Sevilla

El realismo limpio de Daniel Bilbao

  • Imagen. Daniel Bilbao, bisnieto de un hermano de Gonzalo y Joaquín Bilbao, recoge en dos trípticos, uno de día y otro de noche, la fábrica de Persán en sus bodas de diamante

SIENTE más afinidad con la impronta rodiniana de Joaquín Bilbao que con el costumbrismo de Gonzalo Bilbao. El escultor y el pintor eran hermanos de Daniel Bilbao Martínez, bisabuelo de Daniel Bilbao Peña (Sevilla, 1966), director del departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes y autor de los dos trípticos, el día y la noche, que ha colgado Persán a su entrada para celebrar sus bodas de diamante.

El encargo tiene mucho que ver con las inquietudes de este artista: le apasiona la arqueología industrial; hizo su tesis doctoral, con dirección de Manuel Sánchez Arcenegui, sobre los nuevos soportes; y en su última exposición, en la galería Birimbao, ha explorado el constructivismo arquitectónico de Mies van der Rohe o Le Corbusier.

La pasarela que une ambos lados de la salida de Málaga fue una de sus atalayas. "Un día aparqué la moto y me puse a hacer fotografías. Un policía me preguntó que qué hacía, le dije que era pintor. Cuando llegué a casa, vi en el telediario que el rey Felipe VI había visitado Persán". El Monarca, en su primera visita a Sevilla desde su proclamación, el 30 de marzo de este año, comprobó las reformas que se han realizado en esta fábrica pionera en Europa que crearon en 1940 Francisco García Lorenzo y los hermanos Eustasio y Francisco de los Santos. "Lo único que había al principio era el chalé de mis abuelos", dice Concepción Yoldi, nieta del primero, que vino a Sevilla en 1928 para trabajar en la Exposoción Iberoamericana. Su abuelo paterno era Francisco Yoldi, catedrático de Química Inorgánica. Todo quedó en casa.

No es la primera incursión de Daniel Bilbao en la pintura industrial. Ganó el premio Focus de Abengoa con una recreación de la estación de San Bernardo y para esta misma empresa pintó una planta de biomasa para el reciclado de los detritus de aceituna. José Moya Sanabria, presidente de Persán, tenía alguna obra suya y le hizo este original encargo.

Bilbao tiene un cuadro en el que retrata un paso de cebra. Esa transición entre la industria del automóvil y la humanidad del peatón está presente en su interpretación plástica de Persán. La caída del sol, el ocaso, la tenue convivencia de luces naturales y artificiales. Vidrieras de una catedral civil y productiva que sólo se ven en la visión nocturna; la evocación nada explícita de la vida y la vitalidad en el interior de la fábrica, una presencia humana más conceptual que presencial. "A mis alumnos les digo que el vacío en arquitectura es tan importante como el silencio en la música. Tiene un misterio que lo llena de carga emocional".

Además de la confianza de los responsables de la empresa para esta visión del realismo limpio, contó con la colaboración de todo el personal, "desde las limpiadoras a los ingenieros, que me ayudaron a plasmar las diferentes chimeneas, la densidad y la velocidad del humo en cada una de ellas". Apostó por completar la visión diurna con la nocturna. "Es la señal de que siempre hay gente que trabaja". El ingenio no descansa. Investigó las luces de Doñana, los matices del río desde el puente del V Centenario, piensa en Mondrian y en Cézanne para plasmar el juego de colores de esta fábrica-barco que se despierta laboriosa con colores azul turquesa fiel a su compromiso de tres cuartos de siglo. Con el logotipo de unas mariposas que harían las delicias de Nabokov.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios