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Javier Marías, hijo de Lolita, vecino de Nabokov

  • Recorrido. Un repaso a los guiños y referencias a Sevilla en la trayectoria literaria de Javier Marías, cuyo personaje principal trabajaba para Su Graciosa Majestad

Javier Marías (Madrid, 1951- 2022).

Javier Marías (Madrid, 1951- 2022). / Juan Carlos Hidalgo / Efe

De niño fue vecino de Nabokov y su madre se llamaba Lolita. Me he puesto a rebuscar algunas presencias más o menos colaterales de Sevilla en la vastísima obra literaria de Javier Marías (1951-2022). Imagino que vendría más de una vez por la ciudad. En julio de 2002 terminó de escribir Fiebre y lanza, el primer volumen de su trilogía Tu rostro mañana, una verdadera antología de delatores en la que aparece como en otros de sus libros Ian Fleming, el creador del personaje de James Bond. El protagonista de la historia es un español políglota, shakesperiano, contratado por los Servicios Secretos Británicos. Curiosa coincidencia la de su muerte con los fastos funerales por la reina de Inglaterra. De Balmoral a Oxford. Ese mismo año se pasó por Sevilla para hablar de su obra. El tema del libro lo explica en la dedicatoria que me escribió: "Para Paco, esta falsa novela de espías".

La destinataria de su dedicatoria impresa es Carmen López M, "que ojalá me quiera seguir oyendo". De esta Carmen sabemos algo más porque vuelve a aparecer en otra dedicatoria, la del libro Salvajes y sentimentales, subtitulado Letras de fútbol. "Y para mi querida Carmen López M (Mercader), culée lírica y pendenciera", honor que comparte con "mi amigo Eduardo Metropolitano Calvo, maldito y asqueroso colchonero". Dicho sea en vísperas de un nuevo derbi madrileño, el primero que se perderá Marías.

De Sevilla debía estar bien informado porque a raíz del texto que publiqué en Diario de Sevilla, Marías me mandó una amable postal con una pintura de Goya en la que, para mi rubor, decía que "amistades sevillanas" le habían hecho llegar algunos de mis escritos. No sé si en nuestro fugaz encuentro, mientras ponía la rúbrica en su falsa novela de espías, le conté que yo había conocido a uno de los héroes de su trilogía. Entrevisté a su padre, el filósofo Julián Marías. Vino a Sevilla para dar una conferencia y se alojó en el hotel doña María, donde mantuvimos la charla. Objeto del falso chivatazo de un compañero, el discípulo de Ortega padeció cárcel en el franquismo y vivió un breve destierro en Estados Unidos, lo que permitió a su hijo ser vecino de Nabokov, uno de sus escritores de referencia. Sin el Nobel como él. Los Marías, Julián y Javier, los dos miembros de la Academia de la Lengua, como Marquitos y Marcos en la selección, aunque el padre era del Madrid y el hijo del Barça. Edipo nunca es neutral.

Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí son título que cogió de textos de Shakespeare. La primera, que repetirá para uno de sus textos madridistas (Corazones tan blancos), se la dedica a su amiga Julia Altares, que le ha escrito uno de los obituarios más hermosos. Negra espalda del tiempo se la dedica a Lolita, su madre, y la termina en marzo de 1998, dos meses antes de que el Madrid ganara la séptima. Y ya ha conseguido otras siete.

En el verano de 1933, un grupo de universitarios hacen un crucero por el Mediterráneo en el barco Ciudad de Cádiz, que recibirá la visita de Valle-Inclán. El barco sería después hundido por un Ferrari, nombre de uno de los submarinos de Mussolini. En otro de los libros de la trilogía sale la estatua de Rilke en Ronda, obra de Nicomedes Díaz Piquero, el escultor abulense de El Tiemblo que se afincó en Sevilla.

Los libros de Stevenson, las películas de Peter Lorre, las patatas bravas. Son hilos conductores de las historias de Marías, un falso espía al servicio de su Graciosa Majestad, con la que se ha ido casi a la par. La tercera entrega de la trilogía (Veneno y sombra y adiós) se la dedica "para mi amigo sir Peter Russell (Peter Wheeler en la ficción), y mi padre, Julián Marías, que generosamente me prestaron buena parte de sus vidas, in memóriam". En el capítulo de agradecimientos, aparece su par de Academia y de semanarios Arturo Pérez-Reverte.

Más de una vez coincidieron en Ferias del Libro Javier Marías y María Dueñas. Si la novelista cita en su novela Sira al periodista sevillano Chaves Nogales en el ambiente de españoles exiliados en Londres (con Cernuda, Gregorio Prieto, Rafael Martínez Nadal), Marías, en Así empieza lo malo, hace una gran aportación: mostrar la identidad de Leslie Charteris, un escritor nacido en Singapur, guionista de la serie El Santo (Simon Templar en la serie que protagonizó Roger Moore, otro actor 007), y que tradujo al inglés el libro de Chaves Nogales Juan Bemonte, matador de toros.

Berta Isla y Tomás Nevinson son pareja y residentes en Madrid, en la calle Pavía, de la que salen por imperativos bélicos como la guerra de las Malvinas. La portada del segundo es una fotografía del actor Gerard Philippe. En la primera habla de O'Donohue (se convirtió en O'Donojú), sevillano que fue virrey de México.

Las novelas de Javier Marías son como la pole position en Fórmula 1. Viendo su primera vuelta, ya sabes que va a llegar el primero, aunque tarde 680 páginas en hacerlo, como en Tomás Nevinson, que terminó en octubre de 2020, en pleno confinamiento, como consta en la dedicatoria, "para Carmen López Mercader, que, lejos o cerca, confinados o no…". Una novela cuya trama precipita el asesinato de Miguel Ángel Blanco y en la que aparece también el crimen etarra sobre el edil sevillano y su esposa registradora del que el próximo 30 de enero se cumplirán 25 años. "El objetivo era un concejal más, en esta ocasión del Ayuntamiento de Sevilla, Alberto Jiménez Becerril, de él sí recuerdo el nombre…".

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