Sevilla

Una distinción de progreso

  • El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, impuso a la Virgen de la Caridad la réplica de la medalla de oro de la ciudad como reconocimiento por su coronación canónica

La Virgen de la Caridad en su Soledad, de la Hermandad del Baratillo, recibió anoche la máxima distinción de la ciudad: su medalla de oro. La imposición es fruto de la elevación a rango de coronación canónica que el arzobispo emérito de Sevilla, monseñor Amigo, hizo a principios de 2009 de la coronación litúrgica llevada a cabo en 1960 por Bueno Monreal y, como es habitual, una coronación lleva aparejado este reconocimiento por parte de la ciudad.

El día elegido no era fruto del azar. El 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, en Sevilla es un día de amplia tradición cofradiera, en el que se celebran numerosos besamanos. La expectación entre los hermanos de la cofradía era grande. Una larga cola de fieles y devotos esperaba ante las puertas de la pequeña capilla de la Piedad para poder asistir a un acto que nadie quería perderse.

Los miembros de la corporación municipal, entre los que estaban el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, y el portavoz del Grupo Popular, Juan Ignacio Zoido, llegaron con todos los honores -maceros y Policía Local de gala, incluidos- minutos antes de la hora fijada para el acto, las ocho de la tarde. Los himnos de Andalucía y España, interpretados por un cuarteto de violín, órgano, flauta y clarinete, anunció la llegada del alcalde y los concejales y el comienzo del acto.

A los sones de la marcha de Pedro Braña Coronación de la Macarena, la procesión de munícipes y la junta de gobierno entraba en la capilla para tomar asiento a los lados del presbiterio, en el que se presentaba la Virgen como si estuviera de besamanos, con una azucena en la mano derecha. Dentro, ya aguardaban los representantes del mundo de la cofradías, con el presidente del Consejo, Adolfo Arenas, a la cabeza, los hermanos mayores del resto de cofradías del Miércoles Santo y las representaciones de otras corporaciones íntimamente relacionadas con el Baratillo, como la Esperanza de Triana, o la Carretería, entre otras.

El primero en tomar la palabra fue Francisco Yuste, jefe de protocolo del Ayuntamiento, para dar lectura al acta de concesión de la medalla por parte del Consistorio. Una medalla que, como recuerda el escrito, es una réplica de la concedida en el año 1982 al Consejo de Cofradías y, por consiguiente, a todas las hermandades. Las únicas imágenes que poseen la distinción original de la ciudad son la Macarena y el Gran Poder. Tras la lectura, el alcalde prendió la insignia en el pecherín de la Dolorosa y la hermandad le correspondió con un cuadro antes de dar paso a los discursos.

El hermano mayor del Baratillo, Ignacio Pérez Franco, efectuó un repaso por los momentos más significativos que ha vivido su corporación: "A todas las fechas señaladas de nuestra historia, hay que añadir el 8 de diciembre de 2009, día de la Inmaculada Concepción, cuando el Ayuntamiento visita a la Hermandad del Baratillo para honrarla con la entrega de la medalla de la ciudad a la Virgen de la Caridad por su coronación canónica".

Pérez Franco se mostró orgulloso del reconocimiento del Ayuntamiento, "que tiene en su escudo, además de los títulos de muy noble, muy leal, muy heroica e invicta, desde el año 1946 el de mariana". El hermano mayor concluyó asegurando que, con este acto, "se reforzaban los lazos de unión que siempre han existido entre las hermandades y la ciudad".

Por su parte, el alcalde dijo en su intervención que "las hermandades de Sevilla son el cemento que compacta el cuerpo social de la ciudad". Monteseirín abundó en la entrega de la medalla como reconocimiento a la corporación en el sentido más amplio: "La Hermandad es uno de los pilares del barrio y sin el Arenal y el Baratillo no podría entenderse el concepto de ciudad".

Por último, el regidor se refirió a las hermandades como símbolo de progreso en la ciudad: "Sevilla vive profundamente sus tradiciones que, sin perder un ápice de su esencia, van cambiando para adaptarse al progreso de los nuevos tiempos. Necesitamos de la colaboración de las hermandades, tenemos que conjugarnos en armonía para que Sevilla sea una ciudad fraternal".

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