha pagado la luz a medio barrio”.

Manuela nació en Nerva hace 85 años. Vive en la calle Pegaso y como al mítico caballo de ese nombre le han salido dos alas, las dos auxiliares del Ayuntamiento que la llevan hasta su casa. Tenía cinco hijos, uno se le murió, tiene nueve nietos, cuatro bisnietos y uno en camino. En Madre de Dios no hay franquicias, boutiques, cajeros automáticos ni turistas. No hay restaurantes. Hay bonos de comida para muchas familias necesitadas, aunque están prevenidos contra quienes la venden o la tiran a los contenedores. No hay tiendas de ropa. La ropa tendida forma una red de guirnaldas en estas fortalezas de vidas a la intemperie y la cuarta pregunta.

La calle Celestino López Martínez separa dos barriadas: Fátima y Madre de Dios. Salvador Muñiz está reunido en la Peña Rociera con un capataz, pero no es de Semana Santa. Juan Cobano es el capataz del Parque Amate, un pulmón del distrito, demasiado lejos del barrio. Mónica Ruiz es El Corte Inglés de Madre de Dios. Su local tiene dos nombres, Bocatas Andrómeda y Alimentación Mónica. Nació en 1977, hija de este barrio de tanta necesidad. Le faltan manos para atender a su distinguida clientela. A un mes y medio de las municipales, al que las gane “sólo le pido que limpie el barrio y lo cuide, con eso tengo bastante”. Y una posdata. “Por desgracia, por aquí se ve más a la Policía que a Lipasam. Y más de una vez le han pedido el carnet de identidad a las señoras que entran en la tienda”.

Las tortillas que hace el padre de Mónica tienen fama en todo el barrio. José Manuel se vino desde la Alameda. Fue portero del Sevilla Atlético y del Mérida. La champions de Madre de Dios es la petanca, dicen que era el deporte favorito de Felipe González. “Pues Felipe no nos ha visto a nosotros”, dice José Fernández. El club de Petanca Andrómeda tiene diez miembros y están federados. El presidente en funciones es Vicente Fajardo, 57 años viviendo en el barrio. “He sido auxiliar administrativo, medio futbolista y transportista”. Hace un mapa de los equipos donde jugó: Crevillente, Elche, Úbeda, Puente Genil, Ronda. “A la petanca llegué por aburrimiento. Me quedé parado, tenía mucho tiempo libre y aquí no había más que hierba y mucha mierda”. Un barrio versátil. Pedro Amaya comparte botellín con los amigos de la petanca. Es hermano de Remedios Amaya, que representeó a España en el festival de Eurovisión.La perra se llama Sorda, le gustaría la analogía de Beethoven. La llaman dos vecinas. Mari Carmen vino a Madre de Dios desde el Cerro. Es devota del Gran Poder. Juani vino al barrio desde las Tres Mil Viviendas. “Ponga las Vegas, que queda más bonito”. Trabaja en ayuda a domicilio, asistiendo a personas mayores. Trabajo no debe faltarle, porque los años se echan encima de una población con pocos recursos y las facultades limitadas con tantos pisos sin ascensor.

Por fin aparece Cristo en boca de un vecino de Madre de Dios. Se sabe la delantera de memoria: Cristo, Fali, Demetrio, Moreno y Aragón. Una delantera del Betis. “El hermano jugaba en el Sevilla, se fue al Málaga y un hijo suyo jugó en el Madrid”. El que lo cuenta es Moreno, que era el delantero centro “pero el puesto se lo dieron a Demetrio”. Jugó en Alemania, Almería, Zaragoza y Santa Coloma de Gramanet. Nacido en 1946, terminó durmiendo en la calle. “Tengo 29 años cotizando como panadero”. Le llegaron 7.500 euros con los que se compró una roulotte que ahora es su casa, cocina y dormitorio. No tiene que dar cuentas a nadie. “Tengo seis hijos, pero como soy muy liberal no quiero problemas con la familia. Nietos si me pongo a contar tengo por lo menos 17 y bisnietos tres”.

A Madre de Dios por no llegar tampoco llegan las cotorras argentinas. Se oye el trino de los pájaros, sobre todo cuando el final del recreo acalla el de los chiquillos. Esos niños que nunca eligieron vivir en un barrio con tantas carencias, con gente sana y civilizada, pero caldo de cultivo para que el diablo se enseñoree con los débiles, el gran negocio de los fuertes sin corazón. Los cajones de Salvador Muñiz están llenos de historias tremendas, historias de la necesidad verdadera y su hermana bastarda, la picaresca. A quince minutos del centro comercial Los Arcos, a veinte minutos de Ponce de León, en el corazón de la Sevilla cofrade, que tiene como guía y palio a la madre de Dios. Cristo se paró en Éboli, como la película de Francesco Rosi, pero a veces su mensaje pasa de largo. Dice Muñiz que los Tres Barrios, donde se ceban las estadísticas de la delincuencia y el abandono, suman 27.000 familias. La riada de la dejadez es a veces más nociva que la furia desatada de las aguas.

El barrio de Mónica y de Juan, de Vicente y de José Manuel, de Manuela y de Juani vive al día. La vivencia es pura supervivencia. La ciudad es la misma. Y los gobernantes también. “¿Aquí qué político va a venir?”, interpela uno de los jugadores del dominó. “Sólo vienen a hacer películas como la de Mario Casas”.El barrio se llama igual que la céntrica calle donde está el Cicus y que el monasterio que fundó en 1496 Isabel la Católica y que es panteón de Juana Zúñiga y Catalina Cortés, la mujer y la hija de Hernán Cortés. También las bisnietas de Cristóbal Colón. En Madre de Dios no hay monumentos en el sentido clásico. Los hay si consideramos como tales a los receptores de la Declaración de los Derechos Humanos. Los coches pasan a toda pastilla. En Madre de Dios ensayan costaleros del Cristo Vivo de Leonardo Castillo.

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