Los dos nacieron en el mes de octubre. Les unen muchas cosas. El último día de este mes, Manuel Gerena (La Puebla de Cazalla, 1945), presentará en el Instituto Cervantes de Madrid su disco Manuel Gerena con Miguel Hernández, que incluye nueve canciones del poeta que nació el penúltimo día de octubre de 1910 y murió en la cárcel de Alicante el 4 de marzo de 1942.

A Miguel Hernández le debe Gerena que alguien como él, un niño que trabajaba en el campo de jornalero, que se vino a la capital con 13 años para ganarse la vida de electricista sin el certificado de estudios primarios, haya sacado 36 discos, todos con letras suyas menos éste con las nueve canciones de Hernández.

"Yo he sido amigo de Alberti, Blas de Otero, Celaya, conocí a Neruda, Benedetti o Louis Aragon, pero ninguno me impresionó tanto como Miguel Hernández". El primer libro que cayó en sus manos de jornalero ágrafo y autodidacta fue Vientos del Pueblo. "Cuando leí El Niño Yuntero dije: si éste soy yo".

Los versos de Miguel Hernández se han convertido en parte de su indumentaria, y lo pueden comprobar los que escuchen este nuevo trabajo discográfico, con la guitarra de Juan Ignacio González, donde este morisco -gentilicio de los nacidos en La Puebla de Cazalla- empieza con Nanas de la Cebolla y termina con la Canción del Esposo Soldado. "Soy amigo de la familia del poeta y discípulo de Miguel".

Obra densa y original en sólo 31 años de vida, el poeta nunca llegó a cumplir los 34 años de su nieto Miguel, "es igualito que su abuelo", ni los 39 de su nieta María José, que estudió Derecho. "Ayudan a su madre, Lucía Izquierdo, en la administración de Lotería de Elche que le dieron a Josefina Manresa como viuda de guerra. Las cosas del franquismo".

Con textos de Gamboa, Vázquez Montalbán, Caballero Bonald y Ferris, biógrafo del poeta

Las Nanas de la Cebolla se las dedicó Miguel Hernández a su hijo Manuel Miguel, ya fallecido. "Recibió una carta de su familia en la cárcel de Alicante, cuando estaba comienzo pan y cebolla". En el disco hay malagueñas, granaínas, malagueñas, bamberas, peteneras, martinetes. "Pese a lo que se puede pensar, Miguel Hernández era un poeta muy complicado, y a la vez muy llano y sencillo". Complejidad y sencillez que están en la esencia del flamenco. Esas claves las matiza Manuel Gerena con los cuatro evangelistas de los que se ha rodeado en los textos que acompañan a su novena de Miguel Hernández.

José Luis Ferris, biógrafo de Miguel Hernández y amigo de Gerena, dice de éste que "su voz lleva cuarenta años extendiéndose en el aire como una bandera infinita". "¿Alguien conoce un artista más prohibido que Manuel Gerena en aquel gris territorio del tardofranquismo?", se pregunta José Manuel Gamboa. Para romper ese maleficio inquisitorial, Manuel Gerena actuará el próximo 28 de febrero en el teatro Lope de Vega, el mismo escenario donde no lo pudo hacer en 1976. "Tuve que cantar fuera con un megáfono, y eso forma parte de la película Una voz en lucha". El 12 de octubre presentó este disco en el teatro Fernando Fernán-Gómez de Madrid.

José Manuel Caballero Bonald dice de Gerena que arropa sus letras "en una música inmemorial donde parece fundirse el íntimo acorde del lamento y el grito comunitario de la rebeldía". Cuando vivió en Cataluña, gozó de la amistad de Manuel Vázquez Montalbán, que acusaba a la aristocracia andaluza de haber convertido el cante popular en "exotismo indígena de salón privado". El creador del detective Carvalho ponía el cante hondo que abandera Gerena al nivel de la poesía social, el cine de Bardem y Berlanga, el teatro de Buero Vallejo y Alfonso Sastre, la novelística de Goytisolo y García Hortelano o la nova cançó catalana.

El nuevo trabajo de Gerena coincide con los 75 años de la muerte de Miguel Hernández, el centenario del nacimiento de su amigo Antonio Buero Vallejo, que lo retrató en alguna de las cárceles donde coincidieron, y los cuarenta años del Nobel de Literatura para su amigo Vicente Aleixandre. El poeta del 27, como cuenta Ferris en su biografía, fue su gran protector. El contrapunto del terrible axioma: "Al poco de morir, (los poetas) sufren homenajes pero también ofensivos desdenes".