El perfil

El agnóstico, "casi ateo", que habla con los jesuitas

Sus dos maestros fueron religiosos militantes: un católico inglés de Oxford, Peter Hodgson, y el jesuita español Gonzalo Madurga Lacalle. No obstante, Lozano Leyva sigue la tradición del científico escéptico en materia divina y se define como "agnóstico, casi ateo". Eso no impide que, sin embargo, participe en los diálogos Razón y Fe que habitualmente convoca la Compañía de Jesús: "El próximo será en marzo, en el colegio de Villafranca de los Barros". Sus primeros recuerdos son del barrio del Porvenir, donde nació, y del Parque de María Luisa, donde su madre lo dejaba al cargo de los guarda jurados, "que disfrutaban de licencia para castigarme". De un su abuelo, un cochero de caballos que poseía varios enganches, heredó su afición a los caballos, y de su padre, que tenía una pequeña empresa de alta tensión, su interés a la técnica. Decidió hacerse científico el día que sufrió una lesión jugando al fútbol y "me leí todo Julio Verne". Se casó con una alemana y juntos se dedican a criar caballos en su finca, La Habana, en Dos Hermanas. "Son los caballos más cultos del mundo, porque viven de los derechos de autor". Sigue siendo jovial como cualquiera de los estudiantes habituales de los bares de Reina Mercedes. Pero que nadie se engañe, cuando cree que lleva razón saca un punto de genio que le sale de muy adentro, quizás del alma.

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