Los soportales que perdimos
Tribuna de opinión
Los escasos restos de los que aún quedan en pie atestiguan que Sevilla fue una ciudad de soportales
El autor del artículo reivindica estos "espacios íntimos de convivencia"
Sevilla fue una ciudad de soportales. Así lo atestiguan los escasos restos que aún permanecen en pie: los de la Puerta Real, quizás los más antiguos y bellos; los de la calle Alemanes, Plaza del Salvador, y los que se han destruido por falta de sensibilidad y un claro sentido especulativo, sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la nueva urbe que se estaba diseñando con motivos de la Exposición Iberoamericana exigía la reinvención de una nueva metrópoli. La calle San Jacinto, la antigua calle de Génova, hoy Avenida de la Constitución, y la Plaza de San Francisco son unas muestras. Conservamos documentos gráficos; aguafuertes, litografías y fotografías en los que se observan esos bellos pórticos corridos que configuraban la ciudad renacentista y barroca que miraba más al mundo que a sí misma. Ortega y Gasset decía refiriéndose a los soportales: "Me pregunto si en la época actual, no confortable, puede hacer alarde de nada semejante. Los soberbios pilares y fustes de las columnas daban a todas las casas porte de palacios y obligaban a una construcción en saliente, dificultosa y cara. Pero además, en los lugares donde el terreno valía más, se renunciaba a una parte de él para convertirlo en vía publica. Suponía el acuerdo y común sacrificio de todos los propietarios en beneficio de una abstracción, que es la urbe. Se aspiraba a hacer grata y bella la calle, asegurar el paseo, y vencer al sol y la lluvia". Hoy recuperar nuestros soportales sería imposible. Hermosos vestigios del pasado, testigos silentes del día a día de nuestros pueblos y ciudades, espacios íntimos de convivencia que rivalizan con amplias áreas despersonalizadas y diáfanas de plazas duras y plazoletas. Tratado en piedra, ladrillo y madera, donde en sus mil y una diferencias descubrimos arquitrabes vencidos que soportan balcones corridos de balaustres de forja oxidados, arcos apuntados, mistilíneos, rebajados o de medio punto, paramentos enlucidos con mortero cal y arena despiezados en sillarejo, en ladrillo visto, mostrando bellos y geométricos esgrafiados o sencillamente enjalbegados de almagra o calamocha. Grafitis tallados en la piedra que suman siglos, fustes de granito, mármol o madera. Relieves y rótulos cerámicos que nos indican los oficios ya perdidos y donde conviven sin apenas conflicto el espacio público y el privado. Imposible elegir una pasarela tan bella que hable tanto de una ciudad. ¿Acaso Cuacos de Yuste, Medina de Rioseco, Guadalupe, Avilés, Ampudia o Almagro, Cáceres, Chinchón y Orgaz, Florencia, Turín, Bolonia, Pavía, Vicenza, Milán, Núremberg o Metz, Paris, Viena, no tienen ese influjo de mediterraneidad clásica de las stoas griegas o de las basílicas romanas que tanta importancia tuvieron en la consolidación de la cultura, la filosofía y el comercio de lo que hoy conocemos como Europa? ¿Acaso Le Corbusier en 1926 no tuvo presente en su manifiesto: Les Cinq Points d'une Architecture Nouvelle (Los cinco puntos de la arquitectura moderna) la importancia de la galería o soportal para el diseño y creación de los nuevos espacios que demandaban las sociedades contemporáneas y que ahora tanto desprecian por falta de humildad esos "modernos" arquitectos saturados de soberbia y disfrazados con ropa de marca gris o negra?
Si en Sevilla existieron fue por algo: sol, lluvia, comercio. La ciudad, nuestra ciudad, siempre se dejó vencer ante quienes quisieron imponer un desarrollo lleno de prejuicios junto a una desproporcionada y falsa modernidad. Nos jugamos mucho en el nuevo diseño y desarrollo de la misma. Analicemos la historia, quitémonos esa dura pátina de complejos no vaya ser que caigamos en los mismos errores anteriores, aunque mucho me temo que quienes tienen la capacidad de hacerlo carecen ya no sólo de sensibilidad, sino de algo peor aún que es el conocimiento.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por el Ayuntamiento de Rota