Tres formas de compartir hogar
Jóvenes estudiantes, parejas de diversos países y dueños que alquilan habitaciones en su propio piso
Campusanuncio.com, mundoanuncio.com, mileanuncios.com y pisoscompartidos.com son algunas de las webs visitadas por los que buscan alquilar una habitación para vivir. El psicólogo Isidro Maya dice que hay muchas razones que llevan, a una persona o a una pareja, a convivir junto a otras personas en un mismo piso: "Las principales, para los inmigrantes son el proyecto personal, la lógica social y económica y el proceso de adaptación".
Uno de estos casos lo encontramos en la barriada Su Eminencia. Ahí viven Lucila Santos y Eleónido de la Rosa junto a sus tres hijos, Liseidy, Estarlin y Edania, de nacionalidad dominicana. "Me gustaría vivir sólo con mi familia pero mis ingresos, 500 euros al mes, no me lo permiten, y mi marido está en el paro", comenta Lucila Santos.
Junto a Lucila y Leóncido viven hace un año Adud Shakiri y Asma Orrie, procedentes de Marruecos, y a quienes le nacerá un hijo en cuatro meses. "Aunque no es la mejor forma de hacer vida de pareja, compartimos piso hasta que tengamos estabilidad económica, queremos mudarnos solos después que el niño nazca", comenta Asma.
Esta familia dominicana, de Santo Domingo, hace cuatro años dejó su país. Y lo extrañan porque allá poseían una casa grande donde vivían desahogados y "mis hijos tenían espacio hasta para correr", agrega Santos Vargas, quien en la actualidad trabaja de auxiliar de enfermería.
"Aquí vivimos siete personas. La convivencia es buena porque nos respetamos unos con otros y, aunque el piso es pequeño, para el número de personas que vivimos nos acomodamos como podemos" agrega Lucila.
También hay muchos españoles, nacidos o no en Sevilla, que comparten un piso aunque no se conocieran de antemano. Les motiva el deseo de independencia y las condiciones de estudios. "Cada vez más jóvenes se trasladan de su pueblo a la ciudad a cursar estudios y buscan compañeros para compartir gastos y tener compañía ", corrobora Isidro Maya.
Inés García Sánchez es sevillana, hace dos meses que vive en la Ronda de Capuchinos con la pareja formada por Ilán y Julia. "Salí de mi casa porque quería independencia y más intimidad, con mis amigos me siento más cómoda que con mis padres". Inés tiene 21 años, por la tarde cursa el segundo del bachillerato y, por la mañana, desde hace ocho meses trabaja como dependienta en el locutorio Trajano, en dicha calle.
Inés asegura que "me siento bien compartiendo piso, porque con mis amigos puedo hablar de temas que en mi casa no podía hablar por respeto a mis padres. Y cada uno, cuando quiere, va a su rollo, y los demás lo respetan". A su juicio, compartir piso a veces tiene sus complicaciones y sobre todo al hacer las tareas de la casa "siempre hay una persona del grupo que es renuente a las labores comunes del piso, como lavar el baño, fregar o limpiar el piso".
Para algunos inmigrantes, compartir piso no es lo mejor, pero las condiciones económicas les obligan. Es el caso de Chamboun Samir, de Marruecos. Hace un año llegó a Sevilla por razones de trabajo, gana 850 euros al mes y vive en Nervión junto a Mohamed y Belhaj, también marroquíes.
Chamboun admite que "vivo con otras personas porque el sueldo no me alcanza para pagar un alquiler de 600 euros y mantenerme". Chamboun es encargado de una panadería cerca del Hospital Virgen del Rocío, comenta que compartir piso le permite "conocer otras personas y depender de mí mismo". Agrega que vivir en piso compartido tiene el inconveniente de que se convive con personas desconocidas, de formación y costumbres diferentes, situación que provoca que en un algún momento haya diferencias que afecten a la convivencia.
Incluso ser propietario de un piso no es obstáculo para que los dueños decidan compartirlo con otros. Rafael de la Orden Muraday lleva dos años alquilando tres de cuatro de las habitaciones (al precio de 300 euros cada una) que posee su piso ubicado en la Avenida los Gavilanes. Él ocupa una de ellas. "Alquilo las habitaciones porque el piso es amplio. Los requisitos que exijo para alquilarlas es que sean chicas, estudiantes, extranjeras y no fumadoras".
Rafael hace los contratos de alquiler por periodos de tres meses, para prevenir que, si alguna de las personas que vive en el piso tiene mal comportamiento, la estancia no se prolongue por mucho tiempo. En el tiempo que lleva alquilando las habitaciones en su piso han vivido más de 25 personas de varios países de Europa.
El psicólogo Isidro Maya, a tenor de sus datos, señala que la práctica de compartir pisos se ha incrementado en los últimos ocho años, debido al crecimiento de la comunidad de inmigrantes y a la fuerte subida del precio de la vivienda.
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