calle rioja

Desde el Vacie a un hotel de cuatro estrellas

  • Integración. Un programa sociolaboral les ha permitido a Marisol y Aroa salir del asentamiento chabolista al que llegaron con 16 años cuando se casaron

Del Vacie, el poblado chabolista más antiguo de Europa, a un hotel de cuatro estrellas para trabajar como limpiadoras. Es el viaje inverosímil de dos gitanas que con tesón y voluntad han roto un puñado de barreras y prejuicios. Marisol Pardo Suárez cumplió 25 años el día de Andalucía. Aroa Ramos cumplirá los veinte antes de que llegue el otoño.

Por amor llegaron al Vacie. Aroa conoció a Moisés durante la celebración de una boda en Don Benito (Badajoz); A Marisol se le apareció Cupido con nombre de Juan en una fiesta en Torreblanca, donde vivía con sus padres. Las dos se casaron con 16 años. Los maridos nacieron y han crecido en El Vacie y eso las convirtió en residentes de un lugar que de noche se puebla de estrellas, pero no son las mismas del hotel NH Viapol que hoy las llena de orgullo y felicidad.

Son la punta de lanza de una verdadera revolución. El martes hicieron en el hotel Bellavista el examen definitivo para conseguir lo que llaman "graduado de limpieza". Cuando dieron el paso, consiguieron que sus maridos se hicieran cargo de la chabola y del cuidado de los niños: de Yeray y Nayara en el caso de Marisol; de Aitor, en el de Aroa.

El proyecto nace por una conversación informal entre Mario Fuentes, economista, y Raúl Pérez, pedagogo de la empresa Avanti. La iniciativa Hoteles para el Empleo y la Responsabilidad Social va dirigida a desempleados en situación de vulnerabilidad: inmigrantes, de etnia gitana, exiliados de la antigua Unión Soviética que consiguen trabajo como recepcionistas de hotel para el creciente turismo ruso.

Marisol y Aroa lo viven como una novela de Julio Verne. Todo es nuevo para ellas: el primer examen, la que será su primera experiencia laboral. Nunca habían subido a un autobús urbano y ahora se conocen de memoria las 17 paradas del 3 que las ha llevado desde el Polígono Norte hasta Bellavista. "El primer día iban maquilladísimas, pintadísimas de boda, pero sin comer, aún no habíamos puesto en marcha la dinámica de apoyo de sus maridos", cuenta Javier Álvarez.

Un Transiberiano urbano que las liberó de muchos corsés. "No salíamos del Vacie", cuenta Marisol, "las cosas te las guardabas, llorabas, pero en el autobús te despejabas, hablabas de tus cosas". Descubrían una ciudad con río, con plaza de toros, con la torre del Oro, "el parque de la Duquesa de Alba", cuenta Aroa. Ha sido fundamental la colaboración del colegio público Blas Infante, en el Polígono Norte, que ha sido premiado por veinte años de escolarización de niños del Vacie. Marisol y Aroa han descubierto que sus maridos fueron antiguos alumnos de este centro. "No lo habremos hecho mal en el colegio si los maridos os dejan trabajar. Decirles que vengan para que les dé la enhorabuena y un abrazo", les dice Reyes Bejarano, directora de un colegio que precisamente dedicaba la jornada a cambiar sueños "por churros".

Eligieron el curso de limpieza entre otras opciones -hacer camas, pinche de cocina- porque "las gitanas somos afanáticas del orden", dice Aroa. La palabra afanática también la utiliza Marisol para referirse a la afición de su marido al Real Madrid. Etimológicamente, se han inventado un palabro que superpone el afán, las ganas de comerse el mundo para cambiarlo, al propio fanatismo. Todo es afanático a su alrededor". "Para nosotras ha sido un aprendizaje", dice Patricia Piñero, que con Teresa Vílchez se encargó de las entrevistas para la selección pre-laboral.

El programa cuenta con el apoyo del Ayuntamiento. Recibieron clases de Inglés e Informática, dos palabras que para dos chicas del Vacie inicialmente podía producirles rechazo. "El idioma es una herramienta de autoestima", dice Patricia, "el curso lo daban en el Centro Cívico El Cubo licenciadas en Filología Inglesa que también son actrices, con lo que enseñaban con una dinámica de juego". Miguel Ángel Sánchez se ha encargado de las prácticas y contactar con los hoteles. La formadora Ángeles Vela Carmona las doctoró en limpieza de cristales, techos y muebles. Óscar Barranco, técnico de la Junta, les ofreció "el pasaporte a la vida laboral". Un sueño hecho realidad con el que podrán cumplir anhelos irralizables hasta ahora: ir al cine, a la playa -"no han visto nunca el mar"- o celebrar con años de retraso la luna de miel con los hombres que las llevaron al Vacie y les han permitido dar este paso de gigante.

Del Vacie a Bellavista, ven desde el autobús la vida floreciente de Barqueta, Triana, el Arenal, la Palmera, los Bermejales... Las cuatro estrellas del hotel donde empezarán a trabajar es la contraseña de una llave para salir de un asentamiento sin futuro, que ya Franco visitó. "Cada alcalde ha hecho su obra faraónica, pero todo sigue igual", dice Javier Álvarez, "Rojas-Marcos hizo el muro de hormigón, Zoido el campito de fútbol de albero". "Allí estamos como enterradas en vida", dice Marisol. A dos pasos del cementerio. Como Pedro Páramo.

Le están muy agradecidas a Avanti, entidad de integración social con nombre de película de Billy Wilder. No sólo han conseguido un empleo. Han recuperado la confianza y la sonrisa.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios