El proyecto de nunca acabar
Retrasos en los plazos, polémicas y problemas técnicos marcan el devenir de uno de los proyectos estrella de Monteseirín, que pretende llevar "la modernidad" al centro
La construcción del proyecto Metropol Parasol del arquitecto alemán Jürgen Mayer se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para el Ayuntamiento de Sevilla: polémicas sobre su estética, problemas técnicos, retrasos sucesivos... Uno de los proyectos estrella del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín, que viene a acabar con el incomprensible estado de abandono que sufre la plaza de la Encarnación desde hace 36 años y que se ha vendido como la punta de lanza de la modernidad arquitectónica y urbanística en el Casco Antiguo, tiene hoy por hoy enfadados a los vecinos, los comerciantes, los conservacionistas y a los ciudadanos en general, quienes siguen sin apreciar avances visibles en las obras.
En resumen, las setas de la Encarnación (como se las conoce popularmente) llevan dos años de retraso. Cuando se dio a conocer el proyecto se afirmó que las obras finalizarían en 2007, luego se pasó a la fecha de 2008 y, finalmente, se concretó la de finales 2009. Todo hace pensar que este último plazo no se iba a cumplir, por lo que se ha tenido que exigir a Sacyr (empresa constructora y concesionaria del proyecto) un nuevo calendario (con doble turno de trabajo y simultaneidad de trabajos). Aun así, ya se habla de que las obras podrían finalizar "a comienzos de 2010". Ni el mismo delegado de Urbanismo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, se atrevía a descartar ayer que aconteciera un nuevo retraso.
El nerviosismo en el Ayuntamiento es evidente. Tanto que hasta el propio Sánchez Monteseirín afirmó recientemente que Metropol Parasol se inauguraría por fases, una aseveración que ha quedado en agua de borrajas tras confirmarse ayer que, finalmente, el proyecto se abrirá al público de una sola vez. Evidentemente, el alcalde estaba cansado de asumir el desgaste que supone tener a la Encarnación sumida en una obra interminable y quería darle un caramelo a los ciudadanos. Incluso llegó a escenificar un golpe de autoridad al decir que no se trataba de una sugerencia, sino de una "orden". El guiño le salió mal, pues el comercio de la Encarnación (una de las principales víctimas de los retrasos) rechazó explícitamente esta posibilidad.
El principal problema en los retrasos de este proyecto ha sido técnico. El montaje de esas enormes setas de madera que le dan su identidad al proyecto Metropol Parasol es una obra que se ha revelado de extremada complejidad tanto en los cálculos matemáticos que la acompañan como en su ejecución material. Evidentemente no es un problema político, aunque los miembros del gobierno municipal sí son responsables de haber elegido un proyecto de muy difícil ejecución técnica.
El resultado ha sido una continua tensión entre el arquitecto Jürgen Mayer y la empresa Sacyr que en nada ha beneficiado el ritmo de las obras.
En un principio, las setas diseñadas por el alemán eran exclusivamente de madera, pero pronto quedó en evidencia que estas estructuras gigantescas no eran seguras del todo. El arquitecto volvió a pedir unos nuevos cálculos (con la oposición de Sacyr, debido a su alto coste económico) de los que se extrajeron dos conclusiones: la necesidad de reforzar la estructura de madera finlandesa de los parasoles y alterar por completo el sistema de montaje previsto. Por lo tanto, en otoño de 2007 se decidió un nuevo plan de obras para crear unos armazones de metal que sustentasen las setas y desechar la idea de levantar sobre la plaza grandes paños, ya armados, de la cubierta. Es decir, que los 56.000 metros cuadrados de madera se tienen que montar pieza a pieza sobre la estructura metálica.
En gran medida, la comparecencia de ayer en las obras de la Encarnación del delegado de Urbanismo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, desvelaba hasta qué punto el Consistorio sabe que se juega parte de su credibilidad como gestor de grandes proyectos en una obra que ya lleva dos años de retraso. "A partir de ahora me voy a poner el casco y el chaleco reflectante", dijo Celis para intentar demostrar su liderazgo político en dicha operación. El delegado de Urbanismo se juega quedar en evidencia si las obras vuelven a sufrir un retraso de mayor envergadura, pero para llegar alto en política hay que asumir riesgos.
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