Calle Rioja

Los papeles del cónsul de Tabarnia

  • Juan Carlos Lobo nació en Barcelona, padre de Cortegana, madre catalana.Es blaugrana confeso y ha puesto un retrato de Boadella en el mostrador de su negocio

Juan Carlos Lobo, en el mostrador de su negocio, en la calle Alfonso XII.

Juan Carlos Lobo, en el mostrador de su negocio, en la calle Alfonso XII. / Víctor Rodríguez

DESDE el día de San Juan, Sevilla cuenta con cónsul de Tabarnia. Un cónsul con pedigrí, porque Juan Carlos Llop Garrido (Barcelona, 1971) es catalán de nacimiento. La sede oficial del consulado es la papelería que regenta en la calle Alfonso XII. En el mostrador, un retrato de Albert Boadella, “nuestro honorable president”. Y colgando entre cuadernos, lápices, gomas y material de papelería, el escudo de Tabarnia con la frase Acta Fabula Est. “Lo tenía en la fachada del local, pero lo arrancaron. Algún independentista de vacaciones”.

Acta Fabula Est. Parece el título de una obra de Els Joglars. “Para que digan que los catalanes no tenemos gracia”, dice el flamante cónsul. “Me pareció magnífica la pirueta. Si Cataluña quiere independizarse de España, nosotros nos independizamos de Cataluña”. Con un primer contencioso para Josep Borrell, nuevo ministro de Asuntos Exteriores, porque los Juegos del Mediterráneo donde Quim Torra le hizo el feo al rey Felipe VI, tataranieto del Alfonso XII del callejero, se celebran en el corazón de Tabarnia, en Tarragona.Juan Carlos Lobo, Joan Carles Llop en su ficha consular, se hizo catalán mucho antes de nacer. Todo empezó cuando su abuelo paterno se acogió al despido de Astilleros de Elcano, harto de pintar barcos a babor y a estribor, y con sus cinco hijos se fue en busca de fortuna a Barcelona en los años sesenta. Emigrantes de Cortegana a la tierra prometida. “Mi padre y otro de mis tíos se casaron con catalanas”, dice el cónsul, así reconocido, con afecto y con guasa, por vecinos y clientes. Así empezó a forjarse el mestizaje, que en su opinión ha sido una de las mayores riquezas de Cataluña que ahora quieren tirar por la borda.

Teresa Garrido, su madre, nació en Barcelona en 1951, y en su árbol, antes de que una de las ramas se fundiera con la de Cortegana, había sangre almeriense y murciana. El cónsul tenía ocho años cuando la familia decidió hacer las maletas y venir para Sevilla. “Mis padres tenían una tienda en Viladecans y sufrieron un atraco. Después vinieron las amenazas y decidieron venirse a Andalucía”. “Nos vinimos para seis meses y llevamos cuarenta años”, dice su madre. Ya hay una tercera generación, los nietos Mario y Nuria, que nacen y residen en Sevilla.

El cónsul no le hizo caso a los consejos de su madre. “Siempre le he dicho que no se meta en berenjenales”. Juan Carlos, blaugrana confeso, devoto de Messi y de Iniesta, es detractor de un presidente Bartomeu al que acusa de instrumentalizar a un equipo de fútbol lleno de seguidores “en el resto de España y en el resto del mundo”.

Desde este mostrador con vistas a la calle en el que ahora le acompaña la agudeza de Boadella ha visto cómo la situación en Cataluña se iba deteriorando: desde dentro, por quienes propiciaban “un golpe de Estado en diferido”; desde fuera, por “los gobiernos centrales, que inflaron el suflé de Pujol para que la olla explotara, que han alimentado con fondos públicos a un monstruo al que no saben cómo parar”. Una ficción convertida en realidad, un drama que se salió de los escenarios para apoderarse de la calle, del Parlamento y de los informativos. “El pueblo español está lleno de heridas, pero decidió pasar página; en cambio, a los políticos les ha interesado avivar ese fuego, algunos, como los de la ANC y Omnium Cultural, por intereses económicos”.

Junto a esos elementos externos, ha habido factores más domésticos y dolorosos. “En mi familia, como tantas en Cataluña, se ha producido una fractura”. “Estamos enfadados, hemos discutido”, dice con pena su madre, barcelonesa del barrio de Gracia. El hijo asiente y dice que “para ellos yo soy el facha, un mal catalán. Me he peleado con la familia de mi madrina y uno de mis tíos me llegó a decir que si por mí fuera los exterminaría”. Al tataranieto de Alfonso XII “le sobra categoría”, dice del desplante de Torra con el Monarca.

El cónsul de Tabarnia es aficionado al fútbol, a la informática, al cine, al pádel y al buen comer. Aplaude la valentía de los hermanos Roca de no aceptar el chantaje independentista contra los Reyes en su próxima visita a Gerona. “Si les hacen el boicot, igual llegan antes nuestras reservas”. El pintor de barcos se llevó a la familia a Cataluña. Un autodidacta de la sierra de Huelva que tiene obra, unos muebles decorados por él, en el Museo de Artes y Costumbres Populares. Su nieto dejó el Ejército muy joven y abrió en 1993 esta papelería junto al Museo de Bellas Artes, donde ha visto pasar los centenarios de Velázquez y de Murillo, “la exposición de Sorolla y los buenos tiempos del Palmar de Troya”.

¿Cuál será la primera medida del cónsul? “Reunirme con la presidenta Díaz”. (Sonríe).

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