Sevilla

"Si el centro cierra, nuestros niños no tendrán futuro"

La vida de Dolores Romero dio un giro de 180 grados hace 27 años, cuando nació, de manera prematura, su hija Inés. Esta mujer que estudió Medicina en la Universidad Hispalense dejó apartadas las oposiciones que preparaba para dedicarse en cuerpo y alma a su pequeña. Cuando Inés cumplió los cuatro años, Dolores descubrió que, además, de ciega, la prematuridad al nacer dejó otra secuela, sordera. Tras una búsqueda incesante, Dolores y su marido, también médico, localizaron un curso por correspondencia para familias con niños con sordoceguera.

-¿Cuál fue el comienzo de su implicación?

-Mi marido y yo comenzamos a realizar un curso para atender a nuestra hija que realizamos por correspondencia en un centro de EEUU. Aprendimos cómo teníamos que enseñarle actos tan básicos como masticar o controlar los esfínteres. Masticar no es algo innato, sino que se aprende. Este material, que recopilamos mi marido y yo para Inés, es ahora la base del centro Santa Ángela de la Cruz.

-¿No existe ningún otro centro en España?

-No. El centro es único en España dedicado a personas sordociegas adolescentes y adultas.

-De no existir este centro, ¿dónde estarían?

-Muchos terminarían en otros centros que ni están adaptados a sus necesidades ni están especializados. Por ejemplo, terminarían en centros de salud mental, pese a que no sufren ninguna enfermedad mental. El aislamiento y la incomunicación es lo que puede generales un trastorno. Necesitan personal especializado para mantener la conexión con el mundo. Otros terminarían recluidos en sus casas. Nuestros niños pueden tener una vida plena, ser felices, con ayuda. Y es lo que hacemos en este centro. Verles sonreír no tiene precio.

-Temen las familias que las dificultades aboquen al cierre del centro.

-Las familias saben que sin este centro, nuestros niños no tendrían futuro. Por ello muchas piden créditos para aportar fondos al centro. La crisis ha provocado que empresas que antes nos concedían donativos dejen de hacerlo. Pese a los problemas, año tras año, hemos logrado mantener el centro. Ahora esperamos que de aquí a finales de año consigamos los 73.000 euros que nos faltan para cuadrar las cuentas. Tenemos esperanza.

-Su implicación es al 100%.

-A mi marido y a mí sólo nos queda un piso en el centro de Sevilla que compartimos con la familia. Mi marido es médico y, tras trabajar por la mañana en el hospital, atiende al centro por las tardes. Yo me dedico a la gestión del centro y de la asociación.

-¿A qué se debe el desfase de las plazas?

-Cada plaza en la residencia es muy costosa. Cada usuario necesita mucha atención. Según lo que está establecido, la plaza supone 3.000 euros al mes: el usuario aporta el 75% de sus ingresos; que se suma a las aportaciones de las comunidades autónomas. Pero el coste es superior. Unos 650 euros más. Hemos pedido a la Junta que mejore la aportación y se acerque al coste real.

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