tribuna de opinión

El día de Inés

  • El autor narra su experiencia como apoderado en un colegio electoral de Cataluña el pasado 21 de diciembre, día de la victoria en votos de Ciudadanos

Inés Arrimadas y Javier Millán, el pasado 21 de diciembre en Cataluña.

Inés Arrimadas y Javier Millán, el pasado 21 de diciembre en Cataluña.

Alas 4 de la mañana del día 21 de diciembre suena el despertador, echo una ojeada al móvil y leo "Gracias Javier, un abrazo". Se trata de la respuesta a un mensaje enviado al borde de la medianoche: "Mañana partimos una expedición desde Sevilla en un día histórico para Cataluña y España, estaremos aportando nuestro granito de arena como apoderados en el Distrito de Les Corts para verte ganar las elecciones, un fuerte abrazo y ¡a ganar!". La destinataria era la mujer de moda en nuestro país, Inés Arrimadas, cuya calidad humana está muy por encima de sus admiradas habilidades políticas.

Una vez aterrizados, directos al CEIP Duran i Bas del Barrio de Les Corts, donde unas señoras de avanzada edad nos reciben con gritos de "fora, fora" al percatarse que portábamos carpetas de Cs. Nos encontramos con nuestras compañeras de Ciudadanos Barcelona, Chus y Sonia, heroínas del día, asediadas por "indepes" que hacían de guardias jurados, controlando los accesos al colegio y orientando a votantes a coger ciertas papeletas.

Me detengo en Chus y Sonia porque personifican la valentía y el arrojo de los afiliados, elementos claves de los resultados obtenidos. Doy fe de que es mucho más fácil ser de Ciudadanos en Sevilla que ser de Ciutadans en Cataluña. Allí el desgaste personal y emocional es descomunal, ni siquiera nos permitieron guardar el escaso equipaje que llevábamos en ninguna sala del colegio, daba igual, Chus recurrió a su farmacia de confianza que nos facilitó una taquilla.

En todo momento flota en el ambiente la crispación, la fractura social y el lamentable "supremacismo" de los apoderados separatistas, compensado con gestos de complicidad de votantes que nos guiñan o susurran apoyos.

Quedan pocos minutos para las 12 de la mañana y acompaño a Inés a votar entre una marabunta de cámaras y periodistas. Ella, elegante y calmada como de costumbre, de la mano del discreto y amable Xavi, esboza una sonrisa que no se desvanece en ningún momento pese a los continuos improperios de hooligans independentistas, entre los que destaca un anciano ataviado con barretina, en descarada competencia con quienes nos lanzamos a gritar "¡presidenta, presidenta!".

Entre periodistas de medio mundo, paso de ser entrevistado por la TV de Castilla y León sobre la limpieza del proceso electoral, a que un pequeño de 8 años con rasgos orientales me traslade la imposibilidad de que Inés Arrimadas sea presidenta al no haber nacido en Cataluña, prueba palpable de treinta años de adoctrinamiento y dejación de funciones de malos gobernantes que ahora estamos pagando todos los españoles.

Avanza la tarde, salgo del colegio para comprar una botella de agua y me asalta un señor que rompe a llorar relatando que la locura secesionista, de la que se confiesa antiguo votante, ha arruinado su empresa y su vida.

Llega la hora y empieza el recuento, los montones de votos de C's están en cabeza desde el principio en todas las mesas del colegio, tradicionalmente convergente. Nosotros, "los del Sur", contenemos la euforia ante la mirada displicente de los numerosos apoderados separatistas que presencian un sentido y emocionante abrazo con Chus y Sonia, sus años de lucha en primera línea contra la sinrazón cobraban por fin sentido.

Ya en Plaza de España, saltos de alegría al conocer la cifra: un millón cien mil catalanes habían apostado por la mejor candidata, Inés proclama a Ciudadanos ganador de las elecciones, un hito histórico, un privilegio estar allí. Pese a la gesta, comentamos lo complicado de la situación dado que los que quieren romper España suman mayoría merced a una injusta ley electoral.

Ocho de la mañana del día siguiente, aterrizamos en Sevilla sin pegar ojo en toda la noche, pero la satisfacción gana con creces al cansancio. Vamos directos al Ayuntamiento, donde recibimos múltiples felicitaciones de los trabajadores de la Casa. Agradezco públicamente la enhorabuena manifestada por la mayoría de grupos y portavoces, no todos, especialmente la felicitación que me traslada el alcalde como representante de una de las otras dos grandes fuerzas constitucionalistas.

Demasiadas sensaciones juntas vividas en un solo día, el día de Inés, un 21-D en el que se pudo palpar claramente un punto de inflexión para Cataluña, para España y también, por qué no decirlo, para Ciudadanos. ¡Endavant Ciutadans!

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