"Aquellos años, hasta la guerra del petróleo, fueron magníficos en Sevilla"
Los invisibles
Manchego de cuna, sevillano de vida y oficio. Gentilicio multiplicado por los nacimientos en los que intervino a lo largo de cuarenta y un años de vida médica dedicada a la Ginecología.
SI cada parto lo vivió como un canto a la vida, Manuel Piqueras (Valdepeñas, 1944) ha dado entre doce y catorce mil conciertos, los partos en los que estima haber intervenido, incluidos los de sus tres hijos. Caso insólito de 41 años ininterrumpidos en la Ciudad Sanitaria, desde 1979 jefe de sección. Se acaba de jubilar. Cultivará sus pasiones: viajar y estudiar Italiano.
-¿Cómo surgió su vocación?
-En la mili. Me destinaron al pabellón Vasco, que era Hospital Militar de Aviación. Allí descubrí que me gustaba la cirugía. Pensé en Urología, no había escuela en Sevilla, y en Ginecología, que tenía una escuela muy prestigiosa que dirigía el profesor Bedoya.
-¿Dónde estudió?
-En el hospital de las Cinco Llagas. Por fuera era tan hermoso como hoy día, sede del Parlamento Andaluz, por dentro estaba muy deteriorado. En Maternidad había múltiples goteras. Se cerró por el desprendimiento del techo en una clase de Enfermeras. Le partió el cráneo a una alumna que ha sido enfermera de mi consulta.
-¿Fueron duros los inicios?
-Estuve de médico residente de 1968 a 1971. Todos los días mañana y tarde. Libraba los domingos por la tarde, como las tatas.
-¿Cómo era la Sevilla de 1968 en la que empieza de médico?
-Se vivía el tardofranquismo. Era una ciudad más cómoda, más segura que ahora. Me gustaba la Sevilla del 68. Del 66 al 74, hasta que empezó la guerra del petróleo, fueron unos años magníficos. Los años cincuenta sí fueron muy duros, pero después si no te metías en líos fueron muy buenos. En el 68 se abrió Traumatología. En el 71, el Maternal. En el 72, el Infantil. Se abrieron Valme y el hospital Universitario. Yo creo que es algo. A las enfermeras las esperaban con un lazo.
-¿Recuerda su primer parto?
-A una dependienta de Galerías Preciados. Se llamaba Rosa y me regaló una pluma. No sabía que la había operado un principiante.
-Cuando empezó de médico, aún no había nacido Bibiana Aído, la ministra que ha promovido la nueva ley del Aborto...
-En Medicina se hacía el juramento hipocrático, que es un canto a la vida. Sólo estoy a favor del aborto en los casos de violación.
-¿Hay división entre médicos?
-Puede haber esa división entre la ciudadanía, no entre los médicos, que por unanimidad optaron por la objeción de conciencia cuando los políticos intentaron introducir el aborto en la Ciudad Sanitaria. Hay médicos raros que no tienen esta opinión y otros que teniéndola o no se dedican al negocio del aborto, que no es malo. Como hay pocos médicos que hagan abortos, el que lo hace gana dinero.
-¿Hay picos demográficos?
-Cuando yo empecé, había una media de quinientos nacimientos mensuales en el Macarena, 350 en el García Morato más las clínicas privadas. Entre 13.000 y 15.000 al año. Ahora debemos andar por algo más de la mitad.
-En su oficio, ¿qué distancia hay entre la vida y la muerte?
-Las separa un segundo. No hay que olvidar la muerte. Si es bueno, me gusta el humor negro. Y la buena poesía sobre la muerte, como los versos a la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías.
-¿Hay más dolor o alegría en un nacimiento?
-Me gusta ser tocólogo para ayudar a la mujer. El parto, sobre todo en las primerizas, es una cosa bastante dura. Todo lo que se ha inventado para ayudarla en el dolor me parece magnífico, desde la anestesia local a la tan sevillana analgesia barbitúrica.
-¿Se dedicó sólo a la Ginecología?
-En mis dos primeros años, para poder comprarme un coche de segunda mano, estuve haciendo guardias de Urgencias en Utrera.
-¿Siempre trabajó en la medicina pública?
-También en la privada en Sevilla capital, Lebrija y Almonte.
-En su marcha, ¿qué mejoraría?
-Hay que humanizar el hospital y mejorar las Urgencias, que dejan mucho que desear. En mi especialidad, no es de recibo que haya sólo cinco médicos adscritos a la Sala de Partos para toda la provincia. Nunca hubo tan pocos cuando los partos son cada vez más complicados. Pregunto a quién se debe esa reducción y siempre me remiten al señor Servicios Centrales. En estos años, no puedo dejar de reconocer los adelantos en Cuidados Intensivos, en cirugía cardiovascular, en el excelente programa de trasplante de órganos, los avances en Oncología o la transformación del Hospital Virgen del Rocío en Hospital Universitario, que ha mejorado mucho la formación de los alumnos.
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