Las lágrimas del saxofón

Calle rioja

Emoción. Santiago del Campo pintó ayer su mejor cuadro: un retrato familiar con pinceladas de la hija actriz, una de las hijas pintoras y la música de 'capilla' de Gautama.

Gautama y Aquiles del Campo, en una foto de archivo.
Gautama y Aquiles del Campo, en una foto de archivo.
Francisco Correal

09 de octubre 2015 - 05:03

UNA actriz, una pintora y un músico. El trivium familiar de Santiago del Campo. Tres de sus siete hijos, la parte contratante de la primera parte, subieron al improvisado escenario de la capilla C del tanatorio de la SE-30. "Mi padre ha muerto consciente, sonriente y leyendo los Evangelios Apócrifos", contó Diana Peñalver, que dice haber perdido "a mi primer fan". Fan de la patrie, su familia es un país entero, patria de viajes, sueños, proyectos, sonrisas y una lágrima que ayer brotó del solo de saxo que Gautama del Campo dedicó a su padre. No quiso aplausos, no era una actuación, en esta maldita sociedad que ha convertido la muerte en un espectáculo, el saxofonista que parecía escaparse del relato que Cortázar dedicó a Charlie Parker no estaba actuando. Estaba sintiendo. La muerte del pintor no es un espectáculo, pero el padre de esta prole sí era espectacular. "Todas querían bailar con él en las fiestas que daba en su casa de la calle Betis en la fiesta del día de Santiago". Paco Cuadrado lo contó cuando Diana Peñalver pidió voluntarios.

Buena pintora, Salomé del Campo pintó un cuadro de la guerra civil, una goyesca que empezaba como Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone, y terminaba en La vaquilla, de Berlanga. Su padre, de la quinta del 28, tenía ocho años cuando empezó la guerra civil. Cuando unos milicianos entraron en Villanueva de Córdoba, el niño vivía al cobijo de una tía sin hijos, que al final lo salvó del pelotón de fusilamiento en una ruleta rusa de Chaplin con gotas de salmorejo.

Había colegas del pincel: Carmen Laffón, Concha Ybarra. Muy pocos políticos, estaban de pleno en el Parlamento (se notaba el despliegue desde el 10 en el que viajé al cementerio). Mayoría andalucista, eso sí: serán extraparlamentarios, pero a San Lázaro fueron Paola Vivancos y Enriqueta Vila, además del ex concejal socialista el arquitecto Antonio Barrionuevo. Cuadrado recordó la oportunidad que perdió la Junta de darle a su amigo la medalla de Andalucía. El réquiem más hermoso se lo hizo su hijo. De San Jerónimo a Nueva Orleans.

Estaban los demás hijos: Aquiles del Campo, también saxofonista, el primero en abrazar a Gautama cuando terminó la conmovedora pieza, Claudio, Alejandra. Había dos viudas en la capilla: Pilar, la del pintor; y Maribel Goñi, viuda de Luis Rey Romero, que fuera director del colegio San Francisco de Paula. Fue profesora de Claudio del Campo. El retrato de Maribel Goñi era el último proyecto del pintor. ¡Vaya quinta!, pensaría Luis Rey Goñi, que ayer viajó de Sevilla a Londres. El miércoles fue a la lección en el Ateneo de un antiguo alumno del colegio, Manuel Losada Villasante, carmonense del 29; ayer despedía a otro colegial, Santiago del Campo, un cordobés del 28, trianero de toda la vida, pincel, cucaña y chicotá.

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