"El 23-F, el comisario propuso detenerme para protegerme"

Plaza Nueva. Guillermo Gutiérrez Crespo.

De 'Robin Hood' de los vecinos a 'sheriff' en la Policía Municipal. Un cuarto de siglo en cargos públicos, incluidos cuatro años de consejero de Trabajo en los que coincide con los ministros Griñán y Arenas

Guillermo Gutiérrez, el viernes en la puerta del Ayuntamiento, donde se celebraba una boda.
Guillermo Gutiérrez, el viernes en la puerta del Ayuntamiento, donde se celebraba una boda. / Juan Carlos Muñoz
Francisco Correal

04 de junio 2017 - 02:33

Su Vespa del 74 lo dejó tirado y llega en taxi a la Plaza Nueva. Donde Guillermo Gutiérrez (Sevilla, 1950) estuvo ocho años al frente de la Policía Municipal.

-Llega con 29 años al Ayuntamiento...

-Y un hijo de un año. El Ayuntamiento me costó el divorcio.

-¿Precedentes municipales?

-Mi padre fue alcalde de barrio de Los Pajaritos, Las Candelarias y Madre de Dios, nombrado por Fernando Parias.

-Los Pajaritos aparece como el barrio más marginal de España.

-Era lo que se decía un barrio de gente pobre, pero honrada. Se hizo un estudio sociológico del barrio y sólo había dos estudiantes universitarios, Alberto Marina y yo. La política del Patronato de Viviendas Baratas lo degradó.

-¿Fue duro pasar de Robin Hood vecinal a sheriff municipal?

-La única persona de mi grupo que tenía alguna experiencia municipal era yo. Fernando Parias siempre me trató bien, pero me sufrió mucho. En la barriada El Trébol, a 487 vecinos nos habían hecho una estafa típica de las inmobiliarias de aquella época. Eso me llevó al movimiento vecinal.

-De dos en el tripartito del 79 y en la mayoría absoluta del 83...

-Sevilla fue la única ciudad donde no se plasmó el acuerdo a nivel nacional entre Guerra y Carrillo de que las izquierdas votaran a las izquierdas para dejar fuera a la derecha. Alejandro Rojas-Marcos se empeñó en tener Sevilla, a los granadinos les molestó muchísimo el cambio. Pasaron de ocho concejales a cero. El PA se suicidó en Granada y se hundió en Sevilla.

-¿Qué le lleva a la Policía Local?

-El reparto de delegaciones fue curioso. Cuando llegué con las nuestras, ninguna le venía bien a Rodríguez Almodóvar. Tuve que hablar con Lolo Cervera para cambiar Tráfico por Educación. Yo fui responsable de seguridad de la manifestación del 4 de diciembre de 1977 y eso me llevó a la delegación de Policía Municipal. En Sevilla salió estupendamente, salvo el incidente con el padre de José María del Nido.

-¿Fue complicado democratizar el cuerpo policial?

-Cuando llegué había un grupo muy fuerte de extrema derecha, falangistas. Rechazaban la democracia, los socialistas y a un niñato de 29 años. El momento crucial fue el 23-F. Yo puse a la Policía Municipal a las órdenes del gobernador civil, Sanz Pastor, un tipo que en plena sequía se hizo una piscina en la Plaza de España. El jefe del cuerpo, un coronel del Ejército, la puso a las órdenes del capitán general (Merry Gordon). El comisario de la Policía Nacional, Blanco Benítez, me ofreció detenerme, meterme en el calabozo de la Gavidia para protegerme.

-¿Han cambiado los modos?

-Yo no recuerdo haber insultado nunca a nadie en un Pleno ni haber sido insultado por nadie. Nos respetábamos. No sé por qué no se le hace un reconocimiento a Ortiz Nuevo. Se habla de la Bienal, mucha Bienal, pero fue un invento que escribió a mano en un folio, nos lo vendió y se lo compramos.

-¿Hubo resistencia para que entraran mujeres policías?

-Mucha. En enero de 1983, el día que muere mi padre, se hacían unas pruebas físicas en Chapina y ya había mujeres.

-Concejal, diputado, consejero.

-Me nombra Chaves en 1996 consejero de Trabajo, era ministro de Trabajo Griñán y al mes siguiente nombran a Arenas.

-Con quien coincide de concejal.

-Coincidí de muchas cosas. De concejales y de amigos. Hoy esto resulta incomprensible, pero hubo un tiempo en el que tres portavoces de tres grupos distintos, Fernando Villamil, del Pecé, Javier Arenas, de AP-PDP-UL, y yo del PSOE, salíamos juntos con nuestras mujeres, viajábamos juntos. Fuimos con Javier a Olvera, con Villamil a Asturias.

-¿La balsa de Aznalcóllar también se lo llevó a usted?

-A mí me han llevado por delante algunas cosas más, no sólo la balsa. Lo intentó el juez Ángel Márquez en el caso Juan Guerra y no sacó nada. Con lo de Aznalcóllar se montó una ola mediática, estaba el Coto de Doñana en riesgo y se movilizó toda la prensa nacional. Yo estaba en la Feria el 25 de abril de 1998. Se rompió por un fallo de cálculo en la presa que cambió los sistemas de cálculo de las Escuelas de Ingeniería y Arquitectura. El fallo fue de la empresa que la construyó, no tenían nada que ver ni la Junta ni Boliden.

-Volvió a la política municipal como vicepresidente de Tussam.

-Me lo pidió dos veces el alcalde. Me encontré a un sindicato corporativo que utilizaba a los ciudadanos como chantaje para conseguir sus intereses y me vi en la obligación de hacerles frente. Aprovecharon una visita a la Feria del presidente de la Junta, que mandó a la consejera de Presidencia (Susana Díaz), que se reunió con ellos a mis espaldas cuando la huelga ya estaba vencida y no me quedó más remedio que irme.

-Casi todo le ocurrió en la Feria.

-Tuve ferias estupendas. Las peores ferias de mi vida han sido las de responsable municipal. Llegamos al Ayuntamiento la víspera de la Feria del 79. Querían que fuera un desastre y lo fue. Abrimos la Caseta Municipal, se formaron colas, la gente entraba, se daba la vuelta y se iba porque no había nada. El mayor problema lo tuve con los caballos, con los caballistas, que los subían a la acera porque se creían la otra parte de la sociedad.

-Sevilla fue sede del Mundial 82.

-El principal problema fueron las obras del Metro. Había que jugar en el Sánchez Pizjuán y Eduardo Dato estaba totalmente levantada. Había una Policía muy escasa. 649 hombres, con muchas ganas de trabajar y muy poca formación. El tráfico y la seguridad salieron muy bien. No sólo por la Policía. Era un momento en el que los ciudadanos se respetaban los unos a los otros y no se avasallaban.

Sur.Guillermo Gutiérrez, campaña de las municipales del 79, en el Polígono Sur con Antonio Rodríguez Almodóvar. Un hijo, Pablo, licenciado en Filología que aprobó oposiciones a cartero. Dos nietos, Guillermo y Sofía, a los que lleva todos los días al colegio.

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"El 23-F, el comisario propuso detenerme para protegerme"
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