La explotación sexual en Sevilla

La prostitución rebrota en Sevilla Este y Nervión

  • Un año después de la puesta en marcha del plan municipal vuelven a surgir focos en los barrios más afectados por un problema que se agrava en los polígonos industriales.

Dos de la madrugada en un descampado de la calle Taiwán, en Sevilla Este. Una chica africana se baja de un coche que acaba de salir de entre unos árboles. Pasa por delante de otro vehículo aparcado, mira a los ocupantes y se contonea. "No, gracias", le dicen desde el coche antes de que ella hable. La joven cambia el paso y se aleja, en busca de una compañera, también africana. Las dos se quedan a la espera de clientes en la calle Taiwán, la última de Sevilla Este, la que conecta este barrio con Alcosa y la A-4.

"Hola chicos, ¿qué tal?", dice una de las dos mujeres cuando se acerca un coche. Cuando los ocupantes del vehículo se identifican como periodistas, la joven que acaba de hablar mira a su compañera y finge que no sabe español. Uno de los periodistas lo intenta en inglés, pero tampoco hay suerte. La chica desconfía, dice que no entiende nada, y amenaza con echar a correr.

El plan especial contra la prostitución callejera puesto en marcha por el Ayuntamiento de Sevilla hace aproximadamente un año no ha servido, de momento, para erradicar este problema social. Las meretrices de Sevilla Este han cambiado la calle Emilio Lemos, en las que se ofrecían antes, por esta zona más alejada del barrio, donde aún pueden guardar cierta distancia prudencial de las viviendas. A medida que las promociones que se construían en Emilio Lemos y el Polígono Aeropuerto se iban entregando y llenándose de inquilinos, la presión vecinal logró trasladar a las prostitutas a lugares más alejados y discretos, como esta explanada en el que se celebra cada fin de semana el mercadillo del barrio.

La Policía Local multa desde el pasado otoño a los clientes de la prostitución callejera, que se enfrentan a sanciones de entre 750 y 3.000 euros. Hasta abril, habían sido 72 los denunciados. Los controles periódicos sirvieron para que las prostitutas se alejaran de las zonas de viviendas y buscaran lugares más discretos como los polígonos industriales. Transcurrido casi un año desde las primeras redadas, las meretrices han vuelto a ejercer en zonas históricas como la calle Santo Domingo de la Calzada, en Nervión. En este lugar había la pasada madrugada tres mujeres ofreciendo sus servicios, una de ellas en Santo Domingo y dos en Luis de Morales, frente al centro comercial Nervión Plaza. Ambas compartían una botella de whisky, se peleaban, discutían y perseguían a los pocos viandantes que pasaban a esa hora por delante de ellas.

A estos dos focos que se han vuelto a reactivar hay que añadirles también el de la plaza de la Mata, en la Alameda de Hércules, donde un grupo de mujeres y transexuales se ofrecen a plena luz del día. Para vecinos de zonas afectadas, como Sevilla Este, la situación no es demasiado grave comparada con años atrás, cuando decenas de mujeres ejercían la prostitución en el barrio y en lugares no demasiado alejados de viviendas y centros educativos, como recordó ayer a este periódico el representante vecinal José Guerrero.

Si en las zonas residenciales puede hablarse de un rebrote de la prostitución en las últimas semanas, donde el problema lleva camino de enquistarse es en los polígonos industriales. Al menos dos de estos recintos sufren cada noche los efectos de la prostitución: el de Su Eminencia y el de Carretera Amarilla. La madrugada de este miércoles, más de treinta personas podían contarse a simple vista ofreciendo sus servicios en estos dos polígonos.

Su Eminencia es la zona en la que más multas ha puesto la Policía. Aun así, al caer la noche hay más de una decena de prostitutas entre la antigua carretera de Su Eminencia y la calle Piel de Toro, que discurre entre la avenida de la Paz y los polígonos Hytasa y Navisa. En esta zona también hay pisos y la prostitución está controlada por mujeres españolas, casi todas ellas drogadictas y vecinas de las Tres Mil Viviendas. Fue en este lugar donde un videoaficionado grabó unas imágenes de una brutal agresión a una prostituta que sirvieron a la Policía para detener al agresor unas semanas más tarde.

En la otra parte del polígono son casi todas rusas o eslavas. Tienen clientela. En apenas cinco minutos una de ellas se sube a un coche y otra atiende a un motorista que se interesa por sus servicios. A simple vista no se ve ningún proxeneta. Los vehículos que las recogen giran a la derecha en busca de un descampado situado entre este polígono y la ronda de circunvalación SE-30, donde hay un trasiego constante de coches.

En Carretera Amarilla también ha aumentado el número de prostitutas. Hace años, esta zona era frecuentada casi en exclusiva por nigerianas, pero ahora también hay españolas. Confirma así el diagnóstico hecho por la ONG Médicos del Mundo, que lleva casi dos décadas atendiendo a las prostitutas y ya alertó el año pasado del regreso a las calles de mujeres españolas como otra consecuencia más de la profunda crisis económica que atraviesa el país. En su informe de 2011, esta organización cifró en un 6% el incremento de la prostitución callejera en España.

La avenida del Transporte se convierte cada noche, cuando cesa la actividad industrial, en una especie de burdel callejero. Cada chica ocupa su posición desde la entrada más próxima al centro comercial Los Arcos hasta las cocheras de Tussam. La mayoría son jóvenes pero también hay señoras de edad avanzada, que pasan la noche sentadas en una silla a la espera de algún cliente que busque un perfil distinto de mujer.

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