Viendo la Giralda desde Mateos Gago

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Viendo la Giralda desde Mateos Gago
Viendo la Giralda desde Mateos Gago

Muy pocos conocen en Sevilla a Mateos Gago, pero estamos ante el personaje más universal de la ciudad. Cientos, miles de turistas hacen fotos a diario de la Giralda desde la calle que lleva el nombre de Francisco Mateos Gago (Grazalema, Cádiz, 1827-Sevilla, 1890), presbítero, arqueólogo, teólogo, periodista y también ateneísta. Dato fundamental porque la novela de la que es uno de los principales protagonistas y ocupa parte de su portada, La Gloriosa Revolución del Asco (Clulipucar), obra de Rafael Raya Rasero (Montilla, Córdoba, 1943) se presentó el pasado viernes en el Ateneo de Sevilla.

Un siglo antes que el mayo francés, Sevilla y España vivieron una revolución, la que más nombres ha tenido a lo largo de la historia: la Septembrina, por el mes en el que tuvo lugar; la Gloriosa, dando nombre al golpe que permitió al terceto Prim-Serrano-Topete derrocar a Isabel II; la Revolución de 1868 y finalmente la del Asco o la Asquerosa, como gustaba llamarla Mateos Gago.

En la portada, obra de María Padilla, aparece Mateos Gago sobre una Giralda partida en dos. No es ningún seísmo, es la dualidad de Sevilla, una de las constantes históricas de la ciudad: en el libro, la dualidad entre liberales, krausistas, darwinistas (uno de ellos, Antonio Machado Núñez, abuelo de los poetas y rector de la Universidad) frente a mentes más conservadoras y neocatólicas como la de Mateos Gago. Aparece también el Vaticano. En el libro de Raya Rasero conocemos la importancia del Concilio Vaticano I, celebrado casi un siglo antes (1869) del que en 1963 convocó Juan XXIII y terminó Pablo VI. Un Concilio fundamental en la historia de Europa que Mateos Gago vivió en primera persona desde Roma, como asesor personal del vicario de Gibraltar (no quiso representar a la diócesis de Sevilla) y como corresponsal para el diario El Oriente. “En esa época”, dice Raya Rasero, “Sevilla tenía una actividad periodística impresionante”. Un concilio que el papa Pío IX, el que dio nombre a los piononos, preparó el dogma de la infalibilidad. Una trama literaria basada en hechos históricos en la que aparecen Garibaldi, Bismarck, Napoleón III, aliado del Papa, y el rey Víctor Manuel II, artífice de la unificación italiana.

Lucía, una de las cuatro nietas de Rafael, le hacía fotos a su abuelo durante la presentación del libro en el Ateneo. “La Gloriosa Revolución del Asco es la obra de un andaluz inquieto que siempre contribuye desde sus muchas facetas como ciudadano a que su tierra sea mejor”, escribe Carlos Navarro Antolín, subdirector del Diario de Sevilla, en el prólogo. Un cordobés escribiendo un libro sobre un gaditano. Dos enamorados de Sevilla, “mi ciudad-novia”, como la llama Raya Rasero, obsesionados con la defensa de su patrimonio. “Eso fue lo que me interesó de Mateos Gago, porque cuando buscaba un protagonista para el libro, inicialmente no me gustaba”.

En la presentación, el autor se rodeó de buenos amigos. A Manuel Filpo lo conoció en la Academia de Buenas Letras el año 2000 en unas jornadas sobre rutas literarias por Andalucía en las que intervinieron Caballero Bonald, Eslava Galán, Vaz de Soto y Andrés Amorós. “Ya entonces lo oí reivindicar la mitología como asignatura curricular”. Mitos de los que nace su proyecto ciclópeo Las Andaluciadas (con prólogo de Fernando Sánchez Dragó), trabajo en el que invirtió 36 años y recorrió casi cuarenta países “porque tenía que buscar las fuentes de Apolo o de Artemisa”.

El profesor Antonio Puente Mayor destaca el uso de la “estructura dialogada”, un género del siglo XIX en el que destacaban Galdós o Pereda. Unos diálogos a cuatro bandas en los que intervienen dos contrincantes ideológicos y literarios, Mateos Gago e Isidoro, sevillano de izquierdas del siglo XIX, no del XX como el Isidoro de Bellavista y Suresnes. También intervienen Sevilla como personaje literario, uno de los grandes hallazgos de este libro ameno y muy didáctico, y un cuarto interlocutor del siglo XXI que puede ser el autor o, por qué no, el lector. Un libro interactivo, apasionante, entre el asco y la gloria.

Los dos, el autor y el presbítero, llegaron a Sevilla a una edad parecida. Mateos Gago salió de Grazalema, el punto con la mayor pluviometría de la península, huyendo de la peste que se llevó por delante a sus padres. Vivió en la Alfalfa, pero fue en el barrio de Santa Cruz donde pasó la mayor parte de su vida, donde muere. Raya Rasero aporta entre los documentos inéditos su partida de defunción, “sus restos fueron trasladados a hombros desde la parroquia de Santa Cruz a la Puerta de la Carne”, y el acta del Ayuntamiento aprobando rotular una calle con su nombre “en 1892, dos años después de su muerte”.

Una calle (antigua Borceguinería) que lleva 130 años en el callejero de Sevilla “y que no nos la toquen”, dice María José del Rey, presidenta de la Asociación de Vecinos del barrio de Santa Cruz. Ya peleó cuando quisieron cambiar la plaza del Triunfo por Indalecio Prieto, que finalmente rotula un espacio junto a la Delegación de Hacienda, por la cartera que ocupó en el Gobierno de la República. Cuando surgió la iniciativa de buscarle un espacio público al marqués de la Vega-Inclán, prócer que salvó de la piqueta a Santa Cruz, esta luchadora ciudadana se rodeó de los mejores (el medievalista Rafael Cómez, la americanista Enriqueta Vila, el arabista Rafael Valencia) para que en la junta de distrito no tocaran la calle Mateos Gago. Y lo consiguió.

Es el libro número 16 de Rafael Raya Rasero. A él y a su brega simpar se debe la protección del busto de Cervantes de la calle Entrecárceles contra el deterioro de los contenedores y los vehículos de carga y descarga. Fue el gran animador de los actos conmemorativos del cuarto centenario de la muerte de Cervantes. Los ejemplares de su nuevo libro los firmó con una pluma jalonada por una representación del autor del Quijote, regalo de su amigo Jesús García Solano, que al piano interpretó en la presentación tres temas (El Vito, La Petenera y La Tarara) y una sonata en homenaje a Raya Rasero.

La Gloriosa Revolución del Asco surgió a raíz de un libro anterior de Raya Rasero en el que investigó al detalle el derribo de casi todas las puertas de la ciudad. Otro motivo de controversia entre las dos Sevillas de la Giralda escindida de la portada. Turris Fortissima pero menos. Raya Rasero le da voz a Sevilla y el lector le pone cara y alma a personajes que ahora son clásicos del callejero de la ciudad: no sólo Mateos Gago, también el alcalde García de Vinuesa y sus concejales Puente y Pellón y Pagés del Corro. Cuatro calles del centro, el Arenal, la Encarnación y Triana. Los cuatro puntos cardinales de un enamorado de la ciudad que todos los días ve desde la calle Mateos Gago emerger la Giralda, “la diosa”, como la llama. La Giganta del Quijote de Cervantes.

La biblioteca de Mateos Gago está en Chipiona y el acto de presentación lo moderó Miguel Cuevas, bibliotecario del Ateneo.

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