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El diablo siempre madruga

  • La leyenda de la reja del diablo del barrio de Santa Cruz da pie al relato con el que Sebastián David Lozano ganó el certamen de relatos cortos Ciudad de Sevilla

Sebastián D. Lozano y José Luis Rodríguez del Corral. Un consagrado y un novel unidos por el relato.

Sebastián D. Lozano y José Luis Rodríguez del Corral. Un consagrado y un novel unidos por el relato. / M. G.

No mentían las primeras palabras del libro, "Era invierno, noche de luna nueva", y mucho menos las últimas, "vivo entre recuerdos y ensoñaciones de realidad". Las primeras pertenecen al comienzo del relato La madrugada del diablo, con el que Sebastián David Lozano García (Arjona, Jaén, 1980), se proclamó vencedor del certamen de Relatos Cortos Ciudad de Sevilla en su sexta edición. Con los relatos de los quince finalistas, ha sido publicado por Samarcanda. Recuerdos y ensoñaciones, como se lee en el relato que cierra la serie, La estela de Ciro, de Maricarmen Barranca, que seguro que se dan cita en todas estas narraciones que de una u otra forma empiezan, pasan o terminan en la ciudad que da nombre al certamen.

Como en ediciones anteriores, el Círculo Mercantil acogió la presentación de esta novedad literaria dentro del relato corto, un género "que se presta a los jóvenes de espíritu", en palabras de Enrique Parrilla, de Lantia, la entidad que promociona esta iniciativa. El Mercantil no ejerce solamente como anfitrión. También patrocina la mención de honor, que en este caso ha recaído en el relato Trescientos deseos, obra de José Luis Rodríguez del Corral (Morón de la Frontera, 1959). Un autor de larga trayectoria que también muestra pericia en el relato corto.

Rodríguez del Corral, último ganador de la Sonrisa Vertical, mención de honor

Alfonso Guerra es el presidente del jurado encargado de valorar los méritos de los concursantes, mejor decir concurrentes. Sebastián David Lozano es funcionario. Paisano de cuna de Juan Eslava Galán, que ganó el Planeta en 1987 con En busca del unicornio (Fernando Fernán-Gómez fue el finalista) cuando el flamante ganador del certamen tenía siete años. "Eslava Galán me llamó el otro día para felicitarme".

El libro se titula La madrugada del diablo y otros relatos. Una historia que parte de una leyenda, la reja del diablo del barrio de santa Cruz, que le puso en bandeja Marina, la compañera de este escritor. Dicen que el diablo se cuela en todas partes. En la literatura está más que demostrado: Las babas del diablo, de Julio Cortázar, maestro del relato corto, texto que llevó al cine Antonioni en la película Blow Up; Las gafas del diablo, de Wenceslao Fernández Flórez, el autor gallego que le regaló a José Luis Cuerda la historia de El bosque animado; El diccionario del diablo, ese artefacto literario de Ambrose Bierce, el periodista norteamericano que se casó con una india chiricaua y se alistó en el ejército de Pancho Villa, héroe de la novela de Carlos Fuentes Gringo Viejo y de la película homónima. Y en el cine, la película de John Huston La burla del diablo, que deberían programar porque la dama que acompaña a los tres mosqueteros Humphrey Bogart, Peter Lorre y Robert Morley, es nada menos que Gina Lollobrigida, la actriz italiana que acaba de fallecer a los 95 años.

Un librero, Alfonso Guerra, preside el jurado, y otro librero, José Luis Rodríguez del Corral, consiguió la mención de honor. De pie, compartiendo sesión fotográfica con el ganador del certamen, su sonrisa se hacía vertical, como el premio de literatura erótica que hace dos décadas consiguió. Fue la última edición de La Sonrisa Vertical y se lo entregó en persona Luis García Berlanga. En la novela con la que ganó aparecía la misma palabra que ahora ha vuelto a reconocerlo. La novela se titulaba Llámalo deseo y el relato Trescientos deseos. Aparece la librería La Roldana, que dirigió durante bastantes años en la calle que lleva el nombre de esa escultora sevillana. Es autor de novelas muy reconocidas como El blues de Trafalgar o Sólo amanece si estás despierto. Nació en Morón en 1959, el año que Ike Eisenhower se paseó con Franco por las calles de Madrid y firmó el acuerdo para las bases de Rota y Morón. Ese año Severo Ochoa ganó el Nobel de Medicina y Federico Martín Bahamontes el Tour de Francia.

Acudieron la mayoría de finalistas. La emoción del autor de Punto de avituallamiento, un viaje muy divertido del interior a la costa, o la sorpresa del narrador de Suecia, un trasunto sevillano sin síndrome de Estocolmo. Muchos familiares arroparon a nombres que, con la salvedad de Rodríguez del Corral, se abren camino en esta jungla de las letras. Parrilla, que vio entre los finalistas a un compañero de instituto, intuye que alguno de los nombres que aparecen en el volumen de Samarcanda dará que hablar más pronto que tarde.

Práxedes Sánchez, director del Círculo Mercantil, hizo de maestro de ceremonias. Entre el público, la antropóloga Isabel González Turmo, el profesor y animador de Cuadernos de Roldán Antonio Molina Flores y por parte del jurado Paco Robles o José Carlos Carmona, el polifacético personaje que escribe, enseña Derecho y dirige una orquesta. Andrea Alfonso fue pronunciando los nombres de autores y relatos finalistas. Una vuelta al mundo sin salir de Sevilla. Parrilla, Chema García y Dani Pinilla están muy unidos al Mercantil, que empieza a tener con el relato corto una relación parecida a la que el Ateneo de Sevilla tuvo con los poetas de la generación del 27.

Hijo de emigrantes, Enrique Parrilla nació en Barcelona. Su familia se mudó a Sevilla cuando él tenía 13 años. "Mi mosqueo fue muy grande, tenía allí la vida hecha, los amigos, el colegio y lo que hicieron mis padres fue apuntarnos al Mercantil". Su bisabuelo, además de ser uno de los fundadores del Sevilla, fue también uno de los que puso en marcha este Círculo que además de Mercantil e Industrial ya se puede llamar también Literario y agita la vida diaria en el corazón de la calle Sierpes, entre Laredo y la Campana, donde estuvo preso Cervantes y el diablo se pasea a sus anchas.

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